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Cita de grandes potencias
Columna
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En un mundo multipolar

Andrés Ortega

Desde Occidente, y sobre todo desde EE UU, se piensa que Vladímir Putin quiere recuperar una relación bipolar con Washington en un mundo que ha cambiado en profundidad. Incluso el control de armamentos tiene que adaptarse a un mundo no sólo multipolar, sino en el que hay actores no estatales. La reunión en Moscú del Consejo OTAN-Rusia (COR o NCR en sus siglas inglesas) para celebrar los 10 años de la asociación entre Rusia y la OTAN ha reflejado que Rusia mantiene un doble lenguaje con la OTAN: de crítica y de cooperación.

El propio encuentro a 27 el pasado martes, precedido de un seminario con expertos en San Pertersburgo, ha puesto de relieve que ésta es una relación estratégica para Putin, pero que no a cualquier precio. El nuevo símbolo del NCR, significativamente, representa al hemisferio norte con 27 estrellas. En todo caso, pese a los excesos retóricos, no hay vuelta de la guerra fría y cualquier consideración por parte de Rusia, que no es hoy por hoy una amenaza para Occidente, parte de su "no integrabilidad" ni en la OTAN ni en la UE. "No es posible amar a una alianza militar a la que no perteneces", señaló un ruso.

Por supuesto, están los temas actualmente en litigio: Kosovo (donde se va a dar un respiro de cuatro a seis meses), el Tratado sobre Armas Convencionales (CFE) en Europa; y el escudo antimisiles (sobre el que, según fuentes rusas, puede haber una decisión tras la reunión este fin de semana entre Putin y Bush) por el despliegue en 2008 de un radar en la República Checa y unos interceptores en Polonia, con la oferta de Putin del centro de seguimiento de Gabala (Azerbaiyán). Sin duda, Rusia está dolida por la ampliación de la OTAN, y quiere evitar que ésta se extienda a Georgia y Ucrania, posibilidad que los aliados no contemplan.

Pero junto a estos motivos de tensión, el hecho de que fuera Rusia la que quisiera que la celebración del aniversario se hiciera en su suelo o la ratificación por la Duma del tratado SOFA sobre fuerzas del Partenariado por la Paz, y las conclusiones lanzadas indican que la cooperación entre Moscú y la antigua alianza enemiga avanza en cuestiones concretas, prácticas. Entre otras, en la lucha contra el terrorismo y la guerra de Afganistán. Por evidentes motivos, desde la invasión de 1979, los soldados rusos no pueden volver a este país, pero sí ayudar en el terreno logístico y de la lucha contra el narcotráfico, pues también les interesa un Afganistán estabilizado, dique contra el islamismo. Y la participación, recogida en el comunicado final, en el estudio de Interoperatividad en Defensa contra Misiles de Teatro (de corto alcance) de la OTAN. Según medios diplomáticos, la Rusia de Putin no está tan distanciada como puede parecer por el programa antimisiles, pues ve que le pueden interesar por la tecnología, y si llega a funcionar, para proteger unidades en el campo de batalla.

El tono fue bueno. Constructivo, pero sin esconder las preocupaciones rusas o aliadas. Como dijo el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, la seguridad es indivisible y quiere un trato desde la igualdad. Pero no dejó de sorprender la dureza de algunos planteamientos, como la del experto ruso que abrió el seminario de San Petersburgo con la afirmación de que EE UU ha perdido en Irak. Aunque curiosamente consideró que el mundo multipolar "nos permite mantener un cierto equilibrio", lo que implicaría una relación privilegiada con Washington. "No pueden pretender así estar entre los tres primeros del mundo", señalan medios diplomáticos occidentales. Lo que sí tienen claro es que Rusia, léase su clase dirigente, tenía un complejo y se lo ha quitado. Pero los europeos sí ven a Rusia como una "potencia indispensable" en palabras del secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop.

Según diplomáticos de la OTAN, la política exterior rusa refleja la lucha de poder interno. La Rusia de Putin, según los occidentales, sólo tiene dos instrumentos de poder exterior: la energía y las armas. Sólo ahora está recuperando el nivel económico de 1991. No exporta industria ni servicios. De hecho, se ha desindustrializado, aunque esté formando grupos estatales para fabricar aviones, para un grupo de construcción naval o para impulsar la nanotecnología. Aunque siempre con la preocupación militar en primer plano. Ni siquiera, por temor a la inflación, usa los ingresos del petróleo para desarrollarse. Según medios occidentales, tiene más de 400.000 millones de dólares esterilizados, a la espera de invertirlos, y un fondo de reserva de otros 120.000 millones. Se ha convertido en un sistema autoritario sin ideología. Y con demografía a la baja (pierde 700.000 habitantes al año) tendrá menos soldados.

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