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Reportaje:

Guerra de aniversarios en Rusia

Putin celebra en el Kremlin su 55º cumpleaños rodeado de militares mientras los liberales reúnen a 2.000 personas para recordar a la asesinada periodista Anna Politkóvskaya

Pilar Bonet

Rusia conmemoraba ayer dos aniversarios dispares, el primero del asesinato de la periodista Anna Politkóvskaya y el 55 del nacimiento del presidente Vladímir Putin. El estado de ánimo de la sociedad rusa actual quedó patente en los actos callejeros para celebrar uno y otro acontecimiento. Los liberales, desunidos y marginados, reunieron un máximo de 2.000 personas en un mitin para honrar la memoria de Politkóvskaya, mientras los nacionalistas de Nashi, un movimiento de verbo agresivo y demagógico que es fomentado y apoyado por la Administración presidencial, sacaba a 10.000 jóvenes para conmemorar el cumpleaños de Putin.

El jefe del Estado decidió celebrar su fiesta de cumpleaños en el Kremlin en compañía de altos cargos del Ministerio de Defensa, oficiales y familiares de caídos por la patria. "Me reúno con gente que respeto profundamente, les respeto por todo lo que hicieron ustedes y sus subordinados para el renacimiento del Ejército y de Rusia", dijo el presidente a los uniformados, entre los que se encontraban los aviadores que habían volado con él a Chechenia y los capitanes de la flota de submarinos.

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A lo largo de todo el día, numerosas personas desfilaron ante el domicilio de Politkóvskaya y depositaron flores en el lugar donde fue asesinada, y donde se inauguró una placa conmemorativa. En el centro de Moscú, unas 800 personas (entre 1.500 y 2.000 según los organizadores; 200, según la alcaldía) participaron en un mitin dedicado a su memoria. El acto adoptó una resolución exigiendo encontrar y castigar a quienes encargaron y realizaron el asesinato de la periodista, convertida en un símbolo de la libertad de expresión en Rusia.

En el mitin, el ex jefe del Gobierno Mijaíl Kasiáno situó a Politkóvskaya entre las "autoridades morales" de Rusia, al mismo nivel que el científico y premio Nobel de la Paz Andréi Sájarov. Con Politkóvskaya se llegó a la cifra de 211 periodistas asesinados en el país desde 1993, según dijo Alexéi Símonov, de la fundación Glásnost. "Politkóvskaya luchaba contra la ilegalidad, la violencia y la mentira", afirmó Liudmila Alekséyeva, presidente del Grupo de Helsinki en Moscú.

Un grupo de asistentes coreó la consigna "Rusia sin Putin". "La Rusia del servilismo está con Putin y la Rusia valiente está con Anna", exclamó el político liberal Borís Nemtsov. La policía realizó un enorme despliegue en torno al mitin, que discurrió sin incidentes.

En otra zona del centro de Moscú, el movimiento nacionalista juvenil Nashi realizó una concentración para felicitar al presidente, a la que según los organizadores asistieron 10.000 personas. Los jóvenes, procedentes de 20 regiones del país, apoyaron el denominado Plan Putin (el programa de Rusia Unida) y colgaron banderas rusas en los edificios más altos de la capital. Además, desplegaron una tela enorme, realizada a partir de centenares de colchas con tejidos de las distintas regiones de Rusia, a modo de símbolo de la pluralidad del país. El movimiento Nashi encargó rezos por Putin en todas las iglesias de la capital. En San Petersburgo, las juventudes de Rusia Unida organizaron un mitin-concierto.

Por la noche, los canales de televisión obsequiaban a Putin con programas especiales dedicados a su persona. En el canal moscovita, se subrayaba su "energía" y su "forma física", supuestamente mejorada con el tiempo, mientras se hacían numerosos comentarios lisonjeros sobre el carácter providencial y único de su mandato.

En el canal estatal ruso, el director de cine Nikita Mijailkov presentaba su propia contribución, en la que predominaban las imágenes del poderío militar ruso y de Putin en uniforme. Mijailkov daba por supuesto que Putin dejará el Kremlin y afirmaba que el líder, haga lo que haga, actuará con la "dignidad de un hombre y un oficial".

Entre las copas llenas de champán y las pecheras de uniformes cargadas de medallas que llenaban la sala Yekaterina del Kremlin, culminaba para Putin una intensa semana. Su decisión de aceptar el liderazgo de la lista de Rusia Unida en las legislativas del 2 diciembre ha convertido esos comicios en un referéndum sobre su presidencia.

Algunos de los invitados del presidente estrenaban ayer nuevos cargos. Entre ellos, Mijaíl Fradkov, el ex jefe de Gobierno reemplazado súbitamente en septiembre, que ha pasado a convertirse en el jefe del Servicio de Espionaje Exterior de Rusia. Putin anunció el nombramiento de Fradkov el sábado en Dushambé, la capital de Tayikistán, donde se había reunido con los líderes de los países postsoviéticos.

De los círculos del poder surgen señales que el ciudadano de la calle no está en disposición de valorar, como por ejemplo la detención del general Alexandr Búlbov, uno de los jefes del Servicio de Control de Narcóticos, que dirige Víctor Cherkézov, un peterburgués considerado como un hombre de la confianza de Putin.

La detención de Búlbov, supuestamente por extralimitarse en sus funciones y organizar escuchas telefónicas, y de varios altos funcionarios del servicio de narcóticos ha sido interpretada como un síntoma de luchas intestinas en las que están enfrentados los diferentes grupos de veteranos de los servicios de seguridad que acompañaron a Putin desde San Petersburgo a Moscú, y que tratan de tomar posiciones ahora para la nueva etapa política rusa.

Muchos están convencidos de que, ocupe el cargo que ocupe, Vladímir Putin seguirá al frente del poder también en el futuro.

Un grupo de personas permanece junto a un retrato de Anna Politkóvskaya durante una marcha ayer en Moscú.
Un grupo de personas permanece junto a un retrato de Anna Politkóvskaya durante una marcha ayer en Moscú.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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