La pobreza obliga a trabajar a 218 millones de niños en el mundo
Los expertos aceptan el trabajo infantil, pero creen que debe ser compatible con la escuela
La pobreza empuja a trabajar a 218 millones de niños y niñas en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial del Trabajo (OIT). Esta actividad es clave para su subsistencia y la de sus familias, por lo que tanto la ONG Save the Children como la Organización Internacional de Trabajadores no promulgan su erradicación. Lo que sí piden es que trabajen en condiciones dignas, que incluyan su escolarización y que se eliminen el abuso y la explotación.
No se trata sólo de que los niños de 5 a 15 años dejen de trabajar en todo el mundo, que sería lo ideal, sino de que aquellos que deban hacerlo para ayudar a sus familias, trabajen en condiciones dignas, como defendió Berta Horno, de Save the Children. "Lo principal es hacer visibles a los niños trabajadores", dijo con motivo de la celebración ayer del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, "no criminalizarlos por el mero hecho de tener que trabajar". "Debemos intentar que puedan ir a la escuela y tengan buenas condiciones laborales e higiénicas", continuó Horno.
Juan Hunt, director de la oficina española de la OIT, se mostró de acuerdo con ella: "La OIT no se opone a todo el trabajo infantil, sino a la explotación, a las labores que no les permitan ir a la escuela ni realizarse como personas, y a las condiciones que les dejen secuelas físicas y psíquicas". La Secretaria de Estado para la Cooperación Internacional, Leire Pajín, añadió que "la escolarización de los niños trabajadores es algo rentable para sus familias, pues con esa formación pueden mejorar su situación económica, es una inversión que los niños vayan a la escuela".
Save the Children hizo además un llamamiento a las ONG distribuidoras de comercio justo para que abran sus puertas a productos elaborados por cooperativas de niños: "Para sobrevivir, tienen que vender, y si no se les da salida por estar fabricados por niños, estos productos no resolverán ningún problema", explicó Horno.
Según los datos de la OIT que expuso la representante de Save the Children, entre los trabajos que subyugan a los menores destacan, por ejemplo, la minería. En ella trabajan un millón de niños; sólo en África Occidental, son 200.000, en condiciones muchas veces deplorables y sufriendo abusos. La agricultura también utiliza mano de obra infantil, cifrada por la OIT en 130 millones de niñas y niños empleados en el campo, muchas veces con salarios inferiores a los de los adultos o directamente sin salario. Además, estos menores están expuestos a pesticidas y a maquinarias peligrosas.
Mención aparte merecen, según Save the Children, otras formas de explotación, como la trata infantil, "que mueve 23.500 millones de euros al año" y afecta a 1,2 millones de niños y bebés -se incluye la adopción ilegal y el tráfico de órganos-. El turismo sexual es el culpable, además, de que haya 1,8 millones de víctimas de la explotación sexual con fines comerciales. "España es un país exportador de turistas sexuales hacia países del Tercer Mundo", advirtió Berta Horno, "además de lugar de paso para redes de trata de menores y productor de pornografía con abusos sexuales a menores para su uso en Internet". Ellos conforman parte de los 8,5 millones de niños que trabajan en condiciones de esclavitud, como denunció la ONG.
No todo son malas noticias, sin embargo. Leire Pajín informó de que en América Latina el número de menores que trabajan ha caído un 11% en los últimos cuatro años: "28 millones menos de niños trabajando", resumió. Ello ha sido posible gracias a las ayudas de la cooperación española, canalizadas por los programas de la OIT, especialmente en Brasil y México, que absorben el 60% de esa disminución, como recordó Juan Hunt: "Es casi un milagro que hayamos pasado de un 16,1% de niños y niñas trabajadores al 5%".
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