Entre amigos
Los cubanos han tenido ocasión de escuchar por radio durante hora y media a Fidel Castro. El pretexto ha sido la nueva visita a Cuba de Hugo Chávez, la séptima desde julio de 2006, y el espectáculo mediático organizado para la ocasión por el mandatario venezolano, un Aló, presidente televisado, esta vez con el pretexto del aniversario del Che Guevara.
Castro, que no ha sido visto en público desde hace más de un año, no sólo ha dado a sus escuchas la impresión de mantener el tono vital suficiente como para permanecer esa eternidad al teléfono. La enfermedad y la edad (81 años) han apagado la locuacidad torrencial del líder cubano, pero no un discurso mental lo suficientemente afinado como para replicar con humor a los desmesurados halagos políticos de Chávez hacia su persona con la cita de José Martí "toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz". Por lo demás, Castro, a quien ha podido verse visiblemente envejecido en un resumen de vídeo de la larga entrevista sostenida con Chávez el sábado en La Habana, sigue siendo el hombre sobrio en el vestir acreditado durante tantos lustros. Su austeridad se ha trasladado ahora al inseparable chándal de convaleciente que exhibe con su apellido sobre el pecho.
Frente a la relativa mesura del declinante comandante cubano, el histrionismo poco pudoroso del presidente de Venezuela, que ha viajado a Cuba con varios de sus ministros para profundizar los ya estrechos vínculos entre los dos regímenes caribeños. Chávez, que va a preinaugurar una refinería rusa modernizada con dinero venezolano, ni siquiera ha sido capaz de ahorrar a la audiencia sus dotes como cantor de las hazañas revolucionarias del Che.
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