Carmen salvada de las aguas
Tras los destrozos causados por la última gota fría en el nuevo teatro de ópera valenciano, Carmen consiguió arrancar el martes, con 10 días de retraso y mucho trabajo suplementario para técnicos y artistas. Construido sobre el antiguo cauce del Turia, "algo" no funciona en el Palau de les Arts, y el agua arrasa lo que se encuentra bajo el nivel 0 (el de la calle): maquinarias, sistemas electrónicos y audiovisuales, decorados, vestuarios, salas de ensayo... Nadie da una explicación de lo ocurrido, y todo el mundo se quita las pulgas de encima.
En el palco principal se encontraban, sin embargo, -escenificando una armonía irreal- los agentes en conflicto: Santiago Calatrava (arquitecto del edificio), Francisco Camps (presidente de la Generalitat) y Rita Barberá (alcaldesa de la ciudad). Conflicto grave, porque nadie garantiza tampoco la seguridad del espectacular edificio ante las próximas embestidas, tan frecuentes en los otoños valencianos. Carmen pudo salvarse esta vez porque decorados, vestuario y plataforma escénica se colocaron a nivel 0 ante la primera inundación (22 de septiembre), mucho más débil que la del 11 de octubre.
CARMEN
De Bizet. Solistas: Julia Gertseva, Miroslav Dvorský, Carlos Álvarez, Alexia Voulgaridou. Orquesta de la Comunidad Valenciana. Director musical: Lorin Maazel. Director de escena: Carlos Saura. Palau de les Arts. Valencia, 6 de noviembre de 2007.
Con tales premisas no proceden exigencias rigurosas en lo referido al ajuste entre orquesta y escena. El teatro estuvo sin electricidad hasta hace poco. Se ensayó donde se pudo. Lorin Maazel, con todo, logró una lectura refinada de la obra, como cabía esperar. Mantuvo las partes habladas originales, aunque recortadas. Orquesta y coros respondieron bien, sobre todo a partir del segundo acto. Carlos Saura, como director de escena, utilizó telones con reproducciones de Doré alusivas a la España del XIX. La acción quedó enmarcada por unos sencillos paneles translúcidos, que permitían estructurar los diferentes espacios según la colocación y la luz. Chocó, frente a esa defensa de lo esencial y hasta del minimalismo, la escenografía casi de cartón-piedra para el cuadro de la montaña.
Muy conseguido, en general, el difícil equilibrio que plantea Carmen entre lo popular y lo culto. Hubo, sin embargo, otros resbalones. Un ejemplo: los cascos de combate que llevaban los soldados (¿para frenar, acaso, a las cigarreras?). Otro: la forma en que Carlos Álvarez (Escamillo) manejó la capa de torero: mejor, no siéndolo, dejarla quieta. Tampoco vocalmente estaba en su mejor momento, sobre todo en la franja aguda.
Julia Gertseva fue una Carmen con talento dramático, pero de prestaciones muy desiguales y un vibrato excesivo. Miroslav Dvorský (Don José), indudablemente voluntarioso, utilizó el grito con frecuencia, y el falsete alguna vez. En cuanto a Voulgaridou cumplió, sin más.
Con todas las entradas vendidas, se reza en Valencia para que no llueva, ni siquiera un poquito.
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