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Ovejero define a los inmigrantes como los grandes aventureros del siglo XXI

'Nunca pasa nada' narra el drama de los que "están pero no cuentan"

Aurora Intxausti

Descubrir los secretos que trata de ocultar un grupo de personajes, reflexionar sobre los problemas de colisión e integración que viven los inmigrantes y ahondar en los dramas de gentes que pasan a nuestro lado son algunos de los aspectos que ha abordado José Ovejero (Madrid, 1958) en su nueva novela, Nunca pasa nada (Alfaguara). Lo ha hecho a través de Olivia, una inmigrante ecuatoriana encargada de las tareas del hogar en el que viven Carmela y Nico, un matrimonio de clase media que lleva una vida tranquila y acomodada plagada de silencios casi imperceptibles.

Olivia llega a su destino cargada con una pesada deuda económica que debe pagar a Julián, un intermediario de las mafias que traen ilegalmente a los inmigrantes. En esta novela juega un importante papel para el desarrollo de la trama Claudio, un joven superdotado que disfruta dejando que aflore la parte más oculta de su vida.

El escritor pone al descubierto y contrasta los problemas que afectan a los españoles con los que causan desasosiego a los inmigrantes y refleja el drama de aquellos que abandonan a sus familias, se dejan coaccionar por las mafias y se adentran en oscuros caminos para tratar de lograr una vida mejor. "Tenía interés en retomar el tema de inmigración y hacerlo desde un marco diferente al de mi anterior novela, Las vidas ajenas. Me interesaba demostrar cómo en España coexisten dos sociedades diferenciadas que conviven juntas pero que se ignoran bastante. Son parte del paisaje urbano, pero su integración es muy marginal. Están pero no cuentan", apunta Ovejero.

El autor de Nunca pasa nada sostiene que todos tenemos cosas secretas que somos incapaces de desvelar y que el ser humano es capaz de vivir existencias diferentes. "Hay una constante en mi literatura y es la de querer asomarme a lo que hay detrás. Con este libro trato de enfrentar al lector con el ser que lleva oculto, que se mire al espejo. A veces mantenemos secretos no de forma consciente sino como una forma de preservar la intimidad".

Ovejero, que se asoma a la ficción para explicar lo que ocurre en la realidad, se mete de lleno en el mundo de los inmigrantes convencido de que son los grandes aventureros del siglo XXI. "Son capaces de embarcarse en un viaje con un destino incierto. Sólo persiguen lograr una vida mejor que les permita salir de la miseria de su existencia". Habla entonces de lo que le ofrece a él la literatura: "La posibilidad de acceder a un mundo de fantasía. Me abre una puerta a emociones y situaciones que de otra manera no hubiese podido descubrir. Mi inspiración está en la calle porque el mundo está lleno de historias de las que apropiarte"

Es una constante en la obra de este escritor, que vive a caballo entre Bruselas y Madrid, dejar abiertas las historias. "Yo imagino los personajes y a partir de ahí voy creando la trama. Creo que lo difícil es dejarla sin cerrar del todo porque tienes que estar muy seguro de lo que quieres decir. Sé que mis protagonistas están cargados de problemas, pero no es más que un reflejo del mundo en el que viven. Me interesa ese aparente nunca pasa nada de nuestras vidas, llenas de dramas o de aventuras felices y desgraciadas".

Ovejero ha centrado su historia en España, un país con el que el autor mantiene una conexión emocional. "La distancia te permite sentirte unido, por un lado, pero también ser más crítico con algunos aspectos como la falta de respeto al que piensa diferente. Me preocupa que exista un país de bandos".

El escritor José Ovejero, ayer en Madrid.
El escritor José Ovejero, ayer en Madrid.EFE
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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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