Más de 600 presos se fugan al caer los muros de una cárcel por el seísmo
La policía detiene a más de un centenar de personas por saqueo y vandalismo
El terremoto que azotó el miércoles a Perú lo colapsó todo, incluidos los muros de una cárcel que albergaba a más de 700 reos. En la prisión Tambo de Mora, de la ciudad de Chincha, situada a 200 kilómetros al sur de Lima, 680 presidiarios aprovecharon el caos que provocó el terremoto de 8 grados en la escala de Richter y se fugaron de sus celdas. Sólo 29 internos permanecieron en el lugar pese a tener, literalmente, el panorama abierto para darse a la fuga.
Chincha es una de las ciudades más afectadas por el seísmo junto a Pisco e Ica. Más de 50 personas murieron y gran parte del casco urbano ha quedado en ruinas, según el Instituto Nacional de Defensa Civil. Al desastre, la falta de alimentos, electricidad y agua potable, los habitantes deben sumar ahora el miedo a los criminales, que han aprovechado la confusión para actuar en todo el país. El vicepresidente del Instituto nacional Penitenciario (INPE), Manuel Aguilar, confirmó que sólo se han capturado 29 de los reos fugados, pues "el número de policías en Chincha es insuficiente" para hacer frente a la situación. La policía nacional peruana dispuso el envío de refuerzos desde Lima y la ciudad de Arequipa, al sur del país, para intentar capturar a los 651 que aún permanecen prófugos y ordenó el envío de los reos capturados a otro centro penitenciario de la provincia de Cañete.
En la ciudad de Ica, la más afectada por el terremoto, la escena estuvo a punto de repetirse, pues el penal resultó parcialmente destruido, pero Aguilar niega que los internos se hayan fugado. El 40% de la ciudad sufre daños severos y los hospitales de la ciudad han sido declarados en emergencia. Las autoridades aseguran que, pese a que las dos comisarías de Ica están en ruinas, los agentes patrullan la ciudad y esperan la llegada de efectivos de la Dirección Nacional de Operaciones Especiales para reforzar la seguridad pública, que se ha convertido en uno más de los dolores de cabeza de las autoridades peruanas en la lucha por llevar un poco de normalidad a todos los rincones sacudidos por el seísmo.
A las pocas horas del temblor de tierra, los delincuentes aprovecharon la oscuridad y el caos para saquear casas y centros comerciales, y asaltar a mano armada a los viandantes en la capital peruana. Unos 167 delincuentes, 12 de ellos menores de edad, fueron arrestados y la policía se incautó de nueve pistolas y numerosos objetos punzantes. Sólo en el centro de Lima fueron arrestados 59 ladrones cuando sustraían mercadería de pequeñas tiendas.
"La policía está en alerta roja. No se permitirán desmanes. La propiedad pública y privada está garantizada", dijo el general Octavio Salazar, responsable militar de Lima, y fue tajante al asegurar que las autoridades velan por el orden. Salazar pidió calma a la población, pero eso fue justamente lo primero que desapareció con el terremoto.
"Estamos con el susto metido en el cuerpo, esperando que no se repita y muy atentos a las noticias", afirmó Matías Martín, un canario de 42 años que reside en la capital peruana. "En Lima, por ahora, la vida ha recuperado poco a poco la normalidad".
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