Nacionalismos y mala educación
Por encima de nacionalismos, banderas e himnos no hay más que una necesidad primitiva de permanecer a un determinado ámbito en el que diluir la fragilidad de los individuos. Yo que no entiendo, ni quiero, de nacionalismos trasnochados, de ninguno, no puedo entender actitudes impropias de este siglo. Trabajo en un hospital aragonés próximo a Cataluña, y no es infrecuente recibir pacientes que han requerido una primera atención en el sistema catalán de salud. Tampoco es infrecuente que el informe de atención, herramienta indispensable para realizar una adecuada continuación de los cuidados, esté escrito en catalán, aun a sabiendas de que las personas a las que va dirigido (paciente, personal sanitario, familiares...) no manejan esa lengua. Quizá no haya que profundizar demasiado en estos aspectos. En el fondo, no es ni más ni menos que un problema de educación. De mala educación.
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