'Roma locuta, causa finita'

Según las noticias publicadas sobre el debate de investidura del nuevo presidente regional extremeño, el portavoz socialista Francisco Fuentes, refiriéndose al proyecto de construcción de una refinería de petróleo en Extremadura, pronunció cierto latinajo de marras: "Roma locuta, causa finita". Con ello quería decir que en las últimas elecciones el pueblo extremeño (o el de la zona de influencia) se había manifestado a favor de dicho proyecto; es decir, que el argumento democrático, como en el Senado romano, se había impuesto.

Sin entrar en la oportunidad de dicho análisis electoral (eran elecciones municipales y autonómicas y no un referéndum) ni en las cifras concretas de votantes y no de cargos elegidos, hay que manifestar en honor a la verdad que el latinajo citado se le atribuye no al Senado clásico romano, sino a san Agustín (por cierto, no lo dijo exactamente así), quien se refería no a una decisión democrática (tampoco el Senado romano lo era), sino precisamente a la decisión del Papa de por entonces (Inocencio I, siglo V después de Cristo) contra la herejía de Pelagio y otras de moda en aquel tiempo.

De lo que se deduce que, cuando los políticos pretenden apabullar al votante medio con su sapiencia, a menudo yerran. Y a veces dicen lo contrario de lo que quieren decir.

Porque, puestos al caso, ¿a quién se podría referir lo de Roma locuta? ¿A Ibarra? ¿A Vara? ¿A Ropero? ¿Hay alguien con más poder que ellos que se haya manifestado en favor de dicho proyecto petrolero? No hay otro papa que dé por cerrado el asunto, que por cierto da la impresión de que depende de más altas torres, sea en el Ministerio de Medio Ambiente, sea en Bruselas, sea en informes puramente técnicos, jurídicos o económicos, y no meras voluntades políticas de ámbito municipal o regional.

Al césar lo que es del césar.