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Reportaje:

Toma el dinero y corre... o sal a Bolsa

La euforia inversora que se extiende por todo el mundo ha puesto ofertas multimillonarias sobre la mesa de empresarios y directivos

Aquaria es la última empresa catalana que ha decidido salir a Bolsa. Y Ecotècnia, la última que, después de abandonar su estructura de cooperativa, ha sido vendida a un grupo extranjero. La primera, especializada en piscinas, y la segunda, fabricante de aerogeneradores, son las caras opuestas del dilema en que se encuentra hoy gran número de negocios en Cataluña. "Muchos", subraya Andreu Morillas, secretario de Economía de la Generalitat. "Tenemos numerosas empresas de tamaño mediano o pequeño-mediano que o ganan tamaño o pueden ser absorbidas".

En un momento de euforia inversora en todo el mundo, con más dinero que nunca buscando oportunidades en el mercado, cada vez son más las firmas de solera que han dejado de ser catalanas y han cambiado de manos. "Tenemos esa impresión porque algunos son los blue chips de la industria catalana, con marcas muy conocidas", reflexiona Joan Pujol, secretario de la patronal empresarial Fomento, en alusión a los chupa-chups o a los donuts. Pero, como contrapunto, empiezan a abundar también ejemplos de compañías que se han abierto a nuevos socios para crecer, algo que el Gobierno catalán pide a los empresarios.

"Sentimos un punto de decepción", admite Morillas. "No es decepción por la actitud personal y legítima de vender, sino porque algunas empresas hubieran podido seguir una carrera de expansión buscando los mecanismos financieros existentes para ello. La Generalitat debe apoyar a las empresas que están por la labor".

El director del Servicio de Estudios del Instituto de la Empresa Familiar, Javier Quintana, no percibe un momento crítico. "Las empresas familiares están recibiendo ofertas de grandes sumas. Si no se sienten muy ligadas al proyecto o surgen tensiones internas, la tentación es insuperable".

El lazo con la empresa tiende a aflojarse a medida que la primera generación familiar de una empresa va cediendo el relevo a las siguientes. "Una clave de lo que ocurre es la creciente complejidad para ir en una misma dirección cuando aumenta el número de accionistas y se trocean más las respectivas participaciones", dice Manuel Pavón, consultor de empresa familiar del bufete Garrigues.

La tentación -coger el dinero y correr- puede venir de inversores industriales, como en el caso de Chupa Chups, que el año pasado pasó a manos del productor italiano Perfetti Van Melle, o la cementera catalana Uniland, controlada por FCC. Son históricas las disensiones entre los Rumeu y Fradera, de Uniland, y la venta de Chupa Chups se produjo después de años de rumbo empresarial errante.

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Pero los pretendientes capaces de poner las mayores sumas sobre la mesa son los fondos de capital riesgo: Apax pagó la friolera de 900 millones de euros por Panrico, el mismo año que la empresa entró en pérdidas. Los precios de vértigo pagados desmentirían que, aunque algo en la estrategia chirrió y el horizonte futuro no estaba claro, las vendidas no eran, en general, empresas en profunda crisis.

Quintana sostiene que, en cualquier caso, es mayor el número de compañías familiares que no se venden: "De los 104 socios del instituto, son más los que compran que los que venden".

En Cataluña, Habitat ha comprado Ferrovial Inmobiliaria y ha dado entrada a otros socios, y los laboratorios Grífols se han lanzado a la aventura de la Bolsa. Todos los expertos subrayan el caso de Almirall, que ha hecho doblete y ha vivido una fusión primero (con Prodesfarma) y luego ha roto con los tabúes para cotizar. "No es la cultura de la empresa catalana, que arriesga poco, no le gusta compartir propiedad y va a lo seguro", apunta Pavón. Otros, como la familia Sanahuja, dueña de la promotora Sacresa, han logrado pasar a controlar una empresa mucho mayor, Metrovacesa, tras repartirse activos con sus rivales.

A juicio de Joan Pujol, lo que está ocurriendo tiene, sobre todo, que ver con la transición de un modelo industrial a otro, que coincide en el tiempo con la irrupción de los grandes fondos. "El sector industrial está particularmente abierto al mundo, se ve más azotado por una competencia feroz y, en este contexto, que aparezcan fondos dispuestos a poner centenares de millones de euros en sus manos... es difícil resistirse".

LAS QUE VENDEN

Ecotècnia. Cooperativa de energía eólica vendida al grupo Alstom por 350 millones.

Applus. Agbar y sus socios ultiman la venta de la filial de inspección. Las ofertas oscilan entre 1.200 y 1.400 millones.

Caprabo. La Caixa y los Botet, Elías y Carbó venden el 75% a Eroski por 1.125 millones.

Uniland. Los Rumeu y Fradera venden el 23,5% al irlandés CRH y el 51% a Portland (FCC), con opción al 73,5%. Valoración total de 2.200 millones.

Chupa Chups. Los Bernat la venden a Perfetti Van Melle por 400 millones.

Panrico. Los Costafreda la venden al fondo Apax Partners por 900 millones.

LAS QUE DAN EL SALTO

Habitat. La promotora de los Figueras y Suñol ha comprado Ferrovial Inmobiliaria y ha abierto el 45% de su capital a otros socios. No descarta salir a Bolsa.

Grífols. La farmacéutica de los Grífols salió a Bolsa en mayo de 2006.

Almirall. El grupo farmacéutico de los Gallardo también prueba suerte en el parqué bursátil desde este junio.

Renta Corporación. La inmobiliaria catalana cotiza en Bolsa desde 2006. Antes incorporó a 3i, que ya no es accionista.

Aquaria, especializada en piscinas, prepara su salida a Bolsa.

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