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Columna
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Mancos

El vocablo mano o manos es en casi todas las lenguas naturales el núcleo de una rica fraseología. En ocasiones aparece con valores positivos relacionados con la solidaridad o la reconciliación entre contrarios, porque echamos una mano o nos damos las manos; otras alude al trabajo y a la pobreza, porque según el poeta siempre hubo y hay miembros encallecidos en quienes trabajan con sus manos y los ricos de finas manos. Raimon, el mozuelo de Xàtiva que a tanta gente enseñó allá por los sesenta a cantar en valenciano, hablaba de las manos limpias de inocentes niños y sucias manos de los que mandan matar; y Alfonso Rus, alcalde de Xàtiva y presidente provincial del PP en la provincia de Valencia, y presidente también de la provincial y decimonónica Diputación de Valencia, afeaba ese otro día la picaresca o la desvergüenza de quienes se colocan en la política buscando parné, indicando textualmente que "si uno mete la mano en la caja hay que cortársela", y se refirió a la sharia islámica, al burka, al fallecido Jomeini o a algo por el estilo, que tanto da. Una pizca radical nos parece sin embargo el provincial dirigente, pues de realizarse su deseo tropezaría con algunos mancos en sus propias filas. Pero, vamos, el hombre, muy popular él, en lo que quería hacer hincapié es en el trabajo y la honradez que se le ha de exigir, y se ha de exigir, todo político.

El alcalde de Xàtiva se expresó de tal manera durante su toma de posesión como presidente de la Diputación de Valencia: una institución y una administración tan absolutamente imprescindible y necesaria como el aire acondicionado en la Antártida o en Kamchatka, sobre todo porque no tenemos un administración autonómica a cuatro pasos ni un gobierno local todavía más cerca. Unos días antes, el concejal de la capital de La Plana Carlos Fabra, presidente del PP en la provincia de Castellón y presidente además de la provincial Diputación castellonense, en su toma de posesión de este último cargo, acompañado de poderes y potestades autonómicas, se expresó, sin aludir a la sharia ni a Jomeini, en términos semejantes a los utilizados por su homólogo Alfonso Rus: dijo algo así que los políticos no eran unos sinvergüenzas y que había que recuperar el prestigio de la clase política. De acuerdo. Sucede empero que las nobles palabras del provicial y provincialista Carlos Fabra suenan a hueco; es como, si de repente, la becaria de la Casa Blanca, Mónica Samille Lewinsky, nos hablara de virginidad y pureza como si una Santa María Teresa Goretti se tratara. Decenas de asesores en la provincial diputación, sueldo de su presidente semejante al del presidente del Gobierno central, vicepresidentes varios bien retribuidos con decenas de miles de euros anuales y un largo etcétera compatible tan sólo con el despilfarro del erario público y el dinero de los contribuyentes, e incompatible con cuanto se predica mediante nobles palabras para recuperar el crédito político. Otro absurdo que raya lo grotesco, en donde uno tropieza con canonjías, prebendas y estómagos agradecidos de hijos o hijas, parientes y deudores. Y ello en una institución, que como la de la provincia de Valencia, es tan imprescindible y necesaria como la calefacción central en el desierto sahariano.

Aunque ni todo el monte es ajedrea u orégano, ni toda la clase política crece, vive y se amamanta en las despilfarradoras, y a todas luces imprescindibles diputaciones provinciales. Tan necesarias y conocidas en su trabajo que el cabeza de la oposición en la de Castellón le ha solicitado cortésmente a Carlos Fabra que le indique cada seis meses a qué se dedican y qué han hecho las decenas de asesores provinciales. Hay romero y tomillo perfumado en determinada clase política que no perdió su crédito: ahí está el alcalde del agreste Bustarviejo en la Sierra de Guadarrama, que no cobra un duro y trabaja con dedicación y con escrúpulo. Ese alcalde es ahora socialdemócrata, pero la corporación de Bustarviejo con el alcalde del PP y con crédito el año 2003, se manifestaron en contra de la guerra en Irak en una moción apoyada por todos los ediles conservadores: para pesar y duelo de todos los ciudadanos hispanos a aquel alcalde conservador de Bustarviejo lo dieron de baja en el partido.

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