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Crítica:LAS VENTAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Nazaré se impone al otoño

Cielo amenazador; chaquetas y jerséis; un tinte pardo barre, como la brisa en la bandera, camisas blancas y mangas cortas. Fin del verano. Hasta el granito de las localidades, más pálido que de costumbre, confirma que es otoño. Otoño también en lo de Villamarta, soso y apagado.

Antonio Nazaré es un sevillano empeñado en ser torero. Afición dilatada pero no correspondida. Poco placeado, la cosa económica le ha puesto en las manos más avíos de varear olivos que de trastear utreros y, sin embargo, cortó la oreja de la tarde. Al primero lo recibió un poco tenso, como corresponde a su primer toro en Madrid, pero bajando la mano al muslo. Empujó al caballo sin contemplaciones, tensa la cola, y un murmullo de esperanza recorrió el tendido. Con la misma tensión llevó la muleta, y el toro, de embestida pronta y brusca, lo notó y multiplicó los remates con cabezazos y derrotes. Al cuadrar ensayaba un baile de peligros, pero la estocada lo tendió en la arena. El cuarto se llevó aplausos cuando acudió a la vara flamenca de Salguero. La tarde estaba lánguida, pero ni las chicuelinas del quite de Moral, ni las banderillas que apenas rebasaron el cuello, ni el airecillo que le dio el diestro a la muleta, ni la embestida más cálida del toro pusieron aplausos en las series. Mas levantó el corazón de la plaza espeluznando con manoletinas al cambio y una estocada de centella. El cielo ya estaba azul y oro como el vestido del torero.

Villamarta / Nazaré, Moral, Pajares

Novillos de Villamarta y el 4º de Torres Gallego. Mansos y descastados. Con peligro 2º y 3º, y sirvieron 4º y 5º. El sobrero, un encastado del Jaral de la Mira, tuvo brusquedades y una muerte brava. Antonio Nazaré: estocada (silencio); gran estocada (oreja). Pepe Moral: tres pinchazos y estocada (silencio); tres pinchazos y metisaca -aviso- (silencio). Francisco Pajares: casi entera y descabello (silencio); baja (silencio). Plaza de Las Ventas, 29 de septiembre. 1ª de abono. Tres cuartos de entrada.

Venía Moral cargado de apellido desde que en mayo esta plaza le sacara en volandas. Hoy se fue de vacío. Tuvo dos toros abantos y distraídos. El segundo esquivó percales, fue con desgana a quites, hizo ascos a los palos y embistió sin fijeza buscando la grana del torero. El quinto, un burraco mansurrón que buscaba la puerta de cuadrillas, probó dos petos y mejoró en la muleta. Por un momento se produjo el milagro del temple: derechazos lentos redondeando el viaje. En la izquierda, advirtió que no. Y allí fue todo; el toro se negaba y Moral sustituyó toreo por arrimón. "¡Hay que torear, Pepe!", dijo una voz que se oye desde hace siglos.

También Pajares conoce la luz que se abre, de anochecida, detrás del arco de la puerta grande madrileña. Luz que crea adicción, sólo al alcance de los privilegiados del toreo. Pero hoy no apareció. Con prisa brindó el tercero en el tercio, con prisa lo fijó entre rayas, y allí se apresuró a ponerle, por izquierda y derecha, una tela que el toro, gazapón, maltomaba violento y avisador, hasta que lo volteó. La bizarría del diestro se premió con pocas palmas. "Éste es un verdadero toro", dijo un niño cuando salió el sexto. ¿Por qué? A saber. Pero acto seguido bufó, tomó carrerilla y se arrojó feroz sobre el burladero. El resto transcurrió en un silencio de palmitas breves: el quite, los palos, la muleta a media altura, los trazos de cintura, el brillo de los focos en el traje, el buen compás...

Uno de los novillos derriba al picador, ayer en Las Ventas.
Uno de los novillos derriba al picador, ayer en Las Ventas.CRISTÓBAL MANUEL

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