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La gripe prefiere el aire frío y seco

Un estudio aclara por qué el virus se propaga sobre todo durante el invierno

Unos investigadores de Nueva York creen haber resuelto uno de los grandes misterios de la gripe: por qué se propaga sobre todo en los meses invernales. La respuesta, dicen, está relacionada con el propio virus. Es más estable y permanece más tiempo en el aire cuando éste es más frío y seco, exactamente las condiciones que se dan en buena parte de la temporada de gripe.

"Es más probable que el virus de la gripe se transmita en invierno por la calle que en una habitación caliente", afirma Peter Palese, profesor y director del departamento de Microbiología de la Facultad de Medicina de Mount Sinai, en Nueva York, y principal autor del estudio.

La transmisión de la gripe es ideal a 5 grados y con el 20% de humedad
El virus de la gripe se propaga mejor por el aire, y el del catarro, por el tacto
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Prevenir una epidemia estacional

Palese publicó sus resultados en la revista PLoS Pathogens. La pista crucial que le permitió hacerlo procedía de un artículo publicado tras la pandemia gripal de 1918, cuando los médicos se preguntaban por qué y cómo se había expandido el virus con tal rapidez y había sido tan mortal.

Desde que se conoce la gripe, todo el mundo se pregunta por qué en invierno. Uno de los nombres que recibe, influenza, surgió a mediados del siglo XVIII, según algunos historiadores, del italiano "influenza di freddo" ("influencia del frío"). La temporada gripal en las latitudes del norte va de noviembre a marzo, los meses más fríos. En las del sur, va de mayo a septiembre. En los trópicos no hay mucha gripe ni una temporada gripal.

No escaseaban las hipótesis. Algunos decían que la gripe se producía en invierno porque las personas permanecen en el interior de los edificios y los niños están en el colegio, apiñados, contagiándose de la gripe unos a otros y a las familias. Otros proponían que la respuesta inmunitaria disminuía porque el cuerpo fabrica menos vitamina D, o melatonina, cuando los días son más cortos.

"Sabemos que uno de los principales factores son los escolares; la mayoría de las grandes epidemias comienzan a partir de los niños", dice Jonathan McCullers, un investigador de la gripe. "Pero eso sigue sin explicar por qué en invierno. En septiembre y octubre no vemos gripe".

En cuanto al argumento de la aglomeración, dice McCullers, "nunca ha tenido sentido". Las personas trabajan juntas todo el año y se apiñan en autobuses, metros y aviones con independencia de la temporada. "Necesitábamos datos reales", añade McCullers. Pero de acuerdo con Palese, conseguir esos datos era sorprendentemente difícil. El estudio ideal expondría a personas al virus bajo diferentes condiciones y se preguntaría qué posibilidad tendrían de infectarse. Un estudio de ese tipo no se permitiría, porque no sería beneficioso para las personas, y tampoco había experimentos apropiados con animales. Para su sorpresa, Palese dio con lo que parecía una buena opción.

Leyendo un artículo publicado en 1919 en el Journal of the American Medical Association sobre la epidemia de gripe en Nuevo México, encontró un párrafo clave: "Es interesante señalar que tan pronto como la epidemia de gripe llegó a este campamento, nuestras cobayas empezaron a morirse". Al principio, escribían los autores del estudio, pensaron que los animales habían muerto envenenados. Pero, proseguían, "la necropsia de una cobaya muerta reveló señales inequívocas de neumonía".

Palese compró cobayas y las expuso al virus de la gripe. Como indicaba el estudio, la contraían y se la contagiaban unas a otras. Y así él y sus colaboradores empezaron los experimentos. Variando la temperatura y la humedad del aire en las salas donde se encontraban las cobayas, descubrieron que la transmisión era excelente a cinco grados. Descendía a medida que subía la temperatura, hasta que a los 30 el virus dejaba de transmitirse. El virus se transmitía mejor con poca humedad, 20%, y no se transmitía cuando ésta alcanzaba el 80%. Los animales también propagaban los virus dos días más a cinco grados que a la temperatura ambiente de 20 normal en el interior de las casas.

Palese señala que los virus de la gripe se propagan mejor en el aire, al contrario que los del resfriado, que principalmente se propagan mediante contacto directo cuando las personas tocan superficies tocadas antes por alguien con resfriado o estrechan la mano de alguien infectado, por ejemplo.

Los virus de la gripe son más estables en el aire frío, y la baja humedad también ayuda a las partículas virales a permanecer en el aire. Eso se debe a que flotan en pequeñas gotitas respiratorias, explica Palese. Cuando el aire es húmedo, esas gotitas absorben agua, aumentan de tamaño y caen al suelo.

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