La UPV adapta a Europa las encuestas con las que los estudiantes evalúan al profesorado
El Vicerrectorado pretende que con este método se pueda formar e incentivar al personal
La adaptación al método pedagógico que exige el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) ha llevado a la UPV a desarrollar un nuevo modelo de las encuestas con las que el alumnado evalúa a sus profesores cada cuatrimestre. Desde este curso, se pueden rellenar en Internet. El profesorado redactará autoinformes y esta herramienta de calidad se tendrá en cuenta en la solicitud y obtención de complementos salariales. La vicerrectora apuesta por utilizar esa información para incentivar y formar al profesorado, mientras que desde los departamentos se llama a la prudencia.
La Universidad del País Vasco utiliza este sistema desde el año 2000 para que cada docente y su departamento conozcan de primera mano el grado de satisfacción de sus estudiantes. Este propósito se ha desaprovechado hasta ahora, considera la vicerrectora Nekane Balluerka. Por ello, lo primero ha sido actualizar el modelo de la encuesta, que se encontraba obsoleto. Hasta ahora, las preguntas se referían sólo a las clases prácticas y teóricas, con un cuestionario en el que el alumnado puntuaba del 1 al 5 cuestiones como la puntualidad del profesor, el material que utiliza en las clases o el sistema de evaluación que emplea. La novedad desde este curso son las preguntas que se refieren a las nuevas modalidades docentes -seminarios, talleres en grupo, tutorías...- que se están implantando con el EEES, y al marcado carácter de evaluación continua que tienen las materias.
Además, este curso se ha empezado a procesar los resultados, contextualizándolos mediante una aplicación informática. "Permitirá ponderar los datos e interpretarlos con información valiosa: antigüedad, titulación...", señala Balluerka. Si hasta ahora las encuestas las repartían en clase los propios profesores o becarios, desde este curso han estado también disponibles en Internet para los estudiantes de dos facultades. "La tasa de respuesta por este sistema ha sido baja", reconoce la vicerrectora, quien confía aún así en esta nueva vía.
Sin embargo, el presidente del Consejo de Estudiantes, Asier Lauzirika, no percibe un cambio sustancial en estas actualizaciones. "El nuevo cuestionario sigue sin reflejar la idoneidad de la metodología utilizada y no permite al alumnado hacer un análisis crítico de la misma", sostiene. Aunque se hagan estadísticas como fuente de información, para Lauzirika lo fundamental es que cada profesor "negocie y debata con el alumnado el ritmo de la clase y la metodología empleada".
El alumnado ha sido la única fuente de información hasta ahora y la encuesta el único procedimiento para recabarla. Con la intención de avanzar hacia un sistema de calidad más integral, Balluerka adelanta que pronto los propios profesores redactarán autoinformes y se crearán comisiones de evaluación por titulaciones.
Petición de prudencia
El objetivo para la universidad debe ser siempre la formación del docente, por lo que la vicerrectora defiende que los profesores que obtengan malas valoraciones acudan al servicio de asesoramiento educativo para mejorar su capacidad de transmitir conocimiento.
Ante estas medidas, los profesores piden prudencia. Cristina Blanco, directora del departamento Sociología II, cuestiona el criterio de los estudiantes porque "todavía se encuentran inmersos en el proceso de aprendizaje y no tienen perspectiva para evaluar los resultados", y advierte de que en las carreras sociales, en las que la motivación y el nivel exigido para cursarlas es menor, los estudiantes se guían por criterios como "si se aburren o si el profesor les hace trabajar mucho". Por ello, propone que se estudie la relación entre el nivel de los estudiantes y sus expectativas por titulaciones. Y con esa información, se adapten las encuestas a cada realidad, o se seleccione un perfil determinado de alumnos que garantice un buen criterio de evaluación.
Víctor Etxebarria, director de Electricidad y Electrónica, también subraya que los niveles de motivación -muy diferentes según se trate de asignaturas de primero o de quinto curso, y obligatorias u optativas- influyen en los resultados de las encuestas. Aún así, aboga por mantener que las rellenen todos pero evitando que los resultados sean determinantes, y considera positivo que, de manera optativa, se ofrezca una formación. "No vendría mal porque los profesores tenemos el conocimiento científico pero a menudo no se nos ha enseñado a transmitirlo", señala. La vicerrectora dice "confiar plenamente en el buen criterio y la objetividad del alumnado" y en que "ese feedback es muy valioso para los docentes".
Filtro para obtener pluses salariales
El Decreto de complementos salariales aprobado el pasado octubre establece como requisito para solicitar los pluses que el profesor no haya recibido evaluaciones negativas de manera reiterada, y las valoraciones se tienen en cuenta para cobrar el tramo correspondiente a la actividad docente. La vicerrectora asegura que el peso de las encuestas en los complementos es "mínimo" y que como filtro para solicitarlos, se tiene en cuenta la existencia de apercibimientos o expedientes, "por lo que se tratan de quejas objetivas", señala. Además, apuesta por darles más peso como herramienta para incentivar al personal, tanto con ventajas económicas como de promoción.
Aún así, esta norma ha generado tensión entre el profesorado, reacio a que las opiniones de los estudiantes determinen su sueldo. La socióloga Cristina Blanco califica la medida de "escandalosa": "La universidad se está instalando en un sistema clientelista que no se permitiría en otros servicios públicos. No debe regir la idea de 'cómo yo te pago, tú me das lo que quiero". Como directora de departamento, afirma que cuando un miembro presenta problemas en su actividad docente "se detecta sin necesidad de encuestas".
A Victor Etxebarria, en cambio, le parece bien que las encuestas sirvan para incentivar a los buenos docentes. Cree que en la última convocatoria para solicitar complementos se ha hecho "un uso aceptable" de las mismas, teniendo en cuenta sólo "casos sangrantes, como los de profesores que incumplen los horarios o no dan tutorías". Aún así, le preocupa que en el futuro se implanten medidas más agresivas y, sobre todo, alerta de que el alumnado "no debe percibir que está en su mano que al profesor le bajen el sueldo", porque puede empujar a éste a bajar el nivel de exigencia. Aunque aparentemente esta medida otorgue un mayor poder a los alumnos, el presidente del Consejo de Estudiantes no la aprueba porque "plantea el cuestionario como un juicio al profesor, y no como una oportunidad de mejorar la docencia".
También ha suscitado controversias la decisión de que el departamento tenga que constatar si el profesor ha recibido o no evaluaciones negativas. Los dos directores destacan que no se han visto en esa tesitura porque no ha habido docentes tan mal valorados, y además el Vicerrectorado de Profesorado ha mandado la lista de los incumplimientos reiterados. Aún así, Etxebarria alerta de que en algunos departamentos hay peleas entre miembros que podrían condicionar este mecanismo.
Los directores no coinciden sobre el efecto de las encuestas en los docentes. Si Etxebarria considera que la mayoría de profesores, los que se preocupan por su formación continua, tienen en cuenta esa información para mejora, Blanco alerta de que los resultados "minan la autoestima" de los docentes. Lauzirika sostiene que la presión que sienten al saber que las encuestas pueden determinar su sueldo les hace actuar preocupados por los complementos y no por ofrecer una buena docencia, lo que perjudica a los propios estudiantes.
Por último, otra decisión a debate es el nivel de privacidad que debieran tener los resultados. Por ahora, las estadísticas se envían a cada profesor y al departamento en el que trabaja, que en algunos casos decide hacerlos accesibles para todo el profesorado e incluso, excepcionalmente, para los estudiantes. La vicerrectora se muestra favorable a que las evaluaciones se visibilicen en el futuro, pero cree que ello requiere "un cambio en la cultura universitaria, por lo que hay que ir avanzando poco a poco". Ni Blanco ni Etxebarria consideran conveniente publicarlos. "Para hacerlo habría que tener una fe ciega en la legitimidad de los mismos, y en el criterio del alumnado", opina la socióloga.
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