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Reportaje:ARQUEOLOGÍA, ARTE E HISTORIA

Oro (y demás tesoros) de Perú

La sacudida más terrible ocurrió el miércoles 15 de agosto, a las 18.41, cuando el sol ya se ocultaba en la costa peruana. Hacia la noche de ese día se supo que había numerosos muertos y heridos, así como algunas llagas histórico-culturales. En Pisco, la ciudad más flagelada por el sismo, se cayó la iglesia de San Clemente -tumba de muchas víctimas- y quedó afectada la Casa del Libertador José de San Martín. En Ica, la urbe principal de la zona, se desplomó el templo del Señor de Luren.

También resultó afectado el museo provincial, donde se guardan valiosas piezas prehispánicas. Algunas de ellas, según Cecilia Bákula, directora del Instituto Nacional de Cultura (INC), pertenecientes a las culturas Nazca y Paracas, se habrían estropeado.

En Perú hay unos cien mil sitios arqueológicos. Desde pequeños recintos hasta colosales fortalezas
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No parecen haber sufrido daños las famosas Líneas de Nazca, pero el patrimonio cultural ha acusado el golpe. Todavía no se ha hecho una evaluación real de los daños. Aun así, el maravilloso tesoro arqueológico vive. Y sigue ofreciendo sorpresas al mundo.

El pasado 3 de julio una noticia hizo temblar las redacciones y los gabinetes científicos: en Huaca Rajada, cerca de Chiclayo (780 kilómetros al norte de Lima), se anunció el hallazgo de otra fastuosa tumba real de la cultura moche (100 a 800 después de Cristo). Estaba a escasos 25 metros del recinto funerario del Señor de Sipán, el legendario monarca hallado en 1987 por el arqueólogo Walter Alva. El fardo mortuorio no se había destapado, pero se presume que alberga a otro noble moche.

Un año atrás, por si no bastara,

en mayo de 2006, los moches revelaron una nueva faceta prehispánica. En el complejo arqueológico El Brujo, cerca de Trujillo, a unos 580 kilómetros al norte de Lima, se encontró un entierro también lujoso. Albergaba numerosos collares de oro, lapislázuli, cuarzo y turquesa, además de 30 narigueras de cobre. Pero la sorpresa mayor fue que... ¡era una mujer!, a la que bautizaron como la Señora de Cao. La equidad de género había hallado un genuino antecedente. Sorprendente, pero no para Perú. Según Luis Lumbreras, ex director del INC y reputadísimo arqueólogo, existirían en el país unos 100.000 sitios arqueológicos. De todo calibre, desde pequeños recintos hasta colosales fortalezas.

Él mismo emprendió, en 2003, un programa denominado Qapaq Nan (en quechua, camino del inca o señor) para recuperar las rutas diseñadas por el imperio prehispánico. Sólo en 2005, sus arqueólogos lograron localizar unos 5.000 sitios arqueológicos. "Éste era un territorio ampliamente ocupado cuando llegaron los españoles", sostiene Lumbreras. Bákula, en medio del pesar por la actual tragedia, coincide con él y además nos ofrece una panorámica de los hallazgos más recientes. Aparte de las momias de Puruchuco y la Señora de Cao, encontraron dos tumis (cuchillos ceremoniales de cobre) en el bosque de Pómac del norteño departamento de Lambayeque; un templo, de 2.300 años de antigüedad, en Casma, también en el norte.

Otro hallazgo interesante con las momias de Leymebamba (cultura chachapoyas, siglos XIII al XV), en el departamento de Amazonas (nororiente). Descubiertas en 1997, se inauguró un museo en 2000, y en 2006 se organizó una exposición que fue a Italia y Austria.

En Caral (180 kilómetros al norte de Lima), la ciudad más antigua de América (3.000 años antes de Cristo), dada a conocer en 1999, siguen las excavaciones. Cerca de allí, en Huaral (60 kilómetros al norte de la capital), el arqueólogo Walter Tosso encontró, en mayo de 2006, un pequeño recinto enterrado. Su antigüedad, según el Carbono 14, está en torno a 2.850 años antes de Cristo.

Al sitio lo llamaron Las Shicras,

nombre dado en el mundo andino a unas cuerdas con las que se envolvían las piedras y que parecen una metáfora de la situación del tesoro arqueológico peruano: mucha riqueza, pero demasiadas amarras, especialmente financieras.

Según Bákula, el actual Gobierno muestra un mayor interés en la conservación del patrimonio. Hasta el punto de que recientemente dispuso 20 millones de soles (casi tres millones de euros) adicionales al siempre magro presupuesto del INC. Pero es sólo una golondrina.

Se requeriría de una agresiva política de Estado para conservar esta riquísima materia que yace bajo el territorio peruano. No basta con que cualquier proyecto de infraestructura tenga que contar con un CIRA (certificado de identificación de restos arqueológicos), pero parece que no todas las empresas cumplen con esta norma sagrada.

Se necesitaría, además, como sostiene Ulla Holmquist, experta museóloga peruana, "musealizar" más sitios arqueológicos. Es decir, señalizarlos bien, ordenarlos, valorarlos. Un lugar como Machu Picchu, increíblemente, no está aún musealizado. Otros sitios importantes, como Túcume (al norte del país) o Kuélap (al nororiente), sí lo están. Pero, agrega Holmquist, para este trabajo se debe contar también con conservadores, museógrafos, gestores culturales, arquitectos, museólogos. No sólo arqueólogos.

La tarea es faraónica, digna de los señores o señoras de Cao, Sipán, Caral. La amenaza de hoy es el saqueo cultural y, ciertamente, los fenómenos naturales que, al parecer, los ancestros de los actuales peruanos enfrentaron de forma más creativa.

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