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Entrevista:JOAN MATABOSCH

"La ópera debe ser un producto artístico y no sólo de entretenimiento"

"Lograr que la ópera dejara de ser patrimonio de unos pocos privilegiados y expertos para convertirse en hábito de consumo cultural". Este es, en palabras de Joan Matabosch, director artístico del teatro del Liceo, el propósito que el coliseo lírico barcelonés se impuso en su nueva etapa tras la reconstrucción del teatro, destruido por un incendio en enero de 1994. Los 24.500 abonados con los que cuenta actualmente y un índice de ocupación sostenido del 90% en sus pasadas temporadas avalan el éxito del empeño. El objetivo ahora es "consolidar internacionalmente el Liceo como centro de producción", explica su responsable artístico. Ejemplo de ello es la nueva temporada lírica que, con un presupuesto de 57 millones de euros y una oferta total de 4.601.788 localidades, se inaugura el próximo martes con la ópera Andrea Chénier, de Umberto Giordano. De los 10 montajes escénicos programados, ocho tienen al Liceo como productor, una cifra inusitada hasta ahora.

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Pregunta. La alta proporción de montajes propios en la nueva temporada resulta inédita. ¿A qué se debe?

Respuesta. Ha sido posible gracias a la intensa política de colaboración con otros teatros como la Opéra de París, la Ópera Nacional de Gales, La Monnaie de Bruselas, el Real de Madrid, las óperas de Houston, Ginebra, Tokio y Hannover... Sin estos acuerdos sería imposible plantear una temporada así.

P. Tantas producciones propias, junto a la reposición de dos montajes, Aida y Don Giovanni en la versión de Calixto Bieito, evidencian un cambio de rumbo en el modelo del Liceo como teatro latino de temporada.

R. Creo que pronto quedará superada la dicotomía entre teatro de temporada, con pocas funciones y escasa penetración en el tejido cultural de la ciudad, y teatro de repertorio, con función diaria y reposición de montajes. En su estado puro, ambos modelos están en crisis. Nosotros apostamos por un modelo híbrido.

P. ¿Y qué propone?

R. Lo mejor de los dos. La excepcionalidad de lo único unido a la sostenibilidad del proyecto y su penetración en el tejido cultural de la ciudad. Nuestro modelo de gestión es envidiado por otros teatros, porque el porcentaje de subvenciones se limita al 50% de su presupuesto. Eso implica que debemos conseguir el otro 50% a base de ingresos propios.

P. En sus 10 años al frente de la dirección artística del Liceo, el teatro se ha significado por presentar montajes escénicos innovadores que han causado no poca polémica. ¿El escándalo vende?

R. No lo creo. El escándalo puede ayudar a que se hable del teatro, pero en las cifras de ocupación del Liceo no se aprecian apenas diferencias entre los montajes que han causado escándalo y los que no. Personalmente, no me interesa el folclore de los escándalos porque jamás responden a la capacidad del montaje de revelar el sentido de la obra, que es lo único importante. Hemos apostado por propuestas arriesgadas, pero no todo vale.

P. ¿Y qué vale?

R. No importa si el montaje es más o menos fiel a las expectativas de cierto público que se cree experto, sino si la puesta en escena expresa el sentido de la obra para que nos resulte igual de emocionante, conmovedora, sorprendente y agresiva como lo fue en el momento de su estreno. Estamos obligados a ofrecer un producto artístico y no sólo de entretenimiento o de puro espectáculo. La obra de arte nos habla de nosotros, expresa lo que somos, lo que sentimos, el entretenimiento sólo nos ayuda a pasar el rato.

P. ¿Es cuestión de tiempo que la crisis de público que vive la ópera en buena parte de Europa llegue a España?

R. La crisis no es de público sino de modelos de gestión que no han sabido adaptarse. Este sería un peligro cierto en España si los gestores no fueran conscientes del problema, pero no es el caso. Todos hemos aprendido de los aciertos y errores de los demás. Esta es la ventaja de llegar después y hay que aprovecharla.

Sustituto a punto

El Liceo abre el próximo martes su temporada de ópera con Andrea Chénier, de Giordano, en una producción del Nuevo Teatro Nacional de Tokio dirigida escénicamente por Philippe Arlaud. Se ofrecerán 14 funciones, hasta el 17 de octubre, con un triple reparto dirigido musicalmente por Pinchas Steinberg, que en el estreno contará con el tenor José Cura, la soprano Deborah Voigt y el barítono Carlos Álvarez.

El estreno en España de Muerte en Venecia, de Britten, en mayo de 2008, es uno de los puntos álgidos de la temporada, en la que destacan el montaje de La Fura dels Baus de El castillo de Barbazul (Bartók); el de Comediants de La cenerentola (Rossini); o el de Robert Carsen de Tannhäuser (Wagner). Robert Alagna, protagonista de Aida (de noviembre a enero de 2008), aporta la incógnita, tras su espantada en La Scala de Milán con esta misma obra. "Estoy convencido de que cantará", dice Matabosch. "Pero disponer de un cover cerca del escenario nos ahorrará, al menos a mí, mucha tensión".

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