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El conflicto de Irak

Una guerra por el poder

En Irak no hay una guerra entre chiíes y suníes, sino una guerra por el reparto del poder entre extremistas de ambos grupos. La mayoría de los iraquíes, de hecho, rechaza pelearse entre sí. Así se expresa el kurdo Yalal Talabani, presidente de Irak, en una entrevista al diario francés Le Monde. "No estamos en una situación de dos frentes religiosos opuestos. Es verdad que hay discrepancias, pero sobre todo dentro de ambas comunidades. Y, por el contrario, hay varias alianzas políticas que reúnen a los dos grupos en su seno".

Para Talabani, los ataques terroristas apuntan sobre todo contra los civiles, más que contra el Ejército o la policía iraquí. "Estos grupos van a humildes pueblos turcomanos con tres coches bomba, o atacan las aldeas yazidíes, lejos de las ciudades, cerca de la frontera siria. En esas condiciones, cualquiera puede perpetrar matanzas, sobre todo cuando reciben el permiso de los países vecinos".

El presidente iraquí resta importancia a la crisis política que atraviesa el Gobierno del primer ministro, Nuri al Maliki (chií moderado), tras el abandono de varios ministros, mayoritariamente suníes. "Es un fenómeno natural en una democracia. Estas salidas están motivadas por razones distintas. Los árabes suníes creen que no se les ha tratado como verdaderos socios políticos. En cuanto a los ministros del movimiento [chií] de Múqtada al Sáder, el problema es otro. El primer ministro ha tomado medidas contra grupos de Al Sáder que violaban la ley, matones que asesinaban suníes en nombre del Ejército del Mahdi. Maliki se ha visto obligado a actuar contra esas milicias. Los ministros se han ofuscado por ello, y se han ido. Actualmente, la gente de Al Sáder ha retomado el diálogo con el primer ministro, se declaran listos para reintegrarse en el Parlamento y han propuesto reemplazar a sus ministros dimisionarios por otros más competentes".

Actualmente, una cumbre de todos los bloques políticos busca, explica Talabani, salidas a los litigios. "Aún no hay acuerdos, pero sí progresos. Quizá los suníes no se reintegren al Gobierno. Intentaremos convencerles, porque sin ellos el Gobierno pierde su dimensión de unidad nacional. Ellos son un elemento importante, pero si no vuelven, el Gobierno tampoco va a hundirse. Tiene todavía la mayoría en el Parlamento. Puede sobrevivir".

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