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Columna
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Por un Rekalde independiente

Resulta que al final nuestro alumnado demuestra, tras el riojano, disponer de un buen conocimiento del castellano, lo cual no tiene por qué sorprender a nadie, puesto que en Euskadi se habla un excelente castellano, no en vano fuimos cofundadores de esta lengua en nuestras lindes riojanas y alavesas. Un lingüista checo me dijo hace años que el castellano, al fin y al cabo, no era más que una lengua romance hablada con la fonética de un vasco.

Empiezo a meterme en aguas turbias, y tiémblame la mano. Estoy escribiendo del euskera, cuestión que junto a otras pocas uno debe tratar con la exquisitez y finura de una nodriza de la realeza, pues en caso contrario te empieza a sonar el teléfono y no para. Todo por no hacer caso a una promesa que me hice durante la primera legislatura del Parlamento vasco: que hasta no recibir órdenes menores, que no las he recibido, nunca más hablaría del euskera.

El día menos pensado nos organizan sus vecinos una manifestación por su derecho a decidir

Pero algo se tendrá que decir -a no ser que queremos caer en esos silencios que luego van y estallan como en Cataluña- sobre el hecho de que sólo el 15% del alumnado que participó en el examen para el informe PISA lo hizo, por criterio de la propia administración educativa, en euskera. Lo que demuestra que la primera en saber el buen dominio de nuestros alumnos del castellano es esa administración. Por ello, conocedora de su situación, lo limita a la oferta escolar privada, con la intención de que el euskera avance en el resto.

Bueno, esto no desdice del euskera ni de sus cualidades; simplemente indica que la otra lengua de los vascos de Hegoalde es muy potente, inventada por ellos además, y que al euskera le cuesta, salvo en las zonas y ambientes donde tradicionalmente ha estado afincado, ocupar la calle, a pesar de que hace un tiempo ocupa la Administración. No está mal por ahí; si hay inteligencia e inexistencia de acoso a los que usan el castellano, quizás el euskera pueda algún día tener algo más de presencia en la calle. Hay que reconocer que el castellano es mucho castellano.

Otro tema de meditación lo constituye en esta semana el bilbaíno barrio de Rekaldeberri. Al hecho de padecer un gran corte de agua la semana pasada se le sumó otro de electricidad; y para colmo la Administración le da largas y largas, si no con las puertas en las narices, a su histórica reivindicación de disponer de metro. Ustedes me dirán que esta reivindicación es de ahora. Pues no, en este país dado a lo histórico como instrumento de legitimación, les diré que desde la gestora democrática que se constituyó a la muerte de Franco, con anterioridad al primer Ayuntamiento democrático, ya existía esa preocupación para Rekalde. Incluso en tiempos del Consejo General Vasco, con Juan Mari Bandrés al frente de la consejería de Transportes, hubo un estudio de viabilidad sobre un ramal de Otxarkoaga a Rekalde, y no salía muy mal parada la idea.

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Con todos los problemas sin responder ni solucionar en el barrio de Rekalde, vamos acabar teniendo en Bilbao una Little Catalunya en Bilbao, sin movernos de casa. El día menos pensado nos organizan sus vecinos una manifestación por su derecho a decidir, que por cosas menores ya la hemos visto en otros sitios. Que pidan su derecho a la secesión y ya verán lo rápido que les hacen caso. Todo lo malo se imita. Sólo hay que sazonarlo con un buen eslogan: Por un Rekalde Independiente, Socialista, Reunificado y Euskaldun. Es poco original, pero, funcionar, ya sabemos que funciona.

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