Un priorato amable

Pese a que la familia Torres tiene casi 100 hectáreas de viñedo en el Priorato desde 1996, no ha tomado la decisión de sacar su vino hasta que se han dado las condiciones óptimas. En primer lugar, la edad del viñedo, donde garnacha y majuelo comparten territorio con la cabernet y syrah. Después, diferentes vinificaciones hasta lograr la combinación adecuada. Finalmente, la experiencia de Mireia Torres, quinta generación de la familia, lograda en vinos como Terrasola, ha sido determinante para que Torres tenga su tinto en la zona catalana más prestigiosa. Fieles a su política de elaborar vinos que tengan una amplia aceptación y sean asequibles (una lección que harían bien en aprender muchos bodegueros españoles), ha diseñado un tinto con las esperadas características de un priorato, pero atemperadas por la amable suavidad de su cuerpo. Así, en la nariz pueden apreciarse las notas minerales engarzadas en una excelente madera francesa que envuelve levemente, con sus tostados y especias, la abundante fruta confitada y las tenues notas florales. Fresco y sabroso, conjuga con equilibrio y elegancia el verbo del grato y placentero gusto por el buen beber.