Un territorio castigado por la violencia
Con métodos expeditivos, Ramzan Kadírov, el presidente de Chechenia, ha hecho grandes progresos en el desescombro de este territorio castigado por la guerra. Desde que el presidente ruso, Vladímir Putin, eligió la línea dura para someter al independentismo, los guerrilleros fueron expulsados hacia las montañas y sus principales líderes, exterminados.
Las emboscadas, atentados y desapariciones son menos que en el pasado en Chechenia, según los defensores de derechos humanos. Comparativamente, la situación parece incluso mejor que en los territorios caucásicos vecinos, como Daguestán e Ingushetia, escenarios de continuos enfrentamientos. En Grozni, hay edificios y avenidas nuevas que contrastan con las ruinas del pasado. La población local denuncia que han sido financiados a base de extorsiones.
Las torturas son una práctica común tanto entre las fuerzas locales sometidas a Kadírov como entre los federales, según el defensor de los derechos humanos de Chechenia, Nurdi Nujazhiyev. Este funcionario se queja de la falta de colaboración de la Fiscalía rusa.
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