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Reportaje:

El 'strip-tease' de Manu

El cantante actuó ayer por sorpresa en Madrid

Sin anunciarlo, sin comentarlo siquiera a los amigos, anoche tocó en Madrid Manu Chao. Una sorpresa, aunque no era la primera vez que Manu Chao actuaba así, de sopetón, sin previo aviso. "En realidad me gusta hacer las cosas más organizadas, con tiempo, pero si lo anunciara no podría tocar en un sitio así, se petaría", reconocía el músico hispanofrancés antes del concierto y un rato después de la prueba de sonido.

El "sitio así" era La Boca del Lobo, una pequeña y combativa sala del centro de Madrid donde sólo 150 personas ya pondrían el asunto insoportable, y máxime si se trataba del concierto de un personaje tan popular.

La sorpresa de ver a Manu Chao sin banda, tocando solo con su guitarra, la propiciaba el programa Canciones desnudas, que se emitirá en diferido esta misma semana por Radio 1, de Radio Nacional de España, en el espacio La Madriguera, que dirige y presenta todas las medias noches el periodista burgalés Diego Manrique. El formato del concierto de anoche de Manu tenía por eso aroma de viejo programa de radio, donde un personaje invitado repasa su vida a sugerencias y matices del entrevistador. Manrique logró, desde el principio, que Manu empezara desnudándose, desde sus inicios hasta hoy. Una suerte de Esta es su vida pocas veces revelada. Pero entrar en "territorio Manu", como ya se conoce en su círculo de allegados el entorno en el que el artista se mueve con todas sus peculiaridades y rarezas, tiene siempre un punto emocionante: "¿A qué hora va a empezar?, ¿en qué lugar?, ¿qué va a hacer?, ¿se centrará en su última obra la controvertida La Radiolina?". Da lo mismo, anoche lo enjundioso y casi lo divertido, estaba en los secretos de Manu, que se mostró locuaz y parlanchín y dispuesto en todo momento a desprenderse de ropajes de divo antidivo.

Mamá perfecta, del cubano Bola de Nieve, fue la primera canción que interpretó. Bien, ya se veía que lo de La Radiolina, en todo caso, lo iba a dejar para el final, pues al reconocer que desde pequeño lo que más le gustaba era Bola de Nieve y el francés Jacques Dutron, su vida se iba a repasar rigurosamente por orden cronológico. Lo bueno que tiene Manu es que todo lo lleva a su batidora, a ese mundo sónico particular, en el que con escasos recursos guitarrísticos es capaz de construir un estilo o género único y también inconfundible.

Recordó sus comienzos de roquero circunspecto, aunque confesó que en el barrio parisino de su adolescencia, en los setenta, no había "más remedio que escuchar a Eddie Cochran, y si cantabas algo grabado después de 1962 ó 1963, te ponían verde". "Fui roquero por obligación, pero fue una buena escuela", reconoció. De ahí a formar Joint des Culase, su primer grupo serio, fue rápido. "Lo hicimos entre amigos, todos mecánicos, de ahí el nombre (Junta de Culata)", sonreía Chao al recordar aquellos tiempos y la sucesión fugaz en la que todo se desarrolló. "Teníamos un representante que hasta ese momento había sido actor porno. Creo que fue polla de oro en un festival de Copenhague. Con Joint des Culase Manu vivió su primera experiencia en directo ante el público, un restaurante que después de su actuación quedó totalmente destrozado: "No fue por nuestra culpa, sino por la de los amigos que fueron a vernos. Se ponían muy excitados con nuestras canciones".

Entre la picardía y la ternura Manu Chao reconoció su deuda con aquel representante tan bien dotado: "Tocaba la batería con la polla, pero a él le debo todo lo que soy ahora". De alguna manera explicaba así que en esos momentos se dio cuenta de que su vida la iba a dedicar a la música. Manu contó sabrosas anécdotas con sus grupos posteriores. Hot Pants, Los Carallos y Mano Negra, por supuesto, y toda su carrera posterior en solitario, su aproximación a la rumba flamenca y gitana por sus viajes a Cuenca: "Ahí se oía mucho a los Chichos, Camarón y los Chunguitos, que era otra música callejera", y que le abrió esa otra manera de concebir la música que le ha hecho famoso.

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