Un viaje para deshacerse del mercurio

Europa ha decidido restringir la comercialización de termómetros de mercurio y otros artilugios con este elemento contaminante. En año y medio no se fabricarán más y su venta estará prohibida. El casero, el que varias generaciones han utilizado para medirse la temperatura, se podrá quedar en el cajón. La UE ha considerado que las restricciones no deben aplicarse a las antigüedades o bienes culturales con más de 50 años porque el volumen de este comercio está limitado y no supone ningún peligro para la salud humana.

El termómetro de siempre se podrá quedar en casa siempre que no se venda. Si usted quiere deshacerse de él, entonces tendrá que desplazarse hasta las afueras de su ciudad para entregarlo en uno de los puntos limpios que suelen estar situados en la periferia. Son instalaciones donde se recogen de forma gratuita los residuos domésticos que, por su peligrosidad, no deben arrojarse al cubo de basura ni a los contenedores ordinarios.

Para saber el punto limpio más cercano lo mejor es dirigirse a la página web de la Organización de Consumidores y Usuarios (www.ocu.org), que dispone de un mapa de estas instalaciones, o bien preguntar en su ayuntamiento. El Ministerio de Medio Ambiente no contempla todavía algo más concreto para que los usuarios se deshagan del mercurio pero sí tiene que adaptar las directrices europeas a la legislación española. La demanda mundial de mercurio es de unas 3.600 toneladas anuales, de las que unas 300 toneladas corresponden a la UE. Dinamarca, Francia, Países Bajos y Suecia ya han prohibido el uso de varios productos que contienen este elemento antes de que se cumpla el plazo de un año y medio impuesto por Europa.

La obsesión con el mercurio es comprensible. Su volatilidad y su toxicidad cuando entra en contacto con el agua o el aire lo convierten en una sustancia muy peligrosa para el hombre. Varias especies como el pez espada, el tiburón azul, el marlín, el marrajo o el atún tojo han sido detectadas en algunos países de la Unión Europea con grandes cantidades de mercurio. Su ingesta podría ser mortal a la larga aunque los controles sobre el pescado hacen casi imposible esta idea. Un informe del Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente dice sobre el mercurio: "En altas dosis puede ser fatal, pero incluso en pequeñas dosis puede tener impactos adversos serios en el desarrollo neuronal. Recientemente se le ha vinculado con posibles efectos dañinos en los sistemas cardiovascular, inmunológico y reproductivo".

Por esta razón, los 27 países miembros se han propuesto declararle la guerra al elemento. No sólo desaparecerán los aparatos de medición que lo contienen. La industria cloroalcalina, que fabrica cloro para utilizarlo luego en la producción de plásticos y que se basa en la tecnología de células de mercurio, tendrá que reciclarse progresivamente y utilizar otras tecnologías más limpias en los próximos años.