El calor no puede con la gripe aviar

El buen tiempo no frena la gripe aviar. Al contrario que el virus de la gripe común, el virus H5N1 que causa la última oleada de gripe aviar se expande igual independientemente de la temperatura. La teoría dice que el virus necesita del frío, pero los recientes brotes de Alemania, República Checa y Hungría muestran que este espécimen se adapta mejor a las altas temperaturas.

La tendencia ya se apreció el año pasado -en España, el único caso de un animal infectado se dio en agosto-, pero éste se ha confirmado. Durante esta temporada de gripe (la que empieza en septiembre) en la UE sólo se había registrado un caso en unas aves importadas por el Reino Unido.

Los científicos no encuentran una explicación a este comportamiento. Los expertos han confirmado que el virus ha encontrado otros dos hábitats donde se ha hecho fuerte: uno también muy caliente, el Nilo, con casos en Sudán y, sobre todo, Egipto, y otro cálido y húmedo, la cuenca del río Níger, con brotes en Nigeria, Níger, Togo, Ghana y Costa de Marfil. Aparte, por supuesto, del sureste asiático, con Indonesia a la cabeza.

La buena noticia es que no parece que la adaptación al calor haya ido acompañada de un aumento en la peligrosidad del virus. En lo que va de año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha registrado 52 casos, de los 33 han acabado con el fallecimiento de la víctima. La tasa de mortalidad, el 63,46%, se mantiene prácticamente constante desde el inicio de la epidemia en el invierno de 2004-2005.

El grueso de los casos en humanos se concentra en Indonesia (26 de los 52 casos). Le sigue Egipto, con 19 casos. Pero estas cifras hay que tomarlas con cautela. Sólo reflejan los casos confirmados por la OMS, por lo que una mayor incidencia puede querer decir un mayor control, y no un mayor peligro.