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Columna
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¿La gran ocasión?

La caída en picado de las cotizaciones de la inmobiliaria Astroc y la dimisión de su presidente Enrique Bañuelos fue la primera señal de la delicada situación que amenaza al sector de la construcción en la Comunidad Valenciana. El pasado jueves este periódico se hacía eco de los problemas de liquidez de Llanera, una inmobiliaria con 40 millones de metros cuadrados en su cartera de suelo y una deuda de 300 millones de euros a la que los bancos han cerrado de momento las fuentes de crédito. Una información que coincidía en el tiempo con el fiasco de la subasta de la primera de las parcelas del actual campo de fútbol de Mestalla, con cuya venta el club espera financiar las obras del nuevo estadio. Los tres fracasos tienen un alto valor simbólico. Enrique Bañuelos entró de repente en la lista de los grandes millonarios del mundo que publica todos los años la revista norteamericana Forbes. La caída ha sido tan vertiginosa como fulminante fue su éxito. Llanera con sus grandes bolsas de suelo, sus omnipresentes vallas publicitarias y el patrocinio de equipos de fútbol, como el Valencia o el Charlton Athletic de la liga inglesa, se había convertido en el paradigma de la imparable pujanza del sector del ladrillo. Y el pelotazo urbanístico del Valencia presidido por un constructor de la envergadura de Juan Soler se convertía en arquetipo de una forma de entender los negocios.

Ahora pintan bastos para este trío de ases de un sector que, junto al turístico, se ha convertido en el buque insignia del modelo de crecimiento auspiciado por el PP. Los problemas de la construcción se producen además en un momento caracterizado por la caída de la inversión industrial en el territorio valenciano. Durante el año 2006 la inversión industrial disminuyó un 9,8% respecto al año anterior, debido a la caída de las ampliaciones en las factorías y a pesar del incremento de los nuevos proyectos, según la Memoria de la situación socioeconómica y laboral de la Comunidad Valenciana, redactada por el Comité Económico y Social (CES) presentada este verano por el propio Gobierno valenciano. Dato que venía a coincidir en el tiempo con un importante documento de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), al que el relajo estival ha quitado el protagonismo mediático que sin duda merecía. El lobby que preside Francisco Pons venía a reclamar una especie de Pacto de Estado de ámbito autonómico en materia económica que permitiera desarrollar unas propuestas de alcance estratégico. El documento de AVE, curiosamente titulado La Gran Ocasión, reclama al presidente de la Generalitat, Francisco Camps, que lidere desde posiciones no partidistas la puesta en marcha de un modelo económico más ambicioso que el actual para la Comunidad Valenciana. El documento señala que para conseguir el desarrollo de las infraestructuras de transporte son necesarios lobbys en Madrid y Bruselas "no solo para recibir lo que nos corresponde sino para formar parte de los procesos de toma de decisión". Para desarrollar el turismo exige mantener los "atractivos paisajísticos y ecológicos" y gestionar "racionalmente el suelo". Además hace una apuesta por la educación de calidad y la relación entre la industrial, la universidad y los centros de investigación. Pero sin duda la mayor novedad era la advertencia de que "en el sistema de liderazgo es pieza clave la figura del presidente de la Generalitat, que debe contar e implicar a los líderes (individuales o colectivos) de las organizaciones políticas, económicas y sociales de la sociedad valenciana, para conseguir los objetivos que se propongan".

La hoja de ruta que reclama AVE es bastante nítida y sin embargo no parece que Francisco Camps esté por seguirla. Porque apenas una semana después de que AVE hiciera público su documento, pedía a la patronal alicantina, Coepa, que se sumaran a un frente reivindicativo frente al Gobierno central. El encabalgamiento de los procesos electorales dibuja un calendario político perverso y parece evidente que los intereses partidistas de Francisco Camps, están por encima de esa visión de Estado que le reclaman los empresarios de AVE. Sin embargo, con un endeudamiento que sigue siendo el más alto de España, el margen de maniobra del Gobierno de Camps parece bastante reducido. Y mal que le pese, las únicas alegrías presupuestarias vendrán de Madrid. No en vano José Luis Rodríguez Zapatero ha anunciado un incremento de las inversiones del Gobierno de España en la Comunidad Valenciana de un 30%, cifra por encima del aumento solicitado por el vicepresidente económico del Consell Gerardo Camps. ¿La gran ocasión?

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