Los árboles y el bosque

En mi doble condición de lector habitual y responsable del órgano estadístico del Departamento de Agricultura, Pesca y Alimentación del Gobierno vasco he visto con agrado cómo su periódico se ha hecho eco en diferentes artículos de aspectos relacionados con el entorno forestal de la comunidad autónoma a partir de los datos del Inventario forestal CAE 2005. Me ha sorprendido, sin embargo, la falta de precisión en algunas de las cifras que se manejan en la información publicada el pasado 14 de abril, con el título "La superficie forestal comercial sigue superando la masa de bosque natural", unida a afirmaciones simplificadoras de una realidad, como la del espacio forestal, que aconseja una aproximación no dicotómica ni maniquea.

Un árbol de una especie que crezca más rápido que otra acumula más biomasa y, por tanto, retiene más CO2

Los datos directamente calculados en los dos últimos inventarios publicados (los del 1996 y 2005) muestran claramente la disminución en la comunidad autónoma de las superficies ocupadas por especies coníferas: 10.859 hectáreas (de 206.381 a 195.522) y el aumento de las superficies de frondosas: 17.527 ha. (de 183.625 a 201.152). Si a partir de los datos de la estadística inventarial se hace un cálculo de lo que en la información se denomina "superficie comercial forestal" o, como llaman otros, especies productivas, la superficie de éstas (eucalipto, chopo y coníferas plantadas) disminuye en 8.118 hectáreas (de 205.992 a 197.874), mientras que la de las especies frondosas de turno largo y las coníferas de turno largo (de 89 a 120 años) aumenta en 14.787 hectáreas (de 184.013 a 198.800) y casi se igualan, pero con una tendencia al alza en los últimos años por parte de estas últimas. Este cálculo se acerca más a la realidad que la cifra de 208.000 hectáreas presentada como "superficie forestal comercial" en la información.

Por lo que se refiere a la evolución de la superficie de pino radiata o insignis, los comentarios vertidos en la información generan confusión al comparar magnitudes diferentes, a partir, teóricamente, de fuentes diferentes. La realidad es que el conjunto de los datos disponibles al respecto tienen como única fuente el Inventario Forestal y son los siguientes: la superficie plantada en 1996 ascendía a 131.865 ha. y en 2005 a 130.847 ha. Además de la superficie plantada, existen las talas asociadas, que pasan de 18.155 ha. en 1996 a 6.619 ha. en el 2005. En consecuencia, lo que disminuye más significativamente en este inventario es la suma de la superficie total de la plantada y las talas asociadas. Por su parte, la cifra de la superficie de eucalipto aumenta en el periodo de 10.405 a 13.023 ha.

En cuanto al turno de corta, en los eucaliptales oscila efectivamente entre 10 y 15 años, pero en el caso del pino radiata (la conífera de mayor crecimiento empleada en el País Vasco) los turnos actualmente seguidos no son los mismos, como se dice en la información, sino que oscilan mas entre 30 y 40 años.

Para acabar con el repaso a las cifras, el volumen de madera en la comunidad autónoma no asciende a 555 millones de metros cúbicos, sino a 55. Se ha colado un 5 de más, que distorsiona notablemente la realidad.

Entrando ya en aspectos evaluativos, más allá de las cifras del propio inventario forestal, se hacen afirmaciones, que, después de contrastarlas con técnicos forestales, parece conveniente matizar. Así, se afirma que el "bosque comercial sigue en Euskadi por encima de las especies que más protegen el medio natural", pero sin decir en qué más o desde qué perspectiva más protegen. Todas las especies forestales protegen el medio natural y no tiene sentido afirmar, sin más matizaciones, que unas lo hacen más que otras, ya que cada especie cuenta con su nicho en la naturaleza. Son las formas de gestión humanas las que pueden alterar o mejorar los procesos naturales, según las labores que se acometan en cada caso. No es, pues, la simplificación maniquea entre árboles buenos y malos el mejor camino para avanzar en las políticas de gestión del espacio forestal en cada momento.

En cuanto a la afirmación de que las especies lentas protegen más el medio natural al permanecer más tiempo sin sufrir la acción del hombre retener por eso más CO2 y fertilizar el suelo, requiere también alguna matización. El hecho de seguir un turno de corta más largo no es sinónimo de retener más CO2, sino que ello está relacionado con la velocidad de crecimiento del árbol. Dicho de otra forma, un árbol que crezca más rápido que otro acumula más biomasa y, por tanto, más CO2. Si, además ese mismo árbol rápido proporciona unos productos maderables con una mayor vida útil (muebles, carpintería, construcción), contribuye doblemente a fijar carbono de forma estable frente a otro que crece más despacio o que su madera se pudre en el monte o es aprovechada para leña (fijación de carbono nula).

Este es el caso, por ejemplo, de los pinares de radiata, que en tres turnos sucesivos de 40 años puede producir mucha más madera y productos duraderos que un bosque natural de 120 años o más. Según las cifras que muestran los sucesivos inventarios forestales, los bosques naturales vascos ponen de manifiesto que la falta de aprovechamientos se traduce en una lenta acumulación de madera en el monte sin aprovechar y, por tanto, tiende hacia un balance de oxígeno y de CO2 nulo: la respiración y la pudrición equivalen a la fotosíntesis.

Para finalizar, me gustaría invitar a los lectores del periódico interesados en este tema a que visiten el portal www.nasdap.net/inventarioforestal, donde pueden encontrar, desde hace más de dos meses, datos estadísticos oficiales del Inventario Forestal de la CAE 2005, así como acceder a análisis comparativos y a consultas.

José Luis Barrena es responsable del órgano estadístico del Departamento de Agricultura, Pesca y Alimentación del Gobierno vasco.