Los agricultores no quieren ya producir cereales para el biodiesel
La carestía del grano para el consumo hace que el ecológico no sea rentable
Los cultivos energéticos están heridos de muerte. La obsesión por acaparar grano para los biocombustibles provocó escasez de producción de cereal y oleaginosas para la fabricación de piensos para consumo humano. Así, el precio de estas materias se ha disparado y ya no compensa dedicarse a la producción ecológica, ni con subvención. Este año, la superficie de cultivo de girasol y cebada para la producción energética ha caído un 15,2%.
Acción y reacción. El mercado se ha regulado sólo siguiendo la ley de la oferta y la demanda, acabando con los planes preestablecidos por las distintas administraciones. Lo que no era rentable hace dos años, ahora es una mina y los agricultores han cambiado de objetivo. La producción ecológica está en declive. Frente a una superficie en 2006 de 216.000 hectáreas, en 2007 la cifra bajó hasta poco más de 183.000 hectáreas de las que 135.600 correspondieron a girasol y poco más de 35.000 a cebadas. A esta situación negativa para los agricultores que optaron por los cultivos energéticos, se suma el rebasamiento de la cuota comunitaria de dos millones de hectáreas a tres millones, lo que se traducirá en una rebaja de la ayuda de 45 a sólo 30 euros por hectárea.
Los cultivos energéticos, (la producción de cereales u oleaginosas con destino a las industrias de biocombustibles), se contemplaba hasta hace muy poco tiempo como una alternativa interesante para los agricultores a la hora de mejorar sus ingresos. Fruto de esa política, empresas de biocombustibles y agricultores suscribieron contratos para la producción de estas materias primas a unos precios ligeramente superiores a las cotizaciones habidas en los últimos años en los mercados. En esa línea, se suscribieron contratos a entre 0,22 y 0,23 euros para el kilo de pipa de girasol o a 0,12 euros para la cebada. A esa cifra, los agricultores sumaban la compensación comunitaria de 45 euros por hectárea.
Esa situación ha sido pulverizada por el desarrollo de los mercados de las materias primas en los últimos meses. Frente a esos ingresos fijados en los contratos para la entrega las empresas de biocombustibles, los precios del mercado han sido prácticamente el doble.
Incumplir contratos
Ante esta situación, en medios agrarios muchos agricultores se han planteado la posibilidad de incumplir esos contratos y comercializar la pipa o el cereal en el mercado para consumo. Para el responsable de los servicios técnicos de UPA, Javier Alejandre, las empresas tienen derecho a recibir la materia prima contratada y a los precios fijados. Sin embargo, se teme que las empresas, en lugar de utilizar esa materia prima para la producción de biocombustibles, acaben comercializando la misma en el mercado, lo que supondría igualmente un incumplimiento del contrato.
A la vista de esta situación en los mercados y las perspectivas que se barajan a medio plazo, todo parece indicar que los cultivos energéticos o para biocarburantes tienen un futuro negro en los próximos años.
Los precios elevados de los cereales para la obtención de bioetanol ya se ha traducido en los últimos tiempos en una paralización de la actividad industrial en algunas plantas ante la imposibilidad de lograr un producto competitivo en estas circunstancias de los mercados. Una situación similar se repite con los precios del girasol, la soja o la colza para las plantas de biodiésel.
Por otro lado, la Administración española ha llegado a un acuerdo sobre la cría de pollo. Tras varios años de negociaciones, organizaciones agrarias, cooperativas y las empresas integradoras han sucrito un acuerdo con el Ministerio de Agricultura que afectará a 5.000 explotaciones con una producción media de 700 millones de cabezas. Se ha establecido que el tiempo de crianza de un pollo no supere los 58 días.
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