Cine de fluidos
Yo he seguido a Tsai Ming-Liang por París, la ciudad a la que hace años vino buscando a Truffaut (su director favorito) y no le encontró; la ciudad en la que le vi un invierno, en la Rue Rachel, junto a una floristería, porque había venido (supe después) a preparar una película por encargo del Louvre.
Caminaba solo, despacio, a una velocidad distinta de la multitud en la que se movía, pero a la que no pertenecía. Miraba. Llovía y no llevaba paraguas (llueve mucho en las películas de Tsai).
Le seguí hasta Stalingrado. Cambió de acera, volvió hasta Pigalle y entró en una sauna (todo el cine de Tsai es el intento de dos cuerpos por aproximarse). Salió a los 45 minutos. Y otra vez hasta un edificio en Montparnasse. Subimos juntos en el ascensor, y entramos en un apartamento pequeño y vacío, donde le vi comer arroz frío sentado en la cocina. Luego pasó al baño y se sentó un buen rato en la taza, ensimismado (el cine de Tsai es un cine de fluidos). Mientras se daba una ducha, me lavé los dientes con su cepillo. Después se metió en la cama, desnudo, con las gafas puestas, y vi cómo entraba en un sueño, primero inquieto y luego profundo. Le quité las gafas.
Le miré dormir en silencio, de pie, hasta que a mí también me pudo el sueño; entonces me desnudé, y me deslicé en su cama porque no me gusta dormir solo.
Tsai Ming-Liang (Huching, Malaysia, 1957) ha obtenido premios en Berlín, Cannes y Venecia con filmes como The hole (1998), Adiós, Dragon Inn (2003) o El sabor de las sandías (2005).
Javier Rebollo (Madrid, 1969) debutó con Lo que sé de Lola (2006), premio de la Crítica en el certamen de Londres.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.