Zapatero visita las tropas en Líbano y elogia su trabajo por la paz
El presidente viaja por sorpresa a la base española en Marjayún
"Está bien que haya venido, y más: que se haya acordado de nuestros compañeros muertos". José Luis Rodríguez Zapatero se ganó ayer a la cabo María del Mar Domínguez, natural de Badajoz. Igual que a la mayoría de los cientos de militares que siguieron su improvisada alocución en el comedor de la base Miguel de Cervantes, en Marjayún (Líbano). El presidente del Gobierno citó de memoria los nombres de los seis soldados del Ejército que perdieron la vida en el atentado del pasado 24 de junio a pocos kilómetros de distancia de esta base -"Juan Carlos, Manuel David, Yhon, Jonathan, Yeison, Jefferson"- y les calificó de "valientes y dignos", antes de trasladar a las tropas su orden como comandante en jefe. "La paz, soldados", les dijo, "es la tarea".
El jefe del Ejecutivo y los militares brindan por el Rey en su cumpleaños
El atentado en el que perdieron la vida los seis soldados españoles sigue sin estar esclarecido. Las sospechas apuntan a un grupo vinculado a Al Qaeda, pero la policía no ha podido identificar a los compradores del vehículo que se utilizó como coche bomba.
Zapatero hizo un discurso emotivo y breve, en el que recordó la importancia de la estabilidad en Oriente Próximo y de la lucha contra el terrorismo, y que concluyó con una felicitación colectiva al Rey, con motivo de su 70 cumpleaños, desde 3.500 kilómetros de distancia. "Creo poder resumir el sentimiento unánime", proclamó, "y decir ¡Majestad, felicidades! en nombre de todos los servidores de España". Su ¡viva el Rey! recibió como eco un ¡viva España! entusiasta por parte de los asistentes.
Casi año y medio después del desembarco en las playas de Tiro de los infantes de Marina, en septiembre de 2006, Zapatero cumplió su promesa de visitar Líbano. Era un compromiso largamente aplazado y que ha cumplimentado a pocos días de la disolución de las Cortes. Pero también en un día oportuno: la víspera de la Pascua Militar, que se celebra hoy en el Palacio Real, y en la misma semana en que el Rey ha estado con las tropas en Afganistán.
Zapatero se reservó la visita a Líbano no sólo por ser la misión más numerosa en efectivos del Ejército (1.100) o por ser la única de las vigentes que puso en marcha su Gobierno, sino también por su carácter "ejemplar", como ayer subrayó. Aunque todas cuentan con el aval de Naciones Unidas, sólo la de Líbano está dirigida por la ONU.
El avión presidencial aterrizó en Beirut a las nueve de la mañana (una hora menos en la España peninsular). La visita se preparó con gran sigilo, hasta el punto de que la mayoría de los soldados se enteraron de la llegada de Zapatero a través de los boletines matinales de radio. El embajador en Beirut, Miguel Benzo, se lo comunicó al Gobierno libanés a través de una nota verbal el pasado viernes.
Dada la tensión política interna -Líbano carece de presidente desde el pasado 24 de noviembre, tras la incapacidad de la mayoría antisiria y la oposición prosiria de pactar un candidato-, se prefería evitar contactos con las autoridades locales y centrar la visita en las tropas españolas. Sin embargo, el primer ministro, Fuad Siniora, se presentó en el aeropuerto y forzó una entrevista de 45 minutos con Zapatero. Para mantener la neutralidad, Zapatero se entrevistó por la tarde en el aeropuerto de Beirut con un representante de la oposición: el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento libanés, Anwar El Jalil, del partido chií Hamal.
Tras conversar con Siniora, el presidente se trasladó a Marjayún en uno de los dos helicópteros Cougar que el Ejército tiene desplegados en Líbano. Le acompañaban, además del ministro Alonso, el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Félix Sanz; el jefe del Ejército de Tierra, Carlos Villar, y la secretaria de Estado de Defensa, Soledad López. El presidente recorrió las instalaciones de la base, construida sobre lo que era un barrizal hace un año, y recibió una detallada explicación del general Casimiro José Sanjuán, al mando de la brigada multinacional este, de la que forman parte 3.700 militares; entre ellos, indios, indonesios, nepalíes, polacos y chinos, además de españoles.
Zapatero depositó una corona de flores ante la cruz de madera y la placa que recuerdan a los seis soldados muertos en Líbano. Y, pese al posterior ambiente festivo, hizo hincapié en que la misión conlleva un "riesgo alto".
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