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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Acábenla de una vez

No basta con que el Gobierno pida disculpas para acabar con el caos ferroviario en Cataluña

Zapatero ha entonado el mea culpa al asumir la plena responsabilidad en el caos ferroviario que vive Cataluña. Así lo ha declarado en el debate sobre las infraestructuras catalanas celebrado el pasado miércoles en el Congreso. Está bien el gesto, pero desde luego el presidente debe saber perfectamente que eso no basta y que hasta puede sonar a hueco. Asumir responsabilidades, como por otra parte no podía ser de otro modo, exige poner remedio cuanto antes al desastre -y desgaste electoral para los socialistas- que supone la suspensión del tráfico del servicio de cercanías debido a los socavones en las obras del AVE.

El Gobierno se ha quedado en esta ocasión solo. A las recriminaciones como de costumbre del PP -un tanto oportunistas, porque en el origen de este caos y el déficit de inversiones en infraestructuras en Cataluña están los populares durante el mandato de Aznar- se han sumado en bloque todos los partidos catalanes a excepción del PSC. Evidentemente, poco pueden satisfacer esas disculpas a esos más de 160.000 viajeros diarios que han visto trastornada su vida laboral tras la interrupción de los trenes de cercanías en la zona de Bellvitge.

De lo que se trata ahora es de devolverles la normalidad en el plazo más rápido posible. Pero, por desgracia, eso Zapatero no lo ha podido garantizar, más allá de algunas acciones puntuales como la rescisión del contrato a la empresa de ingeniería Cygsa, que realizaba la supervisión de las labores en el túnel de Bellvitge, y el cambio de todo el equipo directivo de la compañía constructora OHL, que se equivocó en el sistema de sellado, lo que derivó en las filtraciones que han causado los socavones.

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Resulta de sentido común que al final el Gobierno haya decidido paralizar las obras del AVE y anteponer la seguridad de los usuarios y los ciudadanos que viven en el entorno. ¿Cuánto tiempo tendrán aún que esperar los sufridos viajeros de esa zona industrial -granero, por cierto, del voto socialista- para poder disfrutar del servicio de cercanías? En un principio se hablaba entre 10 y 15 días, pero ahora nadie se arriesga a fijar una fecha. Zapatero tampoco la ha querido poner en lo que concierne a la inauguración del servicio de alta velocidad Madrid-Barcelona, que estaba previsto para el 21 de diciembre y al que luego le seguirían el de la llegada del AVE a Málaga, el 22, y Valladolid, el 23. Mejor así, so pena de un nuevo ridículo. Sin embargo, el presidente ha adelantado que en cualquier caso será antes del 9 de marzo, la previsible fecha de las elecciones generales.

Por lo que respecta a la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, ha quedado patente su incompetencia en la gestión de esta obra, sus contradicciones, la ligereza para descargar culpas en otros y su patética resistencia a dimitir. Desde luego, no es la única responsable del desbarajuste, pero hoy por hoy representa una rémora para Zapatero. Él sabrá.

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