Calderón recurre al Ejército
La corrupción policial obliga al presidente mexicano a utilizar a los militares
Unas 12 toneladas de cocaína, un arsenal que incluía un lanzacohetes capaz de inutilizar un carro blindado, la captura de la Reina del Pacífico, considerada una pieza clave en el tráfico de drogas. Las últimas semanas, el Gobierno de México ha presentado estos trofeos como ejemplo de que el combate contra el narcotráfico y el crimen organizado va por buen camino. El presidente Felipe Calderón y la propaganda oficial repiten en la radio y la televisión que están ganando la batalla por alejar la droga de los hijos de los mexicanos.
El Ejército se incautó el 5 de octubre del mayor cargamento de droga descubierto hasta la fecha (11,7 toneladas) en una bodega de la ciudad portuaria de Tampico (Tamaulipas), punto estratégico para el trasiego de cocaína desde Colombia a Estados Unidos. En este año, el Gobierno federal ha decomisado 22 toneladas de droga, cantidad que supera las 21,2 toneladas logradas en 2006. Una semana antes, un enfrentamiento entre militares y narcotraficantes en el mismo Estado permitió descubrir un arsenal de guerra con lanzacohetes, granadas, armas largas y varias camionetas blindadas.
La implicación del Ejército se debe a la incapacidad de los cuerpos policiales
En los 10 primeros meses del año, 220 agentes han sido asesinados
Antes de estos operativos, la policía capturó en la Ciudad de México a Sandra Ávila Beltrán, la Reina del Pacífico, que, según la Fiscalía Antidrogas, tenía un papel importante en los embarques de cocaína para las organizaciones criminales y el lavado de dinero.
La plena incorporación del Ejército en los operativos contra el narcotráfico ha permitido, según las autoridades, dar golpes contundentes a la estructura de los grandes carteles de la droga. Unidades militares han participado este año en 13 enfrentamientos armados con grupos del crimen organizado en los Estados de Nuevo León, Tamaulipas y San Luis Potosí. La directa implicación del Ejército es consecuencia de la incapacidad de los cuerpos policiales que, en su mayor parte, están seriamente infiltrados por el crimen organizado. Por primera vez, los militares están siendo movilizados a lo largo de todo el país, en operativos permanentes.
Esta semana llegaron a Sinaloa tropas procedentes de Oaxaca y Puebla para combatir el tráfico de armas y los cultivos de marihuana y amapola. Para algunos especialistas, el Ejército es la última carta del Gobierno, pero no es garantía de éxito. Recuerdan que no es una institución limpia de polvo y paja, ya que no es ajena a la corrupción del narcotráfico. Sin ir más lejos, el general Jesús Gutiérrez Rebollo, ex zar antidrogas, está preso por complicidad con el cartel de Juárez.
En los 10 primeros meses del año, 220 miembros de las fuerzas de seguridad han sido asesinados. Cuatro Estados (Guerrero, Nuevo León, Michoacán y Sonora) concentran la mitad de los homicidios, según un recuento del diario Reforma. Son Estados donde las dos grandes organizaciones de narcotraficantes, cartel del Golfo y cartel de Sinaloa, se enfrentan violentamente por el control de rutas de distribución de droga.
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