Una carta de Zapatero para Mohamed VI desbloquea la crisis con Marruecos
Moratinos entregó ayer la misiva en Rabat a su homólogo marroquí
Una carta del presidente José Luis Rodríguez Zapatero dirigida al rey Mohamed VI dará pie al monarca alauí para ordenar en los próximos días el regreso de su embajador, Omar Azziman, a Madrid, según fuentes diplomáticas marroquíes. Azziman lleva ausente de España dos meses, desde que fue llamado a consultas por el soberano, a principios de noviembre, para protestar por la primera visita de los Reyes de España a Ceuta y Melilla, cuya soberanía Marruecos reivindica.
Para ordenar a su representante que se reincorporase a su puesto en Madrid, Mohamed VI deseaba que el Gobierno español hiciera un gesto conciliador. Lo obtuvo ayer.
Fassi-Fihri exige respeto a los sentimientos de los marroquíes
El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, se desplazó a Rabat para entrevistarse con su homólogo, Taieb Fassi-Fihri, al que entregó una carta del presidente José Luis Rodríguez Zapatero para el rey. El contenido de la misiva no ha sido desvelado, pero Moratinos aseguró que en ella Zapatero transmite la "voluntad" de su Gobierno de ahondar la relación con Marruecos "desde el respeto mutuo".
Con la carta de Zapatero debajo del brazo, Fassi-Fihri acudirá en las próximas horas al palacio real para ser recibido en audiencia por Mohamed VI. Tras leer la misiva, el monarca decidirá la rápida vuelta de su representante a Madrid.
El viaje relámpago -apenas duró cuatro horas- de Moratinos a la capital marroquí escenifica, en realidad, un acuerdo alcanzado previamente, a través de contactos telefónicos, entre Madrid y Rabat.
Tras reconocer ayer ante la prensa que la relación bilateral ha "pasado por una fase difícil", Moratinos insistió hasta la saciedad en que España desea lograr "lo más rápidamente posible" la normalización de relaciones y "construir una relación positiva, amistosa y fructífera".
Fassi-Fihri también habló de "desarrollar y mejorar una relación bilateral [con España] ya de por sí privilegiada", pero recalcó que se debe hacer "respetando los sentimientos nacionales del pueblo vecino", según la agencia marroquí MAP. Traducido al lenguaje de la calle, sus palabras significan que España no debe herir a los marroquíes con visitas reales a Ceuta y Melilla.
El litigio sobre las dos ciudades autónomas surgió en la reunión entre ambos ministros, y Moratinos reconoció que "hay posiciones divergentes". Para no enturbiar el clima, Fassi-Fihri evitó calificar de "ocupadas" a Ceuta y Melilla, como suele hacer en público.
La crisis desatada a principios de noviembre ha sido menos grave y más corta que la que estalló en 2001-2002 cuando gobernaba José María Aznar y Mohamed VI retiró también a su embajador en Madrid, Abdesalam Baraka. Aquella etapa de tensión concluyó también, en enero de 2003, con un viaje a Rabat de la entonces ministra de Exteriores, Ana Palacio, pero ésta arrancó entonces a su homólogo, Mohamed Benaissa, una fecha tope para el regreso de su embajador, al tiempo que se comprometía a ordenar la vuelta del suyo, Fernando Arias-Salgado, en un plazo similar.
Aunque se trata del de mayor calado, Ceuta y Melilla forman sólo uno de los contenciosos hispano-marroquíes que se han reactivado últimamente. Las autoridades de Rabat están también molestas por el apoyo que la fiscalía de la Audiencia Nacional ha dado al juez Baltasar Garzón, quien a finales de octubre se declaró competente para investigar un supuesto genocidio de saharauis a manos de las fuerzas de seguridad marroquíes. Un tercer motivo de descontento es el supuesto apoyo del Ministerio de Justicia y del CNI a la corriente islámica Tablig en Ceuta, en detrimento del Islam que se practica en Marruecos.
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