La Xunta subirá las pensiones no contributivas
Touriño defiende su programa social y el líder de la oposición ignora las ofertas de pacto
El segundo debate sobre el estado de la autonomía de la legislatura del cambio puso ayer en evidencia el abismo que separa a los grupos que apoyan al gobierno y a la oposición. Emilio Pérez Touriño y Anxo Quintana, de un lado, y Alberto Núñez Feijóo, del otro, fueron incapaces de sortear sus diferencias y ni siquiera dedicaron tiempo a considerar la posibilidad de negociar acuerdo alguno sobre las ofertas de pacto planteadas por el presidente y el vicepresidente de la Xunta, que sí anunciaron para 2008 un complemento que mejore el importe de las pensiones no contributivas del Estado. Touriño y Feijóo describieron visiones absolutamente contrapuestas de la situación de Galicia. Quintana se limitó a defender la gestión de los conselleiros nacionalistas.
Quintana se mostró muy crítico con la falta de compromiso del PP con el gallego
Feijóo asegura que el discurso del presidente es el de alguien que "no vive en Galicia"
La aprobación, el año próximo, de un complemento económico para los ciudadanos que cobran pensiones contributivas (50.000 personas, aproximadamente) llegó al debate de la mano del vicepresidente de la Xunta. Anxo Quintana, que intervino en la sesión en calidad de portavoz del BNG, obvió cualquier referencia a la parte del Ejecutivo bajo responsabilidad socialista, dedicó su discurso a defender exclusivamente la gestión de las consellerías gestionadas por el Bloque y tuvo todavía tiempo para proponer, además del complemento de las pensiones (previsto en el acuerdo de Gobierno bipartito), una reforma de la renta de integración social y un pacto para reclamar el traspaso de las competencias de Tráfico.
Emilio Pérez Touriño no habló de las dos últimas iniciativas pero sí asumió como suya la propuesta en materia de pensiones no contributivas anunciada previamente por Quintana. Lo hizo en la intervención con la que cerró el debate, cuando repasaba las medidas de carácter social que quiere impulsar el año próximo: incremento del transporte público, impulso del billete único, extensión de la atención bucodental a todos los menores de 14 años, concesión de 2.500 becas para estudiar idiomas en el extranjero o la ampliación del parque de viviendas públicas, entre otras.
Antes, al comienzo de la sesión, el presidente había planteado en su discurso un amplio relatorio de los proyectos desarrollados por su Gobierno en lo que va de legislatura y una detallada referencia a la bonanza económica, especialmente en lo que tiene que ver con el crecimiento y la creación de empleo. Su retrato optimista de la situación de Galicia incluyó la prevista oferta al PP para pactar las medidas de ordenación del territorio, la normalización lingüística y el desarrollo del autogobierno.
El portavoz del PP, sin embargo, se limitó a ignorar el triple ofrecimiento. Alberto Núñez Feijóo aseguró que sobre la ordenación del territorio ya existía una oferta de su partido que el Gobierno nunca ha tomado en consideración. Y en materia de normalización lingüística defendió los cambios que el PP quiere introducir en el decreto que regula el uso del gallego en la enseñanza (del que la oposición se desmarcó en el último momento pese a haber pactado previamente su contenido).
Después de quejarse por tener que replicar a dos discursos presidenciales (primero el de Touriño y más tarde el de Quintana), Feijóo centró su intervención en tratar de poner en evidencia las discrepancias de socialistas y nacionalistas en el Gobierno de la Xunta y en hacer ver que el retrato en positivo del presidente no se corresponde con la realidad y es más propio de alguien "que no vive en Galicia". Touriño, aseguró, es un presidente "débil" y "prescindible" que incumple sus compromisos.
El líder del PP no dudó en responsabilizar a los grupos que apoyan al gobierno de la ruptura del consenso lingüístico en Galicia y del fracaso de la reforma estatutaria. Criticó la creación de galescolas y reprochó al Gobierno haber creado un problema con la utilización de la bandera de España. Sobre las inversiones del Gobierno central en Galicia, intentó ridiculizar el 8% comprometido por el proyecto de Presupuestos del Estado para 2008 haciendo ver que después las partidas anunciadas no llegan a gastarse.
"Los socialistas han conseguido tres cosas", subrayó: "Hacer de verdad que el Plan Galicia sea una mierda", que el AVE gallego sea el último en construirse y que, según él, la comunidad gallega vaya a tardar más que cualquier otra en estar conectada con Europa por autovía.
Con todo, Feijóo no limitó su intervención a criticar al Gobierno. También propuso una decena de medidas, entre ellas un acuerdo político para remover al director general de Compañía de Radio Televisión de Galicia (CRTVG) antes de fin de año y poner en su lugar a alguien elegido mediante un acuerdo de todos los partidos. La idea, como ya sucedió en el pleno de la semana pasada, no mereció el apoyo del PSdeG y el BNG, que prefieren tramitar una reforma legislativa completa el año próximo.
En su réplica, Touriño lamentó la forma de hacer oposición del líder del Partido Popular. "Su problema es que cocina su discurso en el hogar de Génova y no en el de Breogán" y lo hace con "una mitad de falsedad y un cuarto de chascarrillos". Todo el mundo sabe, recordó el presidente, que ese es el motivo por el que fracasó la reforma de Estatuto. "Lo que les molesta", prosiguió Touriño, "es perder el poder". Y desperdician su tiempo cuando tratan de hacer ver que hay discrepancias en el Gobierno, argumentó, porque en él "ya no hay boinas ni birretes" ni negociaciones oscuras en Monte Pío ni discusiones sucesorias como cuando gobernaba el PP. "Es una coalición democrática que gobierna desde la transparencia y para todos los ciudadanos", afirmó.
Frente al panorama sombrío dibujado por el líder de la oposición, el presidente recordó los rasgos más negativos del pasado del PP: el endeudamiento de la sanidad, las rías sin sanear, las "corruptelas" a cuenta de las ayudas a los alquileres o las "embajadas" en localidades tan discutibles como la ciudad brasileña de Florianápolis.
En su segunda intervención Quintana se mostró muy crítico con la falta de compromiso de Feijóo con el gallego y lamentó muy especialmente el rechazo del PP a las galescolas, así como la supuesta utilización arbitraria de las cifras y los plazos relacionados con la atención a la población dependiente.
En su turno final Feijóo volvió a cuestionar la autonomía de Touriño, al que considera en manos del Bloque. Y en relación con el Estatuto, ofreció reabrir las negociaciones. Bien a partir de una propuesta común suscrita por socialistas y nacionalistas, bien pidiendo un pronunciamiento al Consello Consultivo de Galicia sobre las iniciativas de los tres grupos (la sugerencia fue saludada con carcajadas desde los escaños de los diputados del PSdeG y el BNG).
El presidente, a su vez, cerró la sesión con un resumen de sus principales promesas para el año próximo, con las que pretende "transformar el superávit económico en superávit social". Y, en respuesta a la ridiculización que Núñez Feijóo hizo de la Galicia que él imagina para los próximos años, expuso dos de los rasgos que tendría la comunidad gallega si fuese posible imaginarla gobernada por el PP: "Con el suelo liberalizado y Telmo Martín [el portavoz del Partido Popular en Pontevedra, consejero de Construcuatro, empresa investigada por cobrar sobreprecios en viviendas protegidas] de conselleiro de Vivenda".
El debate de la autonomía concluirá esta tarde con la discusión, negociación y votación de las propuestas con las que los grupos parlamentarios tratarán de sintetizar sus prioridades para el año próximo.
El esguince de las prisas
No estaban todos en el hemiciclo. Por primera vez en un debate del estado de la autonomía, había un escaño vacío, el de la diputada nacionalista Ana Pontón, a pesar de que instantes antes de que la presidenta de la Cámara abriese la sesión se le viera por los pasillos del Pazo do Hórreo. Pero cuando sonó el timbre que llama a los diputados al salón de plenos, las prisas llevaron a Pontón a dar un mal paso en las escaleras de su grupo parlamentario. Se torció un tobillo y se precipitó al suelo. El resultado: un esguince, que fue tratado en un centro sanitario próximo, el policlínico de La Rosaleda, significado por su proximidad al Parlamento y por contar entre sus socios con el primer presidente de la Xunta, Gerardo Fernández Albor. Pontón se reincorporó al debate por la tarde.
Si en el salón de plenos quedó un escaño vacante, en los graderíos abundó la tapicería al descubierto. Apenas unas veinte sillas permanecieron constantemente ocupadas, con una primera fila copada por representantes del poder local atesorado por el PSOE: los alcaldes de Vigo, Lugo, A Coruña, Ourense y Ferrol, todos ellos socialistas, acompañados por los presidentes de las diputaciones de A Coruña y Lugo, también del PSOE. El resto de las sillas de la tribuna quedaron para las habituales visitas de rigor: un grupo de personas mayores, alumnos de un instituto de Vigo y dos asociaciones juveniles de O Barco y Burela, todos ellos con pasos fugaces por el hemiciclo. Muy lejos de la expectación que en otros tiempos despertaba el debate autonómico más importante del año.
También una silla de la primera fila quedó rápidamente vacía, la del alcalde vigués, Abel Caballero. Minutos después de que el presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, englobase en su modelo de áreas metropolitanas a Vigo y Pontevedra, se ausentó Caballero, que defiende un modelo de 28 ayuntamientos que excluye expresamente a la capital provincial. El mutis quedaba sujeto a suspicacias. La respuesta estaba en la agenda del alcalde, que confirmaba su presencia a las 12 de la mañana en Vigo, para inaugurar la feria Conxemar.
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