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La plaga de topillos resiste a las heladas

Carmen Morán Breña

El topillo resiste. Ni el fuego, ni la lluvia, ni las heladas, ni el veneno, ni el arado llamando violento a las puertas de las madrigueras. El Microtus arvalis que ha devastado hectáreas enteras de cereal en Castilla y León este verano y que reunió en gabinete de crisis al Gobierno regional, sigue en las parcelas castellanas en proporciones de plaga.

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Agricultores y sindicatos hablan de 400 a 600 roedores por hectárea. Y siguen devorando. "Estamos hartos, el otro día estaba arando y había decenas de cigüeñas esperando para picotear topillos. No estoy dispuesto a que me coman otra vez la cosecha. Hay gente que ha sembrado trigo y que le están sacando las semillas. ¿Sembramos o no sembramos? Es que ya no se sabe qué hacer", se queja insistentemente Goyo Villar, de Villalar de los Comuneros (Valladolid).

Este agricultor dice que sólo hay que abrir las madrigueras para ver que tienen pelotones de cebada acumulada. "Además, con el agua de la lluvia el grano se ha nacido" y los ratones tienen brotes frescos en la despensa, dicen los campesinos.

La Consejería de Agricultura admite la dificultad de acabar con el roedor y sigue repartiendo cebada con veneno a todo el que lo necesita. Dicen que las medidas de emergencia evitaron la plaga en los viñedos y en los regadíos.

"Pero ahora se están comiendo las colzas y los cereales tempranos y aún estamos esperando que se pronuncie el comité científico que se constituyó en verano. Por otro lado, al ratón no le mata el veneno, lo hemos metido en bidones y lo único que pasa es que acaban comiéndose entre ellos", dice el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), Julio López.

Otro agricultor, Ángel Luis Navarro, alcalde de Fresno el Viejo, el primer pueblo donde empezaron las quemas en agosto, habla de agobio, de rebrote, de que los topillos tienen crías y las heladas no les están afectando. "El año pasado no había topillos por esta fecha y mira la que se montó después, así que el próximo año no sé qué será", presagia. "En los pueblos ya no están, eso es verdad, pero los hay en el cementerio y desde luego en las parcelas. La Junta dice que ha contratado a más gente para controlar esto, pero a los ayuntamientos no nos han dicho nada", añade.

Villar dice que él mantiene las trampas de agua, donde ya no caen, pero que están en las madrigueras. "Ya estamos de los nervios".

Un topillo en un cultivo en Castilla y León.
Un topillo en un cultivo en Castilla y León.cristóbal manuel

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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