Intervención en toda regla
La Administración de Bush no se detiene en exquisiteces cuando arrecian las dificultades. El Departamento del Tesoro ha negociado con las instituciones hipotecarias un plan de salvamento de las familias que consiste en congelar durante cinco años los intereses de créditos a tipo variable de los propietarios que compraron sus viviendas entre enero de 2005 y 31 de julio de 2007. Bush y sus asesores están alarmados por la elevada probabilidad de que a partir de enero de 2008 se desate en Estados Unidos y en toda regla una espiral de impagos de hipotecas -cuyos síntomas ya despuntan-, con graves consecuencias financieras y para el consumo, principal soporte del crecimiento estadounidense.
Hasta aquí, la decisión de la Casa Blanca, que los votantes beneficiados, aproximadamente 1,2 millones, sabrán valorar en su justa medida. A partir de aquí, las complicaciones. El sistema hipotecario estadounidense está construido sobre un equívoco. Una entidad de crédito puede conceder todo el dinero que necesita el comprador de una vivienda e incluso financiar sus gastos adicionales, sean ampliación o reconstrucción de la propiedad. Incluso se conceden fácilmente periodos de carencia. Pero el cliente hipotecado olvida con frecuencia, o no se le recuerda con la debida diligencia, que el tipo de interés variable de la hipoteca, que inicialmente es del 7% en promedio, puede duplicarse fácilmente en los siguientes 10 años.
Qué ocurre si los préstamos están titulizados? Porque puede suceder, y sucede, que las instituciones hipotecarias emitan bonos respaldados por la deuda contraída por el cliente; y que esos bonos estén pactados con las rentabilidades mínimas estipuladas; es decir, en este caso desde el 7% inicial al 14% futuro. Ya se ha dado el caso de jueces que inquieren antes de impartir justicia cuáles son las hipotecas que avalan bonos u otros activos financieros en cuestión.
En los mercados anglosajones los mercados se hacen respetar a sangre y fuego. Moraleja: porque se sabe que Estados Unidos es el paraíso del libre mercado, que si no cualquier mal pensado diría que la decisión de Bush supone una intervención estatal en toda regla.
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