Cuidado con el contagio
Existe una elevada probabilidad de que las instituciones financieras españolas no resulten afectadas directamente por la crisis hipotecaria en Estados Unidos, por la razón bien sencilla de que no practican las operaciones de préstamo fuera de balance avaladas contra activos de riesgo elevado o dudoso. No está claro a quién debe atribuirse el mérito de esta inmunidad; quizá a las normas estrictas del Banco de España, quizá a que la rentabilidad espectacular de las actividades bancarias en España ha evitado que se preste atención a operaciones de mayor riesgo. Ahora bien, existen consecuencias que van más allá de la salud bancaria. Son las que se derivan de la pérdida de confianza de las instituciones de inversión en proyectos que antes financiaban sin pestañear, pero que ahora consideran de riesgo insoportable.
La suspensión de pagos de la inmobiliaria Llanera ilustra a la perfección la perversa confluencia de la crisis de confianza y de liquidez con el frenazo del mercado inmobiliario en España. A Llanera no le ha perjudicado solamente la reticencia de las instituciones financieras a confiar en su capacidad para hacer frente a su endeudamiento, sino la inadecua-da estructura de su financiación a largo plazo -sostenida con créditos a corto plazo- y la desaceleración del mercado de la construcción. Ya no se venden todos los grandes complejos turísticos que se construyen, ni todos los campos de golf que se proyectan, ni todas las promociones de vivienda que se terminan.
Es muy probable que Llanera sea un caso aislado y que las zozobras de liquidez no afecten gravemente a las grandes constructoras e inmobiliarias. Aunque pueden trastornar a las pequeñas promotoras de última hora, muy dependientes de proyectos especulativos financiados con escasa prudencia. Pero mientras los mercados de inversión se estabilizan y se tranquilizan definitivamente las Bolsas, resulta inevitable percibir el riesgo de la elevada concentración de deuda familiar y empresarial en la construcción. Supera ya el billón de euros. Importa, por tanto, y mucho que los precios de la vivienda sigan cayendo poco a poco; y que el volumen de las iniciadas cada año siga disminuyendo de forma muy moderada. Hoy, cualquier movimiento brusco puede ser fatal.
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