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Somoza lleva al futuro el fanatismo de un terrorista

Una mañana cualquiera, el revisor de un tren ultramoderno se encuentra con un pasajero que lleva injertada en el pecho una bomba capaz de volar la ciudad. Tiene dos opciones: dejar que el miedo le haga saltar por los aires o aceptar el encargo del fanático terrorista de encontrar una extraña llave, La llave del abismo (Plaza & Janés). Con este título, el escritor José Carlos Somoza (La Habana, 1959) ha ganado el VI Premio de Novela Ciudad de Torrevieja y retado al lector a sumergirse en una sucesión de códigos secretos y enigmas ambientados en una civilización poscontemporánea. En la sociedad futurista que ha levantado Somoza hay hombres andróginos diseñados genéticamente, ciudades sumergidas con cielos cubiertos de calamares fosforescentes o catacumbas de no-muertos, donde el misterio que rodea a un dios pondrá en peligro a la familia del sencillo funcionario del tren.

La novela rompe los esquemas de la literatura de terror, la fantástica y la de ciencia-ficción, creando un ambiente irreal a medio camino entre las aventuras de Julio Verne, la estética de Blade Runner y el ritmo salvaje de Quentin Tarantino. "No puedo desvelar todos los secretos de la novela", reconoce el escritor con una sonrisa enigmática. "Prefiero que el lector se enfrente a ellos en estado virgen, pero sí reconozco que los símbolos están ahí, como por ejemplo, que sea una llave lo que da coherencia al mundo o la persecución de la Verdad que llega a ser tan peligrosa".

Sin límites

Somoza, que habla a veces de sí mismo en tercera persona, explica su proceso de creación. "Siempre comienzo por la guía de viajes, donde apunto todo aquello que quiero tratar, los lugares por los que puedo pasar o no. Después doy forma a los personajes y me siento omnipotente, formándolos y deformándolos como si fueran de arcilla. Mi cualidad más característica es que no tengo límites a la hora de escribir", explica. En esta ocasión, el hilo conductor de la obra se tensa sobre la muerte de Dios, con cierto mensaje nihilista que describe el fanatismo actual.

De sus obras se dice que resultan muy cinematográficas, pero él huye de esta definición. "La verdad es que, como escritor, siempre prefiero que el lector se drogue y viaje con los efectos especiales de la propia novela, porque no hay ordenador que supere la capacidad de la imaginación".

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