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Reportaje:

La ruta de la basura

El vertedero de San Marcos envía en camiones parte de sus desperdicios a los basureros de Azpeitia, Beasain y Zarautz

Mikel Ormazabal

Al vertedero de San Marcos acuden a diario decenas de camiones cargados de basura. Esto viene ocurriendo, casi de forma invisible, durante los últimos 30 años, desde que se creó el principal basurero de Guipúzcoa, ubicado junto a la A-8 y el municipio de Rentería. A este basurero vienen a parar los desperdicios que generan los 305.481 habitantes de San Sebastián y su comarca. Todos los días se descargan 403 toneladas (1,32 kilos por persona) en un área que, según los técnicos, ya ha sobrepasado los límites que admite su capacidad.

La situación del vertedero de San Marcos se ha convertido en las últimas fechas en uno de los problemas más graves e irresueltos de Guipúzcoa. Su clausura estaba anunciada desde el pasado 30 de septiembre, pero los desperdicios domiciliarios siguen llegando. Había un acuerdo con el resto de las mancomunidades para que las basuras fueran desviándose a otros tres vertederos -Sasieta (Beasain), Lapatx (Azpeitia) y Urteta (Zarautz)- con la condición de que San Marcos aceptara construir en su ámbito territorial la polémica incineradora.

Un camionero hace tres viajes al día para llevar los desechos a de Rentería a Beasain

Nada de esto se ha cumplido y la solución de las basuras sigue aún pendiente. Así se continúan arrojando desechos en Rentería, pese a la insistencia con que su ayuntamiento y el de San Sebastián, ambos gobernados por los socialistas, han exigido el cierre inmediato.

Desde este pasado verano, aproximadamente, en San Marcos se está depositando una parte de los desechos domiciliarios. Un 20%, según los responsables de esta mancomunidad, realiza la conocida como "ruta de la basura", que tiene como destinos los vertederos de Sasieta (Beasain), Lapatx (Azpeitia) y Urteta (Zarautz). Sólo se traslada una quinta parte de los residuos, cuando había un compromiso de llegar al 50% hasta el 30 de septiembre y al 100% a partir de ese día.

Los camiones que hacen la ruta de la basura inician su trabajo por la noche, pueblo a pueblo. Iñigo, con 16 años de experiencia en estas labores, conduce uno de estos vehículos que hace desaparecer la basura de las calles de Pasaia y la entrega al vertedero: "Antes hacíamos la recogida a mano, sin ningún reciclaje; ahora se ha mejorado, pero aún queda mucho por hacer, sobre todo con los grandes productores de basura, como los centros comerciales y las empresas", asegura.

Iñigo accede hasta la estación de transferencia de San Marcos, de reciente construcción y desde donde se distribuye la basura a los otros tres vertederos abiertos en la provincia. Es una planta compuesta por tres grandes tolvas donde los camiones descargan las bolsas de residuos. Una prensa hidráulica las compacta e introduce en unos grandes contenedores con una capacidad de 60 metros cúbicos, explica Fernando Barros, responsable de la construcción de la planta de transferencia. Un tráiler engancha estos contenedores alargados y los traslada a Beasain, Azpeitia o Zarautz. Hasta ahora, sólo están saliendo media docena de estos containeres.

Peio es camionero y realiza tres viajes al día desde San Marcos hasta Beasain. La basura viaja por la N-I durante casi una hora: "El momento más delicado es el de la descarga en el vertedero. Hay que encontrar una zona firme, bien asentada y llana para levantar el remolque y dejar caer la basura". A las dos horas, Peio ya ha vuelto a San Marcos para repetir la operación.

El trasiego de camiones no cesa en San Marcos. Los que traen la basura de los pueblos se cruzan con aquéllos que después la desvían, una vez apelmazada, a los otros basureros. Como ocurre con la energía, la basura nunca desaparece, sólo cambia de forma y de lugar.

El dilema de continuar o irse del consorcio de residuos

Los anteriores responsables de la Diputación de Guipúzcoa creyeron resuelto el problema de las basuras al aprobar, casi al término de la pasada legislatura, la construcción de una incineradora en Zubieta, dentro del término municipal de San Sebastián. Fue un acuerdo respaldado por el consistorio donostiarra y por todas las mancomunidades que gestionan las basuras.

Sin embargo, tras las elecciones municipales de mayo pasado, que cambiaron la correlación de fuerzas políticas en algunos ayuntamientos, los partidos contrarios a la incineración -EB, ANV y Aralar- se hicieron con la mayoría en la mancomunidad de San Marcos, que en-globa a la capital guipuzcoana y nueve municipios de su entorno.

La posición de San Marcos ha creado una situación muy embarazosa para las mancomunidades que defienden la planta de combustión. El Consorcio de Residuos, creado en vísperas de las elecciones y que agrupa a la Diputación y las mancomunidades, es el organismo encargado de gestionar las infraestructuras para tratar las basuras de Guipúzcoa. En su seno ya han comenzado las tensiones entre los directivos de San Marcos, por un lado, y el gobierno foral y las mancomunidades restantes, por otro. Como castigo por su negativa a aceptar la incineración, los vertederos abiertos en Guipúzcoa se niegan a recibir toda la basura del vertedero de San Marcos el pasado 30 de septiembre, fecha fijada hace más de medio año.

A la mancomunidad de San Marcos sólo le quedan dos opciones. O continúa como miembro del consorcio a todos los efectos, lo que supondría acatar los acuerdos de la mayoría y asumir en sus dominios la futura incineradora, o bien se desvincula del consorcio y rompe con los compromisos firmados hasta ahora con las mancomunidades. Esta última salida significaría asumir una gestión propia de los residuos, como defienden Ricardo Ortega (EB) e Imanol Azpiroz (ANV), presidente y vicepresidente de San Marcos, respectivamente. Del mismo modo que la mancomunidad de Txingudi decidió hace unos años construir una incineradora para Irun y Hondarribia -ahora han abandonado este proyecto y se han sumado al consorcio-, San Marcos también podría desligarse del resto de mancomunidades y solucionar por su cuenta el problema de sus basuras.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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