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Columna
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AL: segunda independencia

Joaquín Estefanía

Uno de los instrumentos más útiles para conocer América Latina (AL) es el Latinobarómetro, un estudio anual de la opinión pública de 20.000 entrevistas en 18 países de la zona. Nacido en 1995, el Latinobarómetro de 2007 apareció el pasado viernes, una semana después de terminada la Cumbre Iberoamericana, como si los responsables del estudio hubieran pretendido proteger sus datos del fuego cruzado de las urgencias de ese tipo de reuniones.

El Latinobarómetro 2007 sale en un momento especial, cuando "parece haber una segunda independencia, después de 30 años de instaurar y restaurar la democracia". Y parte de lo que denomina una doble excepcionalidad, económica y política. La primera viene dada por el hecho de que todos los países de la región han registrado una expansión sostenida desde el año 2003 y de que las expectativas indican que continuará así al menos durante este año (crecimiento medio del 5%) y 2008 (4,5%). Entre 2003 y 2008, el PIB por habitante en la región habrá acumulado un incremento del 20,6%, equivalente a un aumento anual superior al 3%, en términos de promedio. Ello se ha concretado en avances en la reducción de la pobreza, disminución del paro, una tenue mejora en la distribución del ingreso en algunos países, y un aumento importante del empleo. La excepcionalidad política se manifiesta en que nunca antes había tenido lugar una ola electoral como la del año 2006, durante la cual 11 de los 18 países celebraron elecciones presidenciales, que han dado a AL un instrumento de movilización ciudadana sin precedentes.

Las privatizaciones prometieron prosperidad y trajeron servicios con mayores costes para los usuarios
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El estudio demuestra que no han tenido el efecto esperado las recetas formuladas en el pasado para solucionar los problemas de la región. Los resultados del año 2007 marcan un punto de inflexión a este respecto: la famosa frase del presidente Reagan de que "el Estado es el problema, no es parte de la solución" ha quedado desmentida por la historia. En el informe se ve con claridad cómo el Estado es parte de la solución, con un aumento de la demanda de más Estado y el desencanto de las bondades del mercado: "Así como hay un desencanto con la política, ahora vemos el desencanto con los poderes del mercado como fuente de desarrollo. Los pueblos demandan crecientemente de sus Estados la solución a sus problemas".

Más conclusiones que cuestionan algunos de los dicterios que se repiten como si fuesen parte de la cultura general, pero que no resisten el contacto con la realidad latinoamericana: los grados de democracia no tienen una relación directa, ni correlación, con los grados de modernización o apertura económica, sino que son dos desarrollos que no van necesariamente de la mano y que incluso pueden tener fuerzas antagónicas. Los procesos políticos tienen una fuerza separada de los procesos económicos. Las reformas económicas (comercio exterior, reforma financiera, fiscal, privatizaciones,...) no tuvieron el efecto esperado porque provocan impactos no previstos. A veces, lo conseguido puede ser opuesto a lo deseado. El prestigio de estas reformas es muy bajo, como ocurre con las privatizaciones. Uruguay rechazó las privatizaciones y es el país con una democracia más sólida. Las privatizaciones prometieron algo que no trajeron a sus usuarios: prometieron prosperidad y trajeron servicios que tuvieron mayor coste para los usuarios y que eran cortados por falta de pago. Esto explica la mala imagen de las privatizaciones, que comienza a cambiar de modo gradual en la medida en que los ciudadanos tienen más recursos para pagar las cuentas de luz, agua o teléfono. "Esta experiencia enseña que no se puede implantar una ambiciosa política económica sin considerar sus consecuencias políticas, porque en definitiva se provoca un proceso que no es controlado por la autoridad y se producen enormes costos que son pagados por los ciudadanos, las empresas y la propia economía de mercado, que no logra la legitimidad requerida para ser más efectiva".

Un último dato de relevancia para conocer la realidad de la región: el 90% de los ciudadanos dispone en su casa de televisión en color, mientras que sólo un 83% tiene agua potable, o un 64%, alcantarillado.

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