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Clara Rojas revela que intentó huir de las FARC junto con Ingrid Betancourt

Consuelo González, la otra rehén liberada, califica su secuestro de "tortura"

Una noche, pocos días después de haber caído en la trampa del secuestro en un retén de las FARC en febrero de 2001, las dos amigas, Clara Leticia Rojas e Ingrid Betancourt, intentaron escapar de sus captores. No salió bien: terminaron castigadas y distanciadas, pues se echaron una a otra la culpa del fracaso.

Clara Leticia, ya libre, lo ha narrado, a retazos, en distintas entrevistas: "Empezamos a planear la fuga y cuando se presentó la oportunidad nos fuimos, pero no alcanzamos a llegar muy lejos porque lo hicimos de noche, y por las condiciones de la selva".

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Ya de regreso al campamento, después de tres días vagando por la selva, empezaron las inculpaciones recíprocas. Ahora lo explica todo por las duras condiciones del cautiverio: "Hubiéramos podido tener una situación más abierta y con algo de humor", dice ahora, antes de añadir que "el aislamiento y la depresión" dificultaban la relación. "Ella no comía; yo, tampoco", subraya.

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El castigo fue fuerte: "Nos ponían las cadenas día y noche, durante casi un mes. Luego, sólo durante la noche". Además, trataron de amedrentarlas para que no volvieran a intentarlo: les mostraron tarántulas y serpientes. Las asustaron también con historias de personas perdidas en la selva. "Incluso", dijo, "nos mostraron un tigre".

Clara Leticia -lo contó en una conferencia de prensa en Caracas la noche del viernes- decidió ese día adaptarse a su realidad sin rechistar. "Tomé conciencia de que estaba presa y traté de aceptar y acomodarme a las circunstancias; ¡quería vivir!", explicó. Se sabe que Ingrid ha intentado fugarse cuatro veces más; cuatro veces más ha pasado días enteros encadenada.

Tiempo después de este intento de fuga, y ya cuando Clara había tenido a su hijo, las dos amigas fueron separadas: "Cuando Ingrid me lo contó, le dije: 'Ingrid, lo de siempre: encomendarnos a la Virgen. Creo que fue un error de mi parte no haberle dado trascendencia al hecho". Aún no logra explicarse por qué las FARC decidieron separar a su amiga del grupo de mujeres.

Durante la conferencia de prensa no soltó la mano de su madre, doña Clara. Del otro lado estaba sentado Iván, uno de sus hermanos. Respondió sin titubear cuando le preguntaron si pensaba que las FARC eran un grupo terrorista: "Me preocupa que digan que son el ejército del pueblo, un ejército organizado. Pero uno ve que entrenan a gente para secuestrar. En principio, parecería ser una organización delictiva".

Clara Rojas habló también de los últimos 20 días de cautiverio, caminando por la selva con Consuelo González de Perdomo y un puñado de guerrilleros: "Fue muy difícil. Había helicópteros por un lado y por otro. La guerrilla no nos informaba de nada. No sabía qué pasaba, pero se percibía su preocupación por la presencia del Ejército. Nos hacían guardar silencio, apagar la luz -mecheros y linternas-, recoger las cosas y movernos. Preguntaba y ellos guardaban siempre silencio".

Consuelo también ha contado su experiencia, acompañada por sus hijas: "El solo hecho de que lo priven a uno de la libertad, que lo separen de la familia, que lo aíslen del mundo... Se puede considerar tortura". Esta política, que como Clara Leticia ha demostrado ser una mujer de temple, nunca estuvo encadenada, pero sigue aprovechando todos los espacios para denunciar lo que sucede con los policías y soldados, encadenados noche y día. A los hombres civiles los atan sólo en la noche. "Imaginen lo que esto significa en una organización que dice luchar por el ser humano: entran en contradicción", dijo, rotunda.

Consuelo González de Perdomo, junto a sus hijas y su nieta en Caracas.
Consuelo González de Perdomo, junto a sus hijas y su nieta en Caracas.EFE

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