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Reportaje:

Mi cama en un despacho

La Paz cierra habitaciones y aloja a enfermos de urgencias en consultas

La luz se filtra por las cortinas de la sala de consultas número 0 de Traumatología, que desde el viernes es la habitación de Rodrigo González. "Faltan camas y tenemos que estar aquí", se encoje de hombros su padre, que pasa el día sentado tras un biombo blanco. Rodrigo, 19 años, tuvo un accidente de moto el viernes al ir a Alcobendas, donde vive. Una ambulancia lo llevó al hospital La Paz, donde lo medicaron y le dijeron que necesitaba una operación en la rodilla. No entrará en quirófano hasta el lunes 9 de julio.

Como todos los años, en julio y agosto, se cierran camas. UGT denunció ayer que de las 1.366 que hay en el centro, 110 no estarán operativas en la primera quincena de julio. Responsables del sindicato alertaron del colapso: "En urgencias no cabe ni una mosca". Una portavoz de La Paz dice: "Es lunes, ha habido un 10% más de pacientes que el año pasado. Hemos tenido que derivar enfermos a otros hospitales"

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Rodrigo está tirado en una cama con un gotero. La sala apenas mide unos tres metros de ancho: un teléfono, un listado de números útiles en la pared y una vitrina con instrumental médico. En una esquina hay varias macetas y dos carteles publicitarios que invitan a visitar Pamplona.

La portavoz del centro asegura que estas salas se habilitan cuando hay "un aumento de la demanda". El cierre de camas se debe, según el centro, a mantenimiento y pintura. UGT no opina lo mismo. Arguyen que "la dirección del hospital lo camufla todo" y que el motivo es el ahorro. "El personal se va de vacaciones y Sanidad no contrata a nadie".

La madre de Rodrigo le acomoda a su hijo la almohada debajo de la rodilla. "Aquí vienen pero no nos dicen nada", comenta acerca del bullicio de enfermeros y celadores que entran y salen. En el mismo despacho durmió anoche Pedro Gago, de 26 años, que el domingo ingresó por una cornada en un encierro. Al menos ellos no están en el pasillo. Quien sí duerme allí, desde el sábado, es José García, 85 años, el brazo y la cadera rotos, a la espera de una operación. Es diabético y lleva un marcapasos. Su hijo cuenta que le ha pasado por delante un hombre al que ayer operaron "un caso tan importante" como un juanete: "Están desbordados. Es tercermundista. La cama de mi padre no se podía reclinar, hasta hoy, que la han arreglado. Tengo miedo de que empeore", protesta Valentín, el hijo.

Puerta principal del hospital de La Paz.
Puerta principal del hospital de La Paz.CLAUDIO ÁLVAREZ.

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