El lunes no llegaba nunca
Manuel Toledano, el joven director que causó sensación al estrenar con 22 años 'Cuernos de espuma', rodada en Nueva York, se volcó durante años en 'El lunes puede esperar', un arriesgado proyecto sobre la adicción a la noche. Cuando por fin lo iba a estrenar como musical, murió. Tenía 32 años.
El lunes podía esperar, pero parece que el cielo no. Estaba ya todo a punto cuando ocurrió lo que ocurrió. Listo el guión. Preparados los diseños de escenografía; vestuario con la colaboración de David Delfín, Amaya Arzuaga y Carlos Díez; coreografías de Chevi Muraday y Rafael Amargo. Terminada la banda sonora de doce números, con seis originales de Glamour to Kill, Ellos, Chico y Chica, L-Kan y Fangoria, con un estupendo y conmovedor tema cuyo estribillo dice: "¿Por qué a mí me cuesta tanto decirle que no al placer (?)? ¿Por qué me resulta extraño decirle a la noche adiós si sé que me hace daño olvidarme del reloj?". Comprometidos los actores principales: Asier Etxeandía, Hugo Silva y Eduardo Mayo. Cartel de lujo. Ahora, finales de septiembre, tenían que estar dándole los últimos retoques a la producción y los patrocinios. Tras las navidades comenzaban los ensayos. Y en primavera de 2008, gran estreno en la Gran Vía madrileña. Representaciones hasta julio.
Toda la promoción había sido cuidadosamente dibujada. La idea era aprovechar las celebraciones en Madrid del Europride ?el Orgullo Gay Europeo? de junio de 2007 para lanzarlo a los cuatro vientos. Pero dos semanas antes de la presentación en sociedad de un musical radicalmente distinto a lo que estamos acostumbrados a ver, ocurrió lo que ocurrió.
Miércoles 6 de junio, tres de la tarde. En su casa junto al Puente de Segovia, Madrid, acompañado de su pareja, Jesús Méndez, y otro compañero de piso, el creador de El lunes puede esperar, su guionista y director, sufre una parada cardiorrespiratoria por edema agudo de pulmón. Según recuerda Jesús, que llamó al 112, la ambulancia no llegó en dos horas y Manuel Toledano falleció en el coche de su novio camino del Clínico.
Había nacido el 23 de junio de 1974. Aún no había cumplido los 33.
Hay muchos puntos que recuerdan la historia de Rent, el musical compuesto por Jonathan Larson, que falleció de un aneurisma aórtico la víspera del estreno el 29 de abril de 1996 en Nueva York. Larson tenía 26 años. Rent, que es ya el séptimo show con más representaciones en Broadway, se centra en la vida de un grupo de jóvenes artistas y músicos en el Nueva York de comienzos de los noventa; uno de los primeros musicales en presentar explícitamente personajes gays, bisexuales y lesbianas. Durante 10 años, Larson trabajó como camarero los fines de semana para poder dedicarse el resto de los días a su pasión: escribir un musical. Los días previos al final había sufrido náuseas y dolores en el pecho, pero los doctores le diagnosticaron estrés y catarro. Rent se convirtió rápidamente en un gran éxito entre los jóvenes; ha conseguido cuatro premios Tony y el Pulitzer en su género, y ha sido llevado a ciudades de todo el mundo, incluidas Madrid y Barcelona.
"Estaba muy cansado? Pero muy contento", dice su hermana Pilar Toledano. "Había pasado unos años malos porque no le salía la película, pero ahora veía la luz al poder llevar su proyecto como un musical a la Gran Vía". No encuentra muchas más palabras porque aún le cuesta hacerse a la idea de la nueva situación. Como no se lo cree su madre, María Pilar, que sigue mezclando los tiempos conjugados en pasado y presente: "Tengo cuatro hijos tan diferentes? Pero Manolo era algo especial. Fue modelo de todo. Desde que nació fue maduro. Ya en la guardería le dieron un premio de pintura. Es que además no se lo tiene nada creído; con lo culto que es, y es también muy sencillo. Muy sencillo? Eso sí, desde chiquitillo tenía claro que quería ser director e irse a EE UU".
Allí se marchó a estudiar COU. Aunque su familia no pasaba por el mejor momento económico (su padre, un empresario del mueble y constructor, se había metido en asuntos de fútbol), no podían negarse, a la vista de las buenas notas que sacaba Manolo y de lo ilusionado que cogía el avión. Cumplió, más o menos, el sueño americano. Estudió cine en la Universidad de Nueva York y conoció al gran amor de su vida, John Norris, un famoso presentador de la cadena musical MTV que entrevistaba a Madonna y George Michael. Con 21 años, Manuel Toledano presentaba su primer corto: ¡Soledad, soledad!, una cinta experimental que reflejaba la soledad de los vecinos de un bloque de apartamentos; mientras uno cocina un pollo, otro se masturba, otro se afeita. Recibe muchos premios. Lo llevan a Los Ángeles. Y allí lo descubre el más prestigioso productor español. Con sólo 22 años, en 1997, estrena Cuernos de espuma (Shampoo horns), con el sello de Elías Querejeta. Una desasosegante historia de personajes patéticos que buscan experiencias fuertes, pero en realidad se están buscando a sí mismos; rodada en colores ácidos con personajes reales en la famosa discoteca Limelight de Nueva York. "Es un intento de incorporar nuevas maneras de entender el fenómeno cinematográfico", dijo Querejeta. Fue al Festival de Berlín, al Festival de Málaga.
"Odio el sol. Por las mañanas, las cosas siempre parecen volver a la realidad", decía uno de los protagonistas. Y añadía: "Íbamos sin rumbo, pero sabíamos que íbamos hacia el final".
Fue un rodaje complicado; se necesitaba mucho temple para poner orden en aquel desmán de gente acostumbrada a meterse de todo en vez de aprenderse un guión y colocarse ante una cámara. Toledano lo sacó adelante. El videoclip que se hizo de la película era una bomba capaz de conectar con una juventud desencantada; nada que ver con la estética habitual del cine español. Nacía una nueva estrella. Una estrella rara, a veces incómoda. No apta para todos los públicos. En absoluto políticamente correcta. En absoluto fácilmente digerible. Tentadora, eso sí, para los medios de comunicación. Toledano se paseó por los platós de televisión, desde el Crónicas marcianas de Javier Sardá hasta el magazine Lo más plus. Los periodistas se habían encontrado de sopetón con algo llamativo: un jovencísimo español gay afincado en Nueva York que rueda películas sobre drag queens y noches pasadas de rosca. Además, un trágico y excéntrico suceso, un episodio que reproducía la película en la vida real, sirvió como presentación y carnaza.
A los diez días de terminar el rodaje, dos de los actores ?el organizador de fiestas Michael Alig, líder de los club kids (chicos de discoteca) neoyorquinos, y el diseñador de sombreros Robert Riggs?, hasta las cejas de sustancias, incapaces de discernir la realidad de la ficción, se inspiraron en una de las secuencias que habían grabado, y, tras una fuerte discusión, asesinaron a su camello, su dealer. Tuvieron el cadáver una semana en casa, en la bañera; hasta que decidieron deshacerse de él: lo descuartizaron y metieron en una caja de cartón (como se hacía en una secuencia de Cuernos de espuma con un personaje muerto de sobredosis) y lo tiraron al río Hudson. Unos niños encontraron unas semanas después el macabro paquete en una playa de State Island. Salsa rosa, negra y de todos los colores del arco iris para aderezar magazines televisivos. Perfecto.
En realidad, Manuel Toledano era algo distinto a lo que podía desprenderse de su película. Sus hermanos Jesús y Pilar lo describen aturullándose por los nervios de la pérdida, quitándose uno a otro palabras y anécdotas: "Muy organizado y aplicado. Tenía guardados los cuadernos desde los ocho años, llenos de recortes de cine, con gente a la que admiraba, como Robert de Niro, Meryl Streep, Bette Davis. Siempre lo tuvo claro. Quería ser director de cine y vivir en Nueva York". Al visitar su casa familiar en Madrid, impresiona comprobar cómo Manuel guardaba, perfectamente archivados, todos los recortes de prensa y grabaciones de televisión dedicados a Cuernos de espuma. Repasar sus carpetas produce el vértigo de asomarse al vacío. También llama la atención cómo su familia estaba al tanto de sus planes, de lo que hacía y dejaba de hacer, de sus proyectos, intenciones, de su mala racha.
Su hermano Jesús, de 28 años, que vive en Nueva York, pero ha pasado el verano en España, repasa sentado en el ordenador la casi decena de guiones que ha dejado preparados: desde Happy trail, sobre la complicada relación amorosa entre dos hombres de muy distinta edad, hasta De mil demonios, sobre la prohibición de los carnavales durante la posguerra franquista en España. O De tripas corazón, la historia de un chaval de 13 años que desarrolla distintas personalidades a través de Internet para escapar de su vida. O Torrie: un matrimonio inglés que se retira a Torremolinos, ella se queda viuda e inicia un romance con un marroquí y una estrecha relación con dos amigos gays que cuidan de ella y la animan. O el proyecto junto a Alfonso Albacete para una serie de telefilmes sobre la primera experiencia sexual. "Manuel tenía muchísimo talento", señala Albacete ?director de Más que amor, frenesí; está preparando su nueva película, Mentiras y gordas?, "y muy claro lo que quería hacer en cine, sin concesiones. Coincidíamos en muchos puntos de vista, y por eso nos hicimos grandes amigos. Además tenía mucha fuerza; jamás, por mal que le fuera, le vi derrumbarse delante de los demás". Asier Etxeandía (ahora en el teatro con Barroco) le recuerda así: "Le atraía la gente extravagante y al límite, pero él era muy tranquilo, como el centro respecto al que se mueve todo, pero él no se descentra. Era muy equilibrado. Le cogí mucho, mucho cariño, por lo entusiasta que era y por cómo se implicaba en su trabajo, más allá del dinero. El lunes podía haberse convertido en una película de culto, faltan cosas así en España; pero nadie quiso arriesgar".
Llevados por la emoción de poner en pie al hermano recién desaparecido, Jesús y Pilar dan mil detalles de lo que le gustaba y muestran fotos, saltando de una edad a otra, de un escenario a otro, desde el Puertollano de la infancia hasta la Gran Manzana: "Le encantaba el atlas y las enciclopedias de animales. Coleccionaba el Fotogramas desde pequeño. Él era feliz delante del ordenador, con sus guiones". "Todo el mundo que le conocía se encariñaba con él. Te daba serenidad estar con él". "Salía, sí, claro que salía, la gustaba la noche; quizá últimamente en Madrid, para olvidar problemillas profesionales y personales, salía más. Pero nada exagerado. Sí bebía. Le gustaba el vodka, pero nada del otro mundo. Era muy trabajador y le gustaba también el día para concentrarse en sus guiones. Eso sí, fumaba mucho. Muchísimo. Dos paquetes diarios". Manuel tenía debilidad por los adultos que siguen sintiendo la inseguridad y los miedos de la niñez y los recubren con mil artificios y capas estrafalarias. De ahí su predilección por la fauna nocturna. "Sentía una atracción especial por reflejar la vida de travestis y transexuales, porque ahí veía personas con mucho fondo por todo lo que han sufrido. Le gustaba la gente especial, huía de la convencional". Y le dan vueltas a la cabeza a lo inevitable, a lo imprevisible, detalles que torturan inútilmente: "Dos días antes había sentido una opresión en el pecho; pero todos interpretamos que era ansiedad".
Tenía además don de gentes, capacidad para convencer. Consiguió que Querejeta le produjera una película tan arriesgada como Cuernos de espuma, y que gente de primera fila como David Delfín, Fangoria y Asier Etxeandía se unieran ahora desinteresadamente a su proyecto para decirle: Manuel no estás solo; esto saldrá adelante; lo sacaremos entre todos. Le recuerda Alaska: "Le fascinaba la gente transgresora de la noche. Pero él era muy calladito, siempre como observando, captando todo lo que sucedía a su alrededor. Siempre ahí, siempre con la palabra justa en la boca, la sonrisa en la cara y el vaso en la mano. En El lunes estábamos todos arrimando el hombro porque creíamos en el proyecto y creíamos en Manuel". Su marido, Mario Vaquerizo (líder del grupo Nancys Rubias), era muy amigo de Toledano; su voz se atropella y quiebra al hablar de él: "Era muy bueno, muy bueno. Aparte de muy creativo, de las personas más generosas que he conocido; su casa siempre abierta para todos. Le encantaba la noche, pero desde un punto de visita muy observador. Era muy lúdico y totalmente desprejuiciado. En todo momento disfrutó de la vida. Disfrutó día a día y noche a noche. Es que Manuel es muy excepcional, y muy entusiasmado. Ves, ya hablo en presente. Es que me emociono mucho y no puedo hablar de él. Me ha enseñado tantas cosas, de cine, de moda, de Nueva York? Es que Manuel conseguía siempre sacar lo mejor de ti, lo mejor de cada uno. Yo sólo deseo que en el mundo haya más gente como Manuel, aunque te digo la verdad que yo me he encontrado muy pocos así. Yo creo que la gente tan enriquecedora nunca desaparece, porque te deja tantas cosas que luego continuamente te acuerdas de ellos, en cada detalle".
El chico con quien vivió los últimos años, Jesús, ingeniero informático, sigue usando el presente: "Es una persona muy generosa. Siempre más preocupado de los problemas de los demás que de sí mismo. Muy culto. Se aprendía mucho con él. Con mucho gancho. Y siempre con capacidad para ilusionarse e ilusionar a los demás, a pesar de que en los últimos años se le habían caído cuatro proyectos en el último momento y eso es un palo. Pero él no se desanimó". "Ahora se cuidaba más. Íbamos al gym?".
"Le bullían tantas cosas en la cabeza que si un guión no le salía, no se derrumbaba, se ponía con otro", cuenta su otra hermana, Ángeles. "Era muy vehemente defendiendo sus guiones. Quizá demasiado vehemente, porque no eran lo suficientemente comerciales para lo que estamos acostumbrados. Ha tenido muy mala suerte. Todos vamos de liberales, pero a la hora de la verdad sigue habiendo muchos tabúes y doble moral. Y las películas gays, auténticamente gays, incomodan. Pero él insistía en que era eso lo que quería hacer; era su forma de rebelarse contra hipocresías e intolerancias. Él no estaba dispuesto a traicionarse".
No es tan sencillo triunfar por ese camino. Estrenó con 22 años y quizá se vio demasiado seguro. Toledano se enfrascó en sacar adelante El lunes puede esperar como su segunda película; un texto que refleja el fin de semana loco de tres jóvenes homosexuales en Chueca. Sexo, drogas, música. Quiso trasladar las noches desquiciadas de Nueva York a Madrid. Era su empeño. Paco Ramos, de la productora Alquimia (Piedras, El método), se comprometió a llevarlo a la gran pantalla.
Pero pasaron los años y 'El lunes' seguía esperando. No llegaba nunca. Paco Ramos le decía que era muy fuerte y no encontraba financiación, un argumento poco apto para captar subvenciones públicas o fondos de las televisiones. Toledano hizo algún retoque; suavizó algo lo que resultaba demasiado salvaje, hiriente, pero sin excesivas concesiones. Nada. No, no, no. Aunque en 2005 se publicó repetidamente en prensa que el rodaje iba a comenzar ya con Hugo Silva y Asier Etxeandía como protagonistas, el proyecto se atascó. Ramos, que repite como un mantra que Manuel era su amigo y alguien muy especial, muy especial, lo explica: "Hacer cine en España es duro. Dependemos sobre todo de las inversiones de las televisiones en forma de adelanto por los derechos de emisión. Pero con El lunes, ninguna televisión se quiso comprometer, nadie se atrevió a poner dinero en una historia de sexo gay explícito y drogas. Pero eso no le hundió a Manuel; tenía muy claro que la vida es mucho más que el trabajo".
En su día, Querejeta le ofreció proyectos para venirse a España. Pero él estaba enamorado de Manhattan, y enamorado de su pareja, de John, que ahora le recuerda así: "Aparte de ser un artista original, agudo y muy preparado, Manuel fue, simplemente, el tipo más grande que he conocido jamás. Mi mejor amigo durante 15 años. Siempre se ha dicho que era un hombre de la noche; no hay duda, de ahí sacaba su mayor inspiración, de las locuras de la gente del ambiente. Pero él también amaba el día; no hay más que ver los guiones que ha dejado escritos. Lo cierto es que Manuel disfrutaba mucho con la vida y con la mezcla de Madrid y Nueva York, de Lorca y Almodóvar con Warhol y Woody Allen. A pesar de las decepciones y contrariedades, su entusiasmo nunca decaía y era contagioso, tanto para los club kids de Cuernos de espuma como para su hermano Jesús, que le idolatraba, como para mí, que me iluminó la vida".
Manuel no quiso embarcarse en el viaje de vuelta. Creía que podía seguir haciendo cine en España desde allí. Se confió. Quizá calibró mal sus fuerzas. Pensó que si había conseguido hacer una película tan rara con 22 años, lo iba a tener más fácil. Su madre explica lo mismo, a su manera: "Yo también le echo un poco de culpa a él. Querejeta quería seguir con él, pero orientándole. Pero Manolo quería lo que él quería. Yo creo que se centró en proyectos con poca salida. Y creo que Paco Ramos estuvo mucho tiempo entreteniéndolo. A pesar de todo, no era un amargado. Te daba paz. Nos tranquiliza a todos, nos sabe llevar muy bien. Era el pilar de la familia. Todos le llamábamos. Estaba muy pendiente de todos. Era tan bueno. Me pasaría días hablando de él. Es un fuera de serie. Nos ha dejado muy mal. Mi marido está hecho polvo. Yo no consigo dormir".
En 2004 ya decidió venir a Madrid para dar un impulso en directo al proyecto. Pero en Alquimia tiraron la toalla. Llegó la crisis con John; se alejaron, aunque siguieron hablando prácticamente a diario. Abrió casa con su nueva pareja, Jesús. Vivía de hacer traducciones y dar clases de inglés. Pero tenía confianza en sí mismo y en que lo lograría. Había conseguido que su guión sobre los carnavales de Castilla-La Mancha se montara como obra teatral.
Le buscó las vueltas al lunes, y surgió Juan Carlos Alonso, uno de los socios de la empresa Tryp Family, que gestiona clubes, fiestas y locales de ocio, como el Goa, Ohm y Chicote, en Madrid. Surgió la idea brillante: aprovechar el espacio del Ohm, en plena plaza de Callao, corazón de Madrid, para antes de abrirlo como discoteca, de 10 a 12 de la noche, acoger la representación, con proyecciones, música en directo de un dj y las voces de Etxeandía y Silva. Un espectáculo distinto. Tipo Off Broadway. Se le iluminaban los ojos con el proyecto; estaba pendiente de todos los detalles. Así presentaba su guión: "Chueca. Viernes, cinco de la tarde. Aitor debería pasar los próximos dos días trabajando en una nueva campaña publicitaria, pero la idea de no saciar su apetito sexual en todo un fin de semana es demasiado dolorosa. Fabián ha recibido un ultimátum de su novio obligándole a retirarse del mundo de la noche y aceptar un trabajo como escaparatista de Zara. Mientras tanto, Raúl acaba de perder la oportunidad de dejar de ser chapero para siempre y convertirse en actor; sus comprometidas fotos con un famoso futbolista son portada de toda la prensa española. Los tres necesitan huir de la realidad y saben que no hay mejor antídoto que un fin de semana de fiesta, música y sexo, sazonado con todas las sustancias que sus bolsillos puedan pagar. El lunes puede esperar. Tú no. Un musical bajo los efectos de la noche".
"El argumento es fuerte", comenta Juan Carlos Alonso. "Pero es lo que hay. No se trata de hacer apología de todo eso; tampoco de ocultarlo. Pero también debo decir que se muestra como una especie de viaje iniciático. Algo pasa en los personajes. Aunque parece que el lunes todo sigue igual, algo ha cambiado en sus vidas. Es el último fin de semana de juventud despreocupada. ¿Elijo mi pareja o follar con 30?, ¿apuesto por la fiesta continua, la sauna, el cuarto oscuro o trato de ver que en la vida hay muchas otras cosas?".
Cuando le pasó lo que le pasó a las tres de la tarde ?a pleno sol? se suspendió todo. Superado el shock y el parón del verano, familia y productores han decidido que Manuel no esté solo, intentar que su proyecto no se quede metido en el ordenador.
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