¿Dónde están los asesinos de Politkóvskaya?
Un año del crimen de la periodista rusaAnna Politkóvskaya, símbolo de la libertad de expresión de Rusia, fue asesinada hace un año. Del culpable de este despiadado crimen, que sin duda fue un aviso para todos los periodistas que trabajan en el país, aún no se sabe nada. Fue abatida a tiros en la escalera de su domicilio de Moscú el 7 de octubre de 2006. Dmitri Murátov, el director de Nóvaya Gazeta, el periódico donde trabajaba la periodista, asegura que la voluntad del presidente Vladímir Putin es "fundamental" para que la investigación -torpedeada desde varias instituciones del Estado-, pueda llegar a los promotores del crimen.
Murátov colabora con el equipo investigador, dirigido por el fiscal de instrucción Piotr Garibián, y confía en su rigor profesional. No obstante, el periodista teme que "la gran política se mezcle" a la hora de determinar quién ordenó el crimen. Murátov afirma que el "criminal está en Rusia", aunque el fiscal general, Yuri Chaika, diga que el hombre que pagó y encargó el crimen está en el extranjero.
Las sospechas en el crimen de la periodista rusa apuntan a la complicidad entre delincuentes y funcionarios de organismos de seguridad
"Fue asesinada por su actividad profesional, por temas como Chechenia o la corrupción", dice el director del diario en el que trabajaba
"La voluntad de Putin es fundamental para que la investigación siga", dice Murátov
Detenidos están diez presuntos implicados en el asesinato de Politkóvskaya, periodista que se distinguió por sus denuncias de las atrocidades cometidas en Chechenia y de las violaciones de derechos humanos en Rusia y particularmente en la zona del Cáucaso. Las detenciones comenzaron a mediados de agosto y entre los arrestados hay "chechenos, miembros de una banda criminal y funcionarios del Servicio Federal de Seguridad y del Ministerio del Interior en activo", afirma Murátov. Un representante del tribunal de Moscú y un alto cargo del Servicio Federal de Seguridad (FSB, en sus iniciales rusas) divulgaron los nombres de los detenidos, lo cual perjudicó a la investigación, al tener el efecto de un aviso que permitía a otros sospechosos, actualmente en libertad, ponerse en guardia.
El director de Nóvaya Gazeta está al corriente del sumario y conoce la envergadura de los intereses gremiales y políticos que, lejos de la vista del público, convergen (o chocan) en el caso de su colega asesinada. El periodista informado está -por ley- obligado a guardar silencio y puede ser procesado, si divulga lo que sabe. Tal vez por eso, Murátov parece hacer equilibrios en la cuerda floja cuando habla de la investigación. En ella ha habido progresos y también retrocesos.
Hoy por hoy, las sospechas apuntan hacia una complicidad entre delincuentes y funcionarios de órganos de seguridad. "Existe una comunidad criminal de gente con galones, perteneciente a los cuerpos de seguridad y policiales, que están al servicio de una banda criminal", dice el periodista. En esta "comunidad delictiva", las "gentes con galones" utilizaron los recursos destinados a luchar contra el terrorismo o la delincuencia (base de datos, escuchas telefónicas, vigilancia) al servicio de los "bandidos" y fueron "recompensadas" por la ayuda.
Uno de los arrestados es el teniente coronel Pavel Riáguzov, del FSB. Los intentos (fallidos) del Tribunal Militar del Distrito de Moscú de poner en libertad a Riáguzov son chocantes, por cuanto se trata, según Murátov, del mismo tribunal (y del mismo juez) que absolvió a los oficiales del cuerpo de paracaidistas acusados del asesinato de Dmitri Jólodov, un periodista especializado en la corrupción del Ejército que murió víctima de un paquete bomba en 1994. Aquella absolución y el curso del proceso dejaron muchas dudas entre quienes lo siguieron.
"Politkóvskaya fue asesinada por su actividad profesional, por temas como Chechenia o la corrupción o tal vez por ambos temas a la vez", señala Murátov. Descartadas han sido las versiones que conducían a los fascistas rusos, a un conflicto personal o de propiedad, así como la que implicaba a oficiales de las Fuerzas de Intervención Especial de una región siberiana, cuyas tropelías en Chechenia fueron desenmascaradas por Politkóvskaya.
¿Se refiere Murátov a delincuentes en las instituciones estatales o a instituciones delictivas? Al calibrar la envergadura del entramado que se perfila detrás del crimen, Murátov señala: "El nivel de corrupción en los servicios (de seguridad e interior) ha llegado a tal nivel, que no son reformables". "Hace mucho tiempo que los servicios se transformaron en un negocio. Deberían trabajar para el Estado, pero trabajan para sí, escuchan, vigilan, analizan", afirma el director de Nóvaya Gazeta.
Aleksandr Budberg, un analista con excelentes conexiones en el Kremlin, publicó el 20 de septiembre un comentario sobre el caso Politkóvskaya, que ha sido interpretado como una interpelación directa a Putin para que ponga fin a la impunidad de la que gozan de las estructuras de seguridad ante la acción de la justicia. "Aquí nadie juzga a oficiales del Servicio Federal de Seguridad en activo. Si huele a chamusquina, prefieren juzgar a jubilados militares", señalaba Budberg en el diario Moskovski Komsomolets, refiriéndose a la práctica de hacer dimitir a los oficiales implicados en delitos, antes de procesarles, para no comprometer a las instituciones que representan. El hecho de que el teniente coronel Riáguzov no haya dimitido era interpretado por Budberg como una señal de que el implicado actúa con aplomo y tiene argumentos, tal vez información, para que otros uniformados no le dejen en la estancada. De ahí, la desazón que inspiran los esfuerzos del Tribunal Militar de Moscú por liberar al teniente coronel. Según Budberg, el FSB no había dado a los fiscales la información requerida sobre el teniente coronel detenido.
Cada año, el cumpleaños de Putin, que se celebra hoy, será conmemorado como el día de la muerte de la periodista. De ahí que el presidente sea, según Budberg, el más interesado en que se sepa la verdad. "Y sin embargo, a pesar del aparente poder ilimitado del presidente, la gente con galones, los servidores del Estado no temen de hecho actuar contra el presidente" porque "se sienten absolutamente impunes", señalaba el analista.
El caso Politkóvskaya, afirma, también puede mostrar a Putin "qué clase de servicios tiene a su disposición y a qué se dedican", decía Murátov, quien subraya también el papel del presidente. En su opinión, el presidente ha apoyado la investigación. "La voluntad del presidente, y el apoyo cubierto o encubierto a la investigación, es fundamental para que ésta siga y que no hayan apartado a nadie de ella". La posición de Putin se refleja en el hecho de que "hayan fracasado los intentos para excluir al fiscal Garibián de la investigación, en que no se ha podido torpedear el caso y en que la adopción de una postura dura por parte de la Fiscalía", afirma.
"En lo que se refiere a organizadores, intermediarios y ejecutores del crimen, colaboramos con la fiscalía y seguiremos trabajando como lo hemos hecho hasta ahora, pero nuestros caminos se separan si se introduce una motivación política a la hora de buscar quien encargó el crimen", advierte Murátov, aludiendo a las sospechas que el fiscal general Yuri Chaika ha dirigido hacia el magnate Borís Berezovski, exiliado en Londres.
Otros dos periodistas de Nóvaya Gazeta han muerto de forma violenta y un tercero, el diputado Yuri Schejochijin, falleció en extrañas circunstancias en 2003, cuando investigaba un asunto de contrabando en el que estaban implicados distintos cuerpos de seguridad y la aduana. Schejochijin tuvo una muerte rápida, extraña y horrible y sus colegas sospecharon que había sido envenenado.
"La historia clínica de su enfermedad ha sido declarada secreta. Suponemos que el gran escándalo de corrupción de contrabando, armas y muebles sobre el que Schejochijin planeaba intervenir en la Duma y escribir en el periódico, fue la causa de que decidieran acabar con él", afirma Murátov. El periodista asegura que Alexandr Bastrikin, un hombre de la confianza de Putin y el jefe del Comité de Investigación, recientemente creado por la Fiscalía, ha aceptado iniciar una investigación sobre la muerte de Schejochijin.
¿Ha adoptado Murátov medidas para defender a su gente tras la muerte de Politkóvskaya? "Uno se puede defender de gamberros, bandidos y competidores, pero cuando operan estructuras estatales con posibilidades incomparablemente más grandes que cualquier servicio de escolta, la defensa es prácticamente imposible. Hay que cambiar de forma radical la legislación para que los servicios especiales pasen a ser controlados por la sociedad. Sin esto, ninguna escolta puede ayudar".
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