El trasfondo de la carta colectiva del episcopado
El cardenal Gomá estaba convencido de que la Guerra Civil era una cruzada, y así lo había dicho y escrito muchas veces, al igual que muchos otros obispos españoles. Pero, contra lo que suele decirse, no lo dijo en la carta colectiva escrita a petición de Franco y publicada el 1 de julio de 1937, de la que hoy se cumplen 70 años. Al contrario, asegura que no lo es: "Siendo la guerra uno de los azotes más tremendos de la humanidad, es a veces el remedio heroico, único, para centrar las cosas en el quicio de la justicia y volverlas al reinado de la paz. Por esto la Iglesia, aun siendo hija del Príncipe de la paz, bendice los emblemas de la guerra, ha fundado órdenes militares y ha organizado cruzadas contra los enemigos de la fe. No es éste nuestro caso. La Iglesia no ha querido esta guerra ni la buscó". Es notable asimismo que, aunque elogiaba a Franco, reconocía el peligro del influjo nazi y falangista: "No queremos aventurar ningún presagio... la ideología extranjera sobre el Estado, que tiende a descuajarle de la idea y de las influencias cristianas, serán dificultad enorme para hacer una España nueva injertada en el tronco de nuestra vieja historia y vivificada por su savia". Creo que el motivo de tanta reticencia fue que deseaba que el Papa aprobara la carta, y sabía bien que a Pío XI no le gustaba el título de cruzada (ningún Papa ha dado esta calificación a la guerra civil española) y que estaba muy preocupado por el influjo nazi.
Pero aun así el Vaticano no respondía al cardenal Gomá cuando éste le iba informando de la preparación del documento. Como Gomá había insinuado a Vidal i Barraquer que el Papa aprobaba el documento, el prelado catalán dijo al secretario de Estado del Vaticano, Eugenio Pacelli, que firmaría si el Papa lo ordenaba, pero que no lo creía oportuno. El Papa ni aprobó la carta de Gomá ni dijo a Vidal que firmara. La Santa Sede tardó nueve meses en acusar recibo, y entonces lo hizo en una forma conflictiva. La carta tuvo el éxito propagandístico perseguido, y los episcopados de todo el mundo empezaron a enviar sentidas respuestas. La oficina de propaganda franquista preparó un volumen con estas respuestas y se pidió que el Papa lo prologara, pero Pacelli se limitó a enviar una carta elogiando "el alto sentido de justicia de esos Excmos. Obispos al condenar absolutamente el mal, de cualquier parte que venga". Esta carta se publicó como prólogo, pero suprimiendo las últimas palabras, "de cualquier parte que venga". Cuando el Vaticano reaccionó publicándola íntegra en el Osservatore Romano, el embajador Yanguas Messía, en vez de presentar excusas por haber alterado un documento de la Santa Sede, protestó de su tenor original: "Condenar el mal de cualquier parte que venga... Es decir, equipararnos en cierto modo a los rojos".
Hilari Raguer es historiador y monje de Montserrat.
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