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Reportaje:La encrucijada de Cuba

Una revolución, dos estilos

El pragmático Raúl Castro dirige la política cotidiana, pero Fidel ha seguido marcando hasta ahora las pautas

Una revolución. Un apellido. Y dos estilos: Fidel y Raúl. Fundadores de la revolución ambos, ninguno está dispuesto a subvertir su espíritu. Pero partiendo de las mismas convicciones, las formas difieren. Según el escritor Gabriel García Márquez, Fidel "es uno de los mayores idealistas de nuestra época y en eso reside quizá su mayor virtud, aunque también ha sido su mayor peligro". Castro siempre ha creído que el hombre se mueve por convicciones y principios y piensa que los "estímulos morales" son los que importan.

En 1993 fue capaz de transigir. La crisis provocada por la desaparición del campo socialista obligó a descentralizar la economía e introducir reformas aperturistas como la legalización del dólar, pero a finales de la década, superados los peores momentos del Periodo Especial, él mismo frenó aquellas reformas que no le gustaban y se metió de lleno en la llamada "Batalla de Ideas", que supuso un regreso al idealismo más duro, con las consecuencias económicas subsiguientes.

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Raúl, menos carismático que Fidel, tiene fama de organizado y práctico. Su estilo de trabajo es diferente, más abierto a la discusión y el análisis colectivo; cuando tiene que tomar una decisión, dedica considerable tiempo a estudiar el problema en todas sus variables. En los años ochenta impulsó el proceso de "Perfeccionamiento empresarial" en las industrias militares, que concedió autogestión a las empresas y vinculó el salario a la productividad, experiencias luego extendidas a la vida civil. A diferencia de su hermano, no es alérgico al dinero. "No importa cuánto gane un campesino si produce más y vende barato", ha dicho. El 26 de julio, anunció "cambios estructurales y de concepto" en la agricultura y otros sectores. Dijo que se trabajará "con premura pero sin desesperos", y que no es posible esperar "resultados espectaculares" porque los problemas son serios.

Desde hace un año, los estilos de ambos coexisten. El día a día político lo lleva Raúl, pero, al decir de un economista cubano, "el trazo grueso" sigue marcado por la política idealista de Fidel. "Al menos hasta el discurso del pasado 26 de julio", afirma uno de los participantes en el debate académico del último número de la revista Temas, dedicado casi íntegramente al estudio de diversas experiencias de transiciones. El simposio La transición socialista en Cuba contó con las aportaciones de académicos, funcionarios y dirigentes juveniles, entre ellos Carlos Lage Codorniú, actual presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios e hijo de uno de los dirigentes más relevantes de Cuba, el vicepresidente Carlos Lage. Lage Codorniú abogó por "la necesidad de repensar la manera de articular" el modelo cubano y de "participar en él", y también en "pensar en fórmulas novedosas para la realización de la propiedad" en el socialismo. Aunque no considera "adaptable" a la realidad cubana la "línea económica china", consideró que su experiencia puede ser "útil", en especial la concepción de que el Estado controle los sectores estratégicos y permita que otras actividades queden "a la iniciativa particular de los individuos".

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La mayoría de los panelistas de Temas plantearon la necesidad de abrir nuevos espacios de participación política. Y algunos cuestionaron la "credibilidad" de instituciones que no ofrecen a la gente posibilidad de influir en la toma de decisiones ni "espacios donde actuar". "En tiempos de crisis, resulta razonable que la política sea cerrar todo y mantener cierta rigidez, pero en la medida en que se produce una evolución de la situación es necesario abrir y flexibilizar", dice Lage Codorniú.

Todo esto ocurre en vísperas de las elecciones al Parlamento que se celebrarán a comienzos de año. Serán elegidos los diputados que luego nombrarán al presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, cargo que ha ocupado siempre Fidel Castro. El pasado 26 de julio dijo Raúl que las elecciones serán un momento importante. ¿Será de nuevo Fidel el jefe del Estado los próximos cinco años? ¿Será Raúl? ¿O se buscará una nueva fórmula que consagre definitivamente el relevo, con dirigentes más jóvenes en la cúspide?

La situación de Fidel, que en agosto cumplirá 81 años, es incierta. En un año no ha aparecido en público y nada parece indicar que pueda regresar al mando. Pero hasta ahora, sin estar ha estado presente y su influencia es grande. En cuatro meses ha publicado 31 comentarios en el diario Granma. Comenzaron siendo reflexiones sobre los grandes problemas de la humanidad, pero las últimas entregas ha criticado las reformas de los noventa, insistiendo en que el factor "conciencia" es vital. Pero en los últimos 48 años, los dos Castro, Fidel y Raúl, se han complementado a la perfección.

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