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Entrevista:ANTONIO MORAL | Director artístico del Teatro Real

"Aspiro a que el Real atraiga a aficionados de todo el mundo"

Antonio Moral (Puebla de Almenara, Cuenca, 1956) fue nombrado director artístico del Teatro Real de Madrid en febrero de 2005. Allí se instaló en septiembre de ese año con una programación heredada del equipo anterior de Emilio Sagi. En 2005-2006, su aportación artística se centró en el Ciclo de Grandes Voces, y la temporada siguiente ya introdujo un par de títulos líricos y desarrolló una interesante serie de actividades paralelas. La temporada de 2007-2008, que empieza mañana con Borís Godunov, es la primera de su entera responsabilidad, aunque quede algún fleco aislado de épocas pasadas como La Gioconda, de Ponchielli. Moral se labró un sólido prestigio como programador por su trabajo en el Festival Mozart en Madrid y A Coruña, el Festival de Música Religiosa de Cuenca, el ciclo de lied en el teatro de la Zarzuela de Madrid, el de Grandes Intérpretes en el Auditorio Nacional, y en la revista Scherzo, de la que fue fundador y director. Pero la hora de la verdad operística empieza, para él, mañana.

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Pregunta. ¿Qué cambia en el Real a partir de esta temporada?

Respuesta. Cada director artístico tiene su personalidad, y fruto de ello son las temporadas. La diferencia este año radica en la existencia de varios hilos conductores y en las actividades complementarias.

P. ¿Cuáles son esos hilos conductores?

R. Fundamentalmente, dos. Uno alrededor del mito de Orfeo, no solamente por la conmemoración de los 400 años del nacimiento de la ópera, simbolizada en el estreno de L'Orfeo, de Monteverdi, sino por la sorprendente actualidad que aún conserva este mito. Nosotros hemos incluido muestras del XVII, XVIII y XX, con títulos de Monteverdi, Gluck (con el tenor Juan Diego Flórez) y Krenek. El segundo hilo conductor sería el mar como trasfondo y evocación, con Tristan und Isolde, La Gioconda e Idomeneo.

P. ¿Qué criterios aplica en la elección de los títulos?

R. Se ha tratado de abrir la horquilla del repertorio, compensando desequilibrios que existían. En la última década, únicamente se han podido escuchar en el Real cuatro obras barrocas, es decir, el 3,8% de la programación para un periodo que va de 1600 a mediados del XVIII, mientras el Romanticismo ha tenido una presencia del 55%. Los 20 títulos de este año se distribuyen en un 15% para el Barroco, un 30% para el periodo clásico, un 25% para el Romanticismo y un 30% para el siglo XX.

P. ¿En qué estado coge el teatro y dónde aspira a colocarlo?

R. Estamos ahora en el momento de despegue en el ámbito internacional, después de un lustro de afianzamiento y otro de estabilización. Mi objetivo principal es poner al Real en el grupo de los primeros teatros europeos y potenciar la llegada a Madrid de aficionados de todo el mundo.

P. Será difícil, pues rara vez hay entradas.

R. Eso es una leyenda. Hay casos excepcionales en que se ha vendido todo en un abrir y cerrar de ojos, como el recital de Cecilia Bartoli, pero les puedo asegurar que en este momento hay entradas para casi todos los espectáculos de la temporada.

P. El público del Real tiene fama de estirado. ¿Es cierto?

R. En el Real no hay un tipo de público, sino muchos. Están los abonados y los que no lo son, y entre los primeros hay enormes diferencias según los días que asisten. Se ve por las reacciones. Espectáculos que son abucheados en el estreno pueden tener un gran éxito en días sucesivos. Pero sí que existen los talibanes que viven de la nostalgia y no quieren que nada se mueva en la ópera.

P. ¿La ópera se ha estancado o goza de buena salud?

R. En España vivimos un momento dulce, con altísimos niveles de ocupación y media docena de temporadas de primera. Paradójicamente, la incorporación tardía de España al boom lírico nos beneficia en este momento.

P. ¿Hay crisis de creación entre los directores de escena?

R. La dirección de escena ha tomado en las últimas décadas un protagonismo excesivo. Se ha llegado a un punto de saturación después de cometerse muchos disparates. Hay que reivindicar una dirección de escena inteligente, sea moderna o no, que aporte un pensamiento y una reflexión lúcidos sobre las óperas.

P. ¿Qué le aconsejaría a alguien que nunca ha ido al Real?

R. Que vaya, por supuesto. La ópera es un espectáculo único, un punto de encuentro de todas las artes. Los teatros de ópera tienen a veces una imagen de mausoleos y de ser muy caros. Pero hay localidades para todas las posibilidades. Lo importante para los debutantes es que estimulen su curiosidad. La ópera engancha. Y hay que desmitificarla. El problema es encontrar la llave de acceso, pero los tesoros que hay dentro son infinitos.

Antonio Moral, en el Teatro Real de Madrid.
Antonio Moral, en el Teatro Real de Madrid.BERNARDO PÉREZ

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