Memorias de África
En Mozambique, qué cosas, gusta el cine español, aunque muchas de las historias que cuenta les resulten muy remotas. El laberinto del fauno, por ejemplo, fue comentada por estudiantes locales en la creencia de que las fantasías de la niña correspondían a iconos de la Guerra Civil española. O se preguntaban si Camarón había sido un ser real o de pura ficción. Eran charlas suscitadas por la semana de cine organizada en Maputo por la Embajada española, con películas en DVD servidas desde Portugal o Brasil, dada su necesidad de subtítulos en portugués. "Nuestro ministerio nos ayuda poco", se quejaban los promotores. "No parecen interesados en difundir nuestro cine". Pero allí todos se sentían atraídos por lo que veían en la pantalla, como contrapunto a la pésima programación de TVE Internacional que les llega, y que les deja perplejos por su nadería.
Hasta en Maputo alucinan al contemplar cómo actrices y actores del cine español deben hacer las tonterías que les exige el programa de turno para promocionar una película. Esta semana estamos viendo en varios canales a la estupenda Maribel Verdú apoyando, y con razón, la película mexicana La zona, recientemente premiada en Toronto y en Venecia, en la que ella interviene con su habitual entrega y talento, y que hoy se estrena. La imagen que las teles dan del cine español corresponde a la que difunden del propio país. Lejos están aquellos tiempos en que quienes hacían una película se limitaban a hablar de ella; en la tele de ahora tienen que disfrazarse, aguantar al gracioso de turno, hacer chorradas... y la película desaparece entre las tontunas del programita.
Los espectadores de Mozambique no entienden qué motivos puede haber para interesarse por los cotilleos de famositos que les son desconocidos. Las películas, en cambio, les importan más... aunque a veces, como digo, les falten referencias,
También en Marruecos se está viendo cine español durante esta semana, concretamente en Tánger, hasta donde el festival de Málaga ha ampliado su poderío. Con nutrida presencia de jóvenes actores y actrices preferentemente de la tele, esta primera semana de cine español ha estado fuertemente amparada por las autoridades locales y españolas. Han echado el resto en Tánger. Maputo, sin embargo, está allá, muy lejos. De Marruecos sólo nos separan 14 kilómetros, que es precisamente el título de la vigorosa nueva película de Gerardo Olivares, máximo galardón en la recién clausurada semana de cine de Valladolid. Olivares es uno de los pocos cineastas que se interesa realmente por el mundo africano. Y que lo entiende. Ojalá se pudieran difundir sus películas en la tele.
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