Japón rectifica y renuncia a cazar la ballena jorobada
Los conservacionistas recuerdan que sólo quedan 20.000 de estos cetáceos
Japón da marcha atrás. El Gobierno nipón anunció ayer que suspende "durante un año o dos" la caza de la ballena jorobada, uno de los cetáceos más emblemáticos y que hace dos meses decidió cazar por primera vez en 40 años. La decisión llega después de un alud de críticas de los ecologistas, pero sobre todo después de que Australia anunciase que mandaría una patrulla para vigilar a la flota japonesa. Japón, como Noruega o Islandia, cazan ballenas amparándose en un fin científico, pero en realidad esas ballenas acaban en el plato.
La jorobada llegó al borde de la extinción. Hasta 1963, los balleneros japoneses estuvieron a punto de acabar con ella, que llega a pesar hasta 40 toneladas. De este mamífero se utilizaba la carne, la grasa y hasta las cuerdas vocales. Apenas quedaban centenares de ejemplares en el Atlántico sur cuando se suspendió la caza.
Renaud de Stephanis, presidente del Centro de Conservación, Información e Investigación de Cetáceos (Circe), explica que en el mundo quedan "entre 15.000 y 20.000 ballenas jorobadas después de estar al borde de la extinción".
En 1986, la Comisión Ballenera Internacional fijó una moratoria para cazar todo tipo de cetáceos, aunque permitía excepciones con fines científicos. Japón, Noruega e Islandia nunca aceptaron ese mandato y siguieron cazando. Sólo Japón captura unas mil ballenas al año y espera que la comisión ballenera levante al menos parcialmente la prohibición basándose en criterios científicos y no ecologistas. Noruega autoriza al año la caza de 1.096 ballenas para fines comerciales y los esquimales de Groenlandia tienen permiso para cazar unos 200 ejemplares al año.
Estos cupos estaban asumidos en todo el mundo, pero con el anuncio, hace un mes, de que cazaría 50 ballenas jorobadas en el Antártico Japón dio un salto enorme. En junio de 2006, y por sólo un voto, la comisión ballenera aprobó levantar la moratoria. La votación requería una mayoría más amplia para ser firme y fue rechazada en 2007, pero demostró que los países balleneros comenzaban a sumar apoyos.
Ayer Japón rectificó tras las presiones de la comisión ballenera y de países como Francia o Alemania, aunque manifestó su opinión de que este organismo "está distorsionado por la ideología".
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