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Reportaje:

Una atípica apuesta industrial

Alfonso Gallardo desata la polémica con su refinería, la primera construida en Europa en los últimos 30 años

Alfonso Gallardo, que empezó como un pequeño vendedor de chatarra y metales en los años 70, ha construido paso a paso el segundo producto siderúrgico con capital español de nuestro país, vuelve a lanzarse a la piscina con una iniciativa que muchos consideran asombrosa y arriesgada: la construcción de una refinería, que empleará a más de 3.000 trabajadores, todo un hito en un continente, Europa, en el que desde hace tres décadas no se levantaba una planta de este tipo. Pese a que el grupo asegura que la planta de refino será rentable, en el sector se discute la oportunidad de la operación.

Por lo pronto, Gallardo, un empresario hecho a sí mismo y que ha superado los 70 años, es visto como un héroe incluso por los sindicatos. La confianza popular en la viabilidad de la nueva Refinería Balboa, que costará más de 2.000 millones de euros, producirá 5,4 millones de toneladas al año, facturará 5.500 millones de euros y dará trabajo a unas 3.000 personas, es superior al cien por ciento. Tan aguda es la necesidad de puestos de trabajo en Extremadura que la población ha hecho oídos sordos a las críticas de los ecologistas. "En Villafranca de los Barrios, donde se va a levantar la Refinería Balboa", comenta Agustín Pérez, de CC OO Energía, "es tal el apoyo de IU, que respaldó las tesis de los ecologistas, desapareció prácticamente del ayuntamiento".

La facturación del Grupo AG (Alfonso Gallardo) se ha multiplicado por seis en los últimos tres años, de 328 a 2.026 millones de euros
La nueva refinería costará más de 2.000 millones de euros, producirá 5,4 millones de toneladas al año y facturará 5.500 millones de euros

Aumenta la facturación

Parte de este apoyo se explica por la trayectoria de Gallardo, que ha construido uno de los mayores grupos industriales de España en una región remota y en la que casi nadie ha querido apostar un euro. La facturación del grupo AG (Alfonso Gallardo) -primer productor de corrugados de España y segundo de perfiles en Europa- se ha multiplicado por seis en los últimos tres años, de 328 a 2.026 millones de euros. En 2001, cuando la refinería funcione, facturará en torno a los 4.500 millones.

Pero la confianza en el proyecto no se basa únicamente en la figura del empresario. Éste ha logrado convencer a socios de tanto peso como Iberdrola, Caja Madrid o BBVA, que estarán presentes en el capital de la nueva empresa, con un 10% cada uno. "Se ha visto", explica Juan Sillero, consejero delegado del grupo AG, "que se trata de un negocio viable, dado el déficit de productos de refino (de más de 14 millones de toneladas)". Otra garantía de éxito es el acuerdo firmado entre AG y Shell. La multinacional no sólo apoyará técnicamente el proyecto, como socio tecnológico, sino que se ha comprometido a suministrar crudo y a distribuir y comercializar la producción de la refinería.

Existe, pues, amplio consenso en que Gallardo, un hombre que no ha hecho ninguna carrera y apenas ha pasado por la escuela, ha sabido ver las nuevas posibilidades que se ofrecían al refino en España. Esta actividad, que, dicen en el sector, funcionaba hasta 2003 con márgenes de beneficio mínimos, empezó a remontar a partir de esa fecha, según ha ido aumentado el consumo de combustibles en el mundo. Dicho esto, en el sector de refino no parecen ver las cosas con tanta confianza como las contempla el empresario.

Consultado sobre la situación del mercado de refino y por qué no se ha construido una sola refinería en Europa en tres décadas, Álvaro Mazarrasa, director general de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), explica que "se ha debido a las fuertes exigencias en materia medioambiental, que han hecho que invertir en una planta totalmente nueva salga tan caro que hace muy difícil recuperar la inversión". Ello explica que las grandes empresas españolas hayan optado por ampliar la capacidad de sus refinerías, algo que sale más sencillo y barato. De hecho, hay varias refinerías -Cartagena, Huelva, Castellón ...- en proceso de modernización y ampliación, por valor de más de 6.000 millones de euros.

Costes polémicos

Pero hay más pegas. La ubicación de la refinería en Extremadura, lejos de los mercados y de un puerto (como es habitual), contribuirá a encarecer los costes. "Otro peligro", señalan en el sector, "es que puede haber exceso de productos una vez que se están construyendo refinerías gigantescas en Arabia Saudí y en el norte de África". En el sector de refino no ven claro por qué le puede interesar a Shell hacerse con los productos petrolíferos salidos de Villafranca de los Barrios. "Después de vender su red a DISA, la multinacional se ha quedado sin gasolineras en España. Y no vemos que les resulte interesante enviar estos productos desde la frontera con Portugal a Francia. Saldría muy caro", apuntan estas fuentes.

En AG no parecen dar excesiva importancia a estos argumentos. En parte, porque ya los escucharon cuando decidieron construir la gran siderúrgica. "Los estudios de viabilidad nos dan la razón", sostiene Sillero.

Instalaciones del grupo siderúrgico extremeño Gallardo.
Instalaciones del grupo siderúrgico extremeño Gallardo.

El empresario de Extremadura

Gallardo, de Jerez de los Caballeros, es, sin duda para muchos, el gran empresario que necesitaba Extremadura. Tanto que Miguel Ángel Rubio, de UGT Metal no duda en calificar su trayectoria como "el milagro de lo imposible". Un milagro con 30 años de historia, pero que ha cogido fuerte carrerilla en los últimos tres o cuatro años. En cualquier caso, lo más señalado ha sido la apuesta de Gallardo por la industria, vital en una región básicamente agrícola. "Algo que sólo ha sido posible", explica Sillero, "por la mejora de las comunicaciones e infraestructuras acometidas en la región".

Las iniciativas de este empresario han sido como un maná para la región. "La inversión acumulada del grupo en Extremadura", dicen en la empresa, "supera ya los 740 millones de euros". Por lo que respecta al empleo, 1.423 de los 3.500 trabajadores directos del grupo están en la región. Sólo entre 2004 y 2007 la contribución del grupo en impuestos y tasas a la región ha sido de 789 millones de euros.

A la apuesta del empresario por la siderurgia (con inversiones en toda España y Alemania y la ampliación de Siderúrgica Balboa de 600.000 a 1,8 millones de toneladas), le ha seguido la compra de una cementera en 2005 y ahora la refinería. Además, AG se está convirtiendo en algo más que un grupo industrial. Se ha hecho con tres cabeceras de periódicos, tiene su propia empresa de construcción, que participa en el AVE a Badajoz, y está entrando ahora en energías renovables, un parque eólico, una planta de energía fotovoltaica y otra de ensamblaje de paneles solares.

Pese a que el grupo ha invertido 1.300 millones de euros sólo entre 2005 y 2007, su deuda está bastante controlada (773 millones), lo que se debe al fuerte beneficio bruto operativo (Ebitda), de 450 millones en 2007.

Las fuentes consultadas en Extremadura, que hablan de Gallardo con inusitado cariño (teniendo en cuenta que es empresario y muy rico), lo consideran un "genio natural", con "las ideas muy claras". Fuentes del sector siderúrgico consideran que "su apuesta por el acero fue segura, teniendo en cuenta que el consumo no ha parado de subir y tenemos que importar 4 de los 22 millones de toneladas que necesitamos".

El empresario, que hasta hace poco llevaba la empresa directamente ("había que consultarle para comprar un tornillo y se sentaba a negociar con los sindicatos" dice un sindicalista), ha cedido en los últimos años la gestión diaria y parte de las decisiones estratégicas a su consejero delegado, Juan Sillero, cordobés. Sin hijos, Gallardo está evaluando la posibilidad de crear una fundación.

La única pega en este escenario, sería la excesiva exposición de los productos siderúrgicos de AG a la construcción. Juan Sillero, el consejero delegado subraya, sin embargo, que "no creemos que vaya a haber una crisis. La prevista desaceleración se verá compensada por el incremento de la obra pública. De momento, el consumo de acero sigue creciendo".

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