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Reportaje:

Recogidas 30 toneladas de fuel en Ibiza

Los técnicos cierran la última grieta del buque que naufragó el miércoles cerca del puerto

Los equipos de inmersión movilizados tras el hundimiento del mercante Don Pedro la madrugada del miércoles en Ibiza han conseguido sellar la grieta de la tubería por la que aún salía carburante, según anunció la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, que ayer visitaba la zona afectada por el vertido. El carguero llevaba en sus tanques 200 toneladas de fuel y gasóleo.

La ministra aseguró que la mancha de combustible de 3,5 millas de largo (unos seis kilómetros) por media milla de ancho procedente del buque hundido es ahora "un pequeño reguero entre el lugar donde se ha hundido el barco y la playa d'en Bossa".

La llegada a tierra de restos de combustible y aceites procedentes del Don Pedro obligó ayer a mantener cerradas tres de las 50 playas de la isla: Talamanca, Figueretes y la playa d'en Bossa. El combate ahora, una vez que se ha sellado la última fuga de fuel del pecio hundido a 45 metros es evitar que restos de vertido lleguen al parque natural de Ses Salines, que limita con la playa d'en Bossa, una de las afectadas y hacia donde ayer se dirigían algunos regueros.

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Ayer, tercera jornada de la crisis, desembarcaron en las playas 145 operarios que, ataviados con monos blancos, mascarillas y gafas protectoras, retiraron con palas y a mano galletas y pasta negra de fuel y aceite, que el viento había arrastrado hasta la orilla y que cargaban en sacos. Mientras, el Clara Campoamor, el buque polivalente contra la contaminación marítima, lanzaba al mar bombas flotantes que succionan el agua con las manchas para filtrarlas a bordo y desplegaba las pequeñas lanchas pelícano que se emplean en la recogida de basura flotante. En los frentes de avance hacia la costa se instalaron unos 1.600 metros de barreras para absorber y cerrar el paso al fuel. Los equipos de limpieza han retirado ya 30 toneladas: 25 en el mar y otras cinco en la arena.

Además, un vecino de la playa d'en Bossa movilizó a un grupo de personas y los armó con juguetes de playa de niño para echar una mano en la limpieza. "Es lo que va mejor para coger los restos que flotan", indicó. En poco tiempo, llenó una vieja barca infantil abandonada de restos negros, arena sucia y un cormorán muerto.

Pese al incidente medioambiental y a la prohibición de bañarse, cientos de turistas tomaron el sol tranquilamente en el kilométrico arenal d'en Bossa. "Las fugas de fuel son una amenaza ecológica para la posidonia submarina", aseguró la mujer que explota los servicios de esta playa, y que cobró, también ayer, cuatro euros por usar una hamaca.

Un policía local de Sant Josep corría por la extensa franja de arena, libre en casi su totalidad de alquitrán, intentando controlar a los inquietos bañistas que se zambullían, ajenos a la bandera roja que reseñaba la alarma medioambiental y sanitaria. Al estar vetados los baños y la natación en su playa, el animador de un hotel dirigió sobre la arena limpia una tabla de taichi para un grupo de turistas inglesas.

Un helicóptero y un avión peinaron varias veces la zona en la que actuaban barcos de Salvamento Marítimo y de limpieza del litoral del Gobierno balear. Desde el aire, el mar afectado parecía ayer a primera hora un puzle de planchas metálicas, por las zonas aceitosas y sucias despedazadas, áreas contaminadas, con menos olas y otro color, pero sin chapapote.

Los yates privados complicaron los trabajos de limpieza, al navegar cerca del escenario del naufragio, donde flota la suciedad, y dispersarla. La zona es una de las rutas de mayor tráfico del Mediterráneo. El vertido del Don Duque que afectó a la zona próxima al puerto ibicenco, obligó a moderar la velocidad de los barcos de línea. De ahí que el tráfico entre Ibiza y Formentera acumulara retrasos de hasta el doble del tiempo fijado para el trayecto, que es de media hora.

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Manchas de fuel procedente del Don Duque en la playa d'en Bossa.OCEANA

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