El 25% del asma se origina en el trabajo
Enfermeras y trabajadores de la limpieza son los más afectados, según un nuevo estudio europeo
Un 5,7% de la población española, unos 2 millones de personas, sufren asma. Y va en aumento. Así lo indican los informes de la Iniciativa Global para el Asma (GINA). Es en el entorno laboral donde se ha detectado un mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad. Un estudio realizado en Europa con 7.000 personas, dirigido por Manolis Kogevinas y Josep María Antó, investigadores del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL), acaba de desvelar que el 25% de los casos de asma en adultos se debe a las condiciones en el lugar de trabajo, según el artículo que esta semana aparece publicado en The Lancet.
En el caso de las enfermeras, una de las causas principales es el contacto con el polvo de látex de los guantes, aunque hay otros irritantes Sólo el 10% de las historias clínicas de adultos recogen la ocupación del enfermo, cuando el trabajo es clave en muchas enfermedades
"Las enfermeras y el personal de limpieza son los colectivos más afectados, profesiones ejercidas mayoritariamente por mujeres y que representan entre un 3% y un 4% de la ocupación total en España", afirma Kogevinas. Durante 10 años, entre el 1990 y el 2000, los investigadores estuvieron siguiendo minuciosamente a individuos, de 11 países europeos, que no tenían asma. Los investigadores han estado recogiendo datos sobre la evolución de su salud, su actividad en el puesto de trabajo y los compuestos a los que estaban expuestos. "Hay 250 agentes que se asocian al asma, pero creemos que la exposición a desinfectantes, al látex y a diferentes medicamentos son los principales motivos de asma en estos colectivos", afirma Kogevinas.
En el caso de las enfermeras, una de las causas principales es el contacto con el polvo de látex de los guantes, aunque también pueden estar expuestas a otros alérgenos respiratorios y productos irritantes, como una sustancia de uso común en procesos de esterilización en el ámbito sanitario, el glutaraldehído. En cuanto al personal de limpieza, no tan sólo les perjudicarían algunos detergentes, sino los incidentes por inhalación de sustancias, como puede ser la mezcla de diferentes productos. "Si estás expuesto a muchos incidentes pequeños, como mezclar salfumán y lejía, algo que provoca emanaciones, es un factor importante de riesgo", explica Kogevinas.
También han corroborado la relación con otro compuesto químico, los isocianatos, que ya se había asociado con esta patología: "Es el que tiene mayor relación, se encuentran en pinturas que en España se comercializan pero que en algunos países, como Finlandia, está prohibido". Así pues, otro de los colectivos profesionales afectados son los trabajadores de aserraderos, carpinteros y pintores, además de otros sectores industriales en los que se utiliza este compuesto.
Según el estudio, "los humos metálicos que producen metales como el níquel, el platino, el cobalto y el cinc, al calentarse generan una serie de vapores que a menudo son irritantes y tóxicos". Trabajadores de diferentes ámbitos en el sector metalúrgico, desde soldadores y laminadores hasta trabajadores de fundiciones de vidrio y cerámica, forman parte del colectivo de afectados. Estos humos tóxicos también se pueden hallar en tintas y pigmentos usados en la industria gráfica.
Otras sustancias cuyo contacto propicia la aparición del asma son los bioaerosoles, unas sustancias microscópicas de origen bacteriano que se encuentran suspendidas en el aire y que afectan a agricultores, ganaderos y panaderos, ya que también están en la harina. Estos colectivos también estarían afectados por hongos, moho y ácaros.
"Muchos sistemas de vigilancia subestiman la verdadera incidencia del asma laboral, por lo que la infradeclaración del asma es muy común", afirman los investigadores. Aunque algunos trabajadores presentan síntomas, con frecuencia se confunden con catarros.
"El problema es que entre los médicos hay poca costumbre de recoger datos laborales", afirma Cristina Martínez, doctora del Servicio de Neumología Ocupacional del Instituto Nacional de Silicosis de Oviedo. "En la historia clínica, sólo en el 10% de los adultos el médico recoge el dato de dónde trabaja, pero el ambiente laboral es muy importante". El diagnóstico adecuado de la enfermedad y su agente causal es importante, "ya que tan sólo se puede corregir si la persona deja el trabajo". De hecho, en este estudio europeo se ha detectado que los individuos que desarrollaban asma disminuían los síntomas cuando no trabajaban.
Otro aspecto a tener en cuenta es que los colectivos laborales más afectados, enfermeras y personal de limpieza, están formados en su mayor parte por mujeres. "Por encima de los 20 años, de cada tres asmáticos, dos son mujeres, y el retrato robot es una mujer entre 30 y 50 años, con problemas de obesidad, bajo estado de ánimo y con cargas familiares", afirma Teresa Bazús, del servicio de neumología del hospital Universitario Central de Asturias. Aunque se cree que puede tener relación con procesos hormonales, ya que los síntomas aumentan durante el periodo premenstrual y la menstruación, Bazús afirma que también existe una clara relación con las tareas domésticas y la exposición a detergentes.
El mismo equipo del CREAL que ha coordinado este estudio sobre el asma ocupacional, ha realizado otro estudio con 4.600 mujeres de Cornellá (Barcelona), que trabajan en servicios de limpieza. "En este colectivo, el riesgo de padecer asma es un 46% superior que en mujeres con otras ocupaciones", afirma Antón. Las mujeres que utilizan lejía con mayor frecuencia presentan un mayor riesgo. Sin embargo, los investigadores todavía no han podido identificar de forma precisa otros agentes irritantes, dada la gran diversidad de compuestos que se encuentran en los detergentes.
Una enfermedad con rostro de mujer
Hasta la pubertad, la incidencia de asma es mayor en los niños que en las niñas. "Cuando llega la adolescencia, las cifras se igualan, y en la madurez hay más mujeres que hombres", explica la neumóloga Teresa Bazús.
Según datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) esta diferencia entre hombres y mujeres no se debe a que la enfermedad desaparezca en el sexo masculino, sino a que con la edad el hombre mejora y, además, hay un mayor número de mujeres que la desarrollan en la edad adulta. También puede atribuirse al ciclo hormonal de la mujer y al estrés.
Hay evidencias científicas de que las fluctuaciones hormonales durante el ciclo menstrual afectan entre el 20% y el 40% de las asmáticas en los días premenstruales y durante la menstruación. Bazús comenta que todavía no se conocen los mecanismos por los que esto ocurre.
En el caso de las mujeres embarazadas, Bazús destaca la especial necesidad de realizar un control adecuado, y asegura que "un mal control del asma tiene más riesgo para la madre y el feto que tomar diariamente la medicación". Un ataque de asma, además, supone un riesgo mayor para el feto debido a la disminución del aporte de oxígeno. Es decir, si respira bien la madre, respira bien el hijo.
Los estudios publicados muestran que durante el embarazo se reducen las dosis de corticoides, disminuyendo las dosis de corticoides inhalados se favorece la aparición de los ataques. Según Bazús, debería de ser controlada por los especialistas, ya que para que el feto tenga una ventilación adecuada es necesario prevenir la falta de oxígeno en la madre.
Según esta neumóloga, por una crisis de asma materna y debido a la falta de aporte de oxígeno al feto se puede producir un bajo crecimiento durante la gestación, un parto prematuro, malformaciones o un aumento de mortalidad perinatal.
Numerosos estudios también han demostrado la relación entre la obesidad y el asma en las mujeres. La aparición de obesidad en niñas entre los 6 y 11 años de edad multiplica por 7 el riesgo de sufrir asma. Cuando se controla la obesidad, disminuyen los síntomas, disminuyen los episodios de crisis y se precisa menos medicación (el 42% deja de necesitar medicación diaria y un 18,5% precisa menos tratamiento).
Las mujeres asmáticas entre 30 y 50 años también acuden 3 veces más a los servicios de urgencias que los hombres.
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